Por Fernando Luis Egaña
La burla del antiimperialismo es una característica de la hegemonía roja. Y le ha costado a Venezuela un dineral.
Como les gusta a los voceros de la hegemonía, presentarse como “antiimperialistas”. Saben que es un gancho para atrapar incautos, dentro del país, y para mantener a sus aliados parasitarios, fuera de Venezuela.
Quizá casi nadie se acuerde, pero el predecesor de Maduro, al no más llegar al poder en 1999, suscribió el Tratado de Doble Tributación y el Tratado de Protección de Inversiones, con los Estados Unidos, que varios presidentes anteriores a él no habían querido firmar.
Pero nada, la propaganda del “antiimperialismo” ha sido tan falaz como eficaz. Ahora más que antes, por cierto, la citada consigna es verdaderamente tragicómica. Si un país se precia de ser antiimperialista, debe rechazar a todos los «imperios». Pero si alega rechazar a uno -EEUU-, aunque le venda petróleo y le cobre completo… pero al mismo tiempo se arrodilla ante los imperios emergentes, China y Rusia, entonces todo se convierte en una charada publicitaria.
Además, la hegemonía roja ha «innovado» en materia de imperialismo y coloniaje. Históricamente, el país más fuerte en lo político, económico y militar era la potencia imperial, y el país más débil era la colonia. Acá ha sido al revés. El país que era más fuerte, Venezuela, se transmutó en una colonia de un país muy débil, Cuba.
Así por ejemplo, cuando Raúl Castro designó a Díaz-Canel como su sucesor tipo marioneta, lo lógico es que este señor hubiera venido a Caracas a visitar a su colega. Pero fue al revés. Maduro salió para La Habana, a retratarse con Díaz-Canel y a reunirse con el general Castro, para anotar las órdenes. De eso se trata el “sub-imperialismo” trastocado que está destruyendo a Venezuela, y todavía oxigena a la llamada “revolución cubana”.
El referido “antiimperialismo” le ha costado colosales cantidades de recursos a la nación venezolana. Por una parte, la “regaladera” a gobiernos y gobernantes afines, incluyendo a los acólitos de éstos. Por otra, la “regaladera” a “izquierda caviar” de medio mundo, que serán muy de izquierda, pero cobran en dólares o euros. Y claro, el subsidio a Cuba, que luego de casi 20 años, debe montar a una cifra monumental. Todos esos recursos y más, le han sido quitados al pueblo venezolano, que se muere de hambre y de mengua, o sale en estampida hacia el exterior.
La burla del antiimperialismo ha sido y es una de las más gravosas en la tragedia venezolana.