España se ha convertido, en los últimos años, en un epicentro de recepción de inmigrantes que vienen desde casi cualquier rincón del mundo buscando una vida mejor, más oportunidades o, simplemente sobrevivir. El actual gobierno de Pedro Sánchez ha comenzado hace tan solo mes y medio y desde entonces ha tenido que asumir el coste -político y económico- de recibir a cientos de miles de inmigrantes que llegan por mar o tierra, en condiciones inhumanas. Pero también hay otra migración: la latinoamericana, muy diferente en origen y procedimientos, pero enfrentados, finalmente, a la misma situación.
En lo que va de 2018, más de 22.000 inmigrantes irregulares han llegado por mar a España, engrosando así los datos de la mayor crisis migratoria de la última década, aunque el comisario europeo de Inmigración, Dimitris Avramopoulos, ha asegurado recientemente que España no atraviesa en este momento una crisis migratoria y que la presión que afronta el país por el incremento de las llegadas desde Marruecos es “manejable».
«Depende del Gobierno de España encontrar el modo de controlar mejor la situación, porque por el momento la situación es manejable. No estamos en una crisis en España ahora mismo. Es presión, sí, y tenemos que estar mejor preparados para el futuro», señaló Avramopulos, el pasado viernes en Madrid, donde se reunió con miembros del Gobierno de Pedro Sánchez.
La postura del Gobierno socialista
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha asegurado recientemente que “España es un país solidario y el PSOE lo hará realidad liderando en Europa una política común de asilo, migración y refugiados”, al tiempo que explicó que “la migración irregular requiere un tratamiento distinto al de los refugiados”.
El presidente del gobierno también ha señalado como fundamental el impulso al diálogo y la cooperación con los países de origen y tránsito de migrantes y ha calificado el problema migratorio que afronta la UE como «un desafío inaplazable» en el que las respuestas nacionales y unilaterales «pueden llevar al fracaso”.
Por su parte, el nuevo presidente del Partido Popular (PP), Pablo Casado, ha asegurado que “España no puede absorber a todos los africanos que quieren venir a Europa. No es políticamente correcto, pero hay que decirlo”, unas declaraciones que han sido fuertemente criticadas. Además, ha apuntado que desde el PP van a ser «muy sinceros y muy responsables con esta cuestión, que a la gente le está preocupando, y es compatible hacerlo con seguridad pero, al mismo tiempo, con la solidaridad de la que siempre España ha hecho gala”.
Por otro lado, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha reconocido el riesgo creciente del populismo en el tablero político si continúa el vacío legal en la regulación de la migración. Precisamente, Rivera acudió el pasado lunes al perímetro fronterizo con Marruecos, el mismo por el que hace unos días, 602 subsaharianos accedían a la ciudad autónoma de forma irregular. La postura de la formación que lidera Rivera, pasa por «regular y controlar» los flujos migratorios, entendiendo que es necesario, «que un país próspero pueda recibir gente con normalidad, que trabajen y coticen», pero sin que se deje de cumplir la ley y arropando a las fuerzas de seguridad.
Podemos, por su parte, acusa a Europa de no ser “garantía de prosperidad”. En este sentido, Pablo Iglesias ha alertado de que si los países europeos no asumen la necesidad de desarrollar “políticas migratorias y sociales dignas, el continente puede volver a caer en manos del fascismo”.
Inmigración Latinoamericana
La otra cara de la moneda son los inmigrantes latinoamericanos que están llegando a España, en condiciones absolutamente diferentes, pero que muchos de ellos sufren las mismas consecuencias: son también migrantes irregulares, los llamados “sin papeles” que se están viendo enfrentados a situaciones muy complejas.
El subdirector del Centro de Estudios Demográficos de la Universitat Autònoma de Barcelona (CED-UAB), Andreu Domingo, ha afirmado recientemente a la Agencia de noticias Europa Press, que el perfil más usual de los extranjeros que llegan España es el de personas de clase media, con estudios y que se ven abocadas a la sobrecualificación.
“Hay una creciente discordancia entre la oferta y la demanda, porque cambian los perfiles de los que llegan, ya no son los mismos que antes”, ha detallado el experto, para el que la recuperación de la población española (que según el Avance de la Estadística del Padrón Continuo en España a 1 de enero de 2018 se sitúa en 46.698.569 habitantes, un 10,1 por ciento extranjeros) obedece a “la inflexión de la inmigración pero con distintos protagonistas“.
Domingo ha asegurado que, en estos momentos, los extranjeros que llegan a España no es tanto por la atracción sino por necesidad. “Es gente que cuando llegan aquí se les ofrece cuidar ancianos o niños y eso crea una distorsión” ha asegurado, al tiempo que ha puesto el foco en Venezuela, a su juicio, “el caso más trágico” donde la salida natural era ir a Estados Unidos, pero en 2017, más de 30.000 venezolanos ingresaron a España, según datos del INE, aumentando así en 44.2% la cifra de años anteriores.
En definitiva, el tema de la migración requiere de políticas públicas eficaces, con contenido social, pero también muy realistas para que el beneficio no vaya en detrimento del país de acogida. Lo importante es ofrecer una opción de vida y oportunidad a quien ha tenido que salir de su país por razones humanitarias.