*** «Lo determinante es mantener el respaldo internacional, la única carta fuerte con la que cuenta la oposición venezolana», considerar el autor.
Por FRANCISCO POLEO
En el chavismo están claros: si tienen el apoyo de Rusia, van bien. Al final, es lo que importa. Del otro lado explota la gallera sin darse cuenta de que, lo que importa, sigue intacto: el respaldo de EEUU. Y así se pierde el tiempo que se debería dedicar a lo determinante.
Lo determinante es mantener el respaldo internacional, la única carta fuerte con la que cuenta la oposición venezolana. ¿Carta para qué? Para usarla en unas negociaciones que son inevitables dado los intereses en juego y la firmeza de Estados Unidos a la hora de mantener las sanciones a los jerarcas del régimen. Ese cerco que se ha tejido en torno al chavismo, con la espada de Damocles de la CPI balanceándose sobre sus cabezas con cadencia torturadora, es lo que acelera una solución a medio plazo a la crisis venezolana.
Dice el Padre Luis Ugalde, en entrevista en El País que suscribimos casi al 100%, que no podemos esperar al 2024 para un desenlace a la crisis vía las elecciones presidenciales que deben ser ese año. Sin embargo, dada la incapacidad opositora para mantenerse unificada, no luce realista que Maduro acepte acortar el período que él asegura que empezó en 2018. Se agarrará a ese clavo ardiendo para negociar con más cancha su futuro y el de los suyos. La Plataforma Unitaria deberá aprovechar ese tiempo para reunificarse, conseguir condiciones electorales justas y un acuerdo político que garantice la entrega del poder a quien consiga más votos.
Maduro, como es de esperarse, no negocia de buena fe. Por eso a algunos sorprende que políticos a los que se les presumía seriedad, como a Julio Borges, se esfuercen tanto en desmontar el reconocimiento internacional a la oposición en la figura de la presidencia interina que, circunstancialmente, recayó en Guaidó. La conexión con algunos factores comerciales, que no empresariales propiamente dicho, puede explicar mucho. Así mismo, el interés de sectores financieros en los negocios que se generan en torno a la emisión de deuda de un país, adicción de la que sufre el chavismo y que los traficantes de bonos quieren volver a explotar. Hablamos de un triángulo cuyo tercer vértice es el chavismo, al que le encantaría una solución que pase por el cese de la persecución internacional sin perder Miraflores. Si eso vale aflojar un poco en lo económico, pues están a dispuestos a pagar el precio.
Ese contexto es necesario para entender por qué Borges quiere, en la reforma al Estatuto de la Transición, maniatar a Guaidó cual secuestrado. Sin embargo, todavía hay esperanzas de que la oposición logre un punto medio en la discusión final. Ni un inconstitucional gobierno parlamentario en donde Primero Justicia pueda torpedear la protección de los activos en el exterior para facilitar la hipoteca de los mismos ni una presidencia interina sin control que facilite desmanes como los de Monómeros.
Luego de que Julio y Leopoldo terminen de pelearse por el juguete, quizás los adultos puedan seguir ocupándose de lo determinante.
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