*** Maduro y Putin ahora se presentan como adalides del antifascismo, cuando en la práctica practican esa ideología, considera el autor.
Mientras la cancillería venezolana convocaba una “Cumbre Internacional contra el Fascismo”, para esta semana, el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, anunciaba que Rusia organizará la primera Conferencia Internacional Antifascista en agosto de 2022. ¿Coincidencia?
El fascismo como movimiento político aparece en Italia y su líder máximo fue Mussolini. Este movimiento surge casi al unísono con el nazismo de Hitler, en Alemania. Incluso como sabemos fueron aliados.
Mucho se ha escrito para disecar estos movimientos; entre sus características el totalitarismo, el nacionalismo y la lealtad al líder único. Empero, ahora estos términos denotan una nueva realidad. Se han ( o los han) rearticulado – parafraseando a Derrida- con nuevos significados en la política actual.
Así vemos como Putin justifica la invasión armada con base a “desnazificar” a Ucrania. Es cierto que en el pasado importantes movimientos nacionalistas ucranianos, o al menos sus líderes (Stepan Bandera), estuvieron vinculados al nazismo e incluso fueron antijudíos. Así como que ellos resurgieron a partir de 2014, cuando Rusia se anexó Crimea y el sentimiento antiruso creció, pero esta es una ínfima minoría de xenófobos y utraderechistas (obtuvieron menos del 2% en las últimas elecciones) si la compramos con el resto de Europa.
Lo de “desnazificar” como justificación de la invasión para proteger a la población rusa y/o rusoparlante de Ucrania, nos recuerda como esto fue alegado por la Alemania nazi para apoderarse de Austria y parte de Checoeslovaquia, lo que terminó desatando la II Guerra Mundial.
Para Maduro y sus acólitos regionales, el concepto de fascista es simplemente usado contra todos aquellos que se oponen a su permanencia en el poder, en especial aquellos que usan movilizaciones sociales y políticas; en especial cuando la vía electoral es conculcada por el gobierno de turno.
El chavismo en este año conmemora los 20 años del día que Chávez, bajo presión popular, renunció – como informó el alto mando militar- y se formó un efímero gobierno provisional para llenar ese vacío de poder – como afirma la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia-. Sin embargo, el chavismo presenta estos hechos como ejemplo de un golpe de estado fascista, mientras que convenientemente enmascara el fallido golpe militar que encabezó el mismo Chávez 10 años antes y lo exhiben como “Día de la Dignidad Nacional”. También olvidan que el fascismo en el poder crea un estado totalitario, que ahoga las libertades sociales, política y económicas, como el que practica el chavismo en el poder.
¿Lo olvidan o lo tratan de borrar del discurso colectivo, al darle a estas palabras nuevos contenidos?
Ya la conferencia en Caracas ha condenado al imperialismo norteamericano por fascista, pero se olvidó el “nacionalismo expansivo “de los rusos que ha producido la invasión militar a Ucrania, con sus trágicas consecuencias para esa población y el mundo. Invasión que apoyan y será apoyada la conferencia antifascista rusa.
En fin, es el uso de viejos adjetivos rearticulados para justificar políticas y acciones totalitarias, cuando justamente ellos fueron concebidos para describir una triste historia pasada de totalitarismo, crímenes contra la humanidad y destrucción, es en hacerle una mascarada a la historia.
Dado el desprestigio de vocablos como socialismo, izquierda y derecha, ahora han aparecido nuevos. Entre ellos “progresismo” que agrupa a los mismos movimientos que antes eran considerados de izquierda o socialistas. Así, por ejemplo, se comienzan a denominar los grupos vinculados al Grupo de Puebla y al Foro de São Pablo. También los partidos de derecha y centroderecha ahora se conocen como partidos populares.
Viejas y fracasadas ideas en nuevos envases.
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