A pesar de los momentos difíciles que está viviendo en apenas un mes en el cargo, Liz Truss ratificó que no dimitirá pues “es una luchadora”.
Por José Piñeiro
Suella Braverman, ministra de Interior de Reino Unido, renunció a su cargo este miércoles este 19 de octubre, sumándose a los miles de problemas que rodean a la primera ministra Liz Truss, quien ratificó que no dimitirá, como exigen los ‘tories’.
Tan sólo mes y medio después de convertirse en la líder del Gobierno, la premier está contra las cuerdas por el rechazo a su polémico plan económico para estabilizar las finanzas de la nación.
La prensa británica reportó que Grant Shapps, el exsecretario de Transporte que respaldó firmemente a Rishi Sunak en la carrera por el liderazgo conservador, reemplazaría a la funcionaria. Se trata de otra renuncia repentina en el gabinete de Truss, sacudido por una fuerte polémica tras su fallido plan fiscal.
La partida de Braverman marcaría la segunda salida más importante entre el equipo de ministros en menos de una semana, luego de la destitución del ministro de Finanzas Kwasi Kwarteng el pasado viernes.
Truss enfrenta una lucha cuesta arriba para continuar como primera ministra de Reino Unido. “Soy una luchadora” y no “una desertora”, insistió la líder política este miércoles 19 de octubre ante la Cámara de los Comunes, en medio del reclamo del gobernante Partido Conservador para que dimita.
Tan solo mes y medio después de llegar al cargo, Truss se enfrenta a una oposición hostil y furiosa de su propio movimiento político por el fallido plan económico que presentó para equilibrar las finanzas de la nación, tras las afectaciones por el Brexit, los altos costos de la energía en medio de la guerra rusa en Ucrania y una significativa inflación. Enormes desafíos con los que asumió la jefatura del Gobierno a principios del pasado septiembre.
Este miércoles, en su comparecencia semanal de control de la Administración, la premier se disculpó con el Parlamento por la ya anulada propuesta fiscal y admitió que ha cometido «errores» en su breve tiempo de mandato, pero prometió cambiar el rumbo.
“He asumido la responsabilidad y tomado las decisiones correctas, en el interés de la estabilidad económica del país”, sostuvo la líder de los tories.
Pero en medio de su intervención, Truss soportó la ira de varios legisladores que le gritaron “¡renuncia!”. Un indicador de la difícil tarea que la primera ministra enfrenta para recuperar el respaldo del mismo partido que hace pocas semanas la elegía como la sucesora de Boris Johnson.
El pasado 23 de septiembre, la primera ministra propuso un paquete de recortes de impuestos, que en su consideración ayudarían a fomentar el crecimiento económico. Las medidas incluían recortes fiscales por 45.000 millones de libras esterlinas y rebajar del 45 % al 40% el impuesto sobre la renta para las grandes fortunas.
Pero su plan desencadenó turbulencias en los mercados, golpeó el valor de la libra esterlina y aumentó el costo de los préstamos del Gobierno británico. El caso fue tal que el Banco de Inglaterra se vio obligado a intervenir para evitar que la crisis se extendiera a la economía en general y pusiera en riesgo los fondos de pensiones.