Buscar la paz con siete grupos armados a la vez es como luchar contra una hidra: treguas rotas, asesinatos de niños y reclamos de dónde está la paz. Pero los reveses no son motivo para el desánimo, dicen expertos a DW.
Publicado en dw.com
El autodenominado Estado Mayor Central (EMC) reconoció este 24 de mayo que «ajustició” a tres niños indígenas Murui (no a cuatro, como señalaron medios colombianos), reclutados por ese grupo disidente de las FARC en la selva colombiana. Un «crimen atroz” que llevó al presidente de Colombia, Gutavo Petro a suspender temporalmente el cese al fuego con ese grupo en cuatro departamentos.
A esto se agrega la tregua rota por el Clan del Golfo. Las incertidumbres y las críticas crecen ante las complicaciones de la búsqueda de la Paz Total con los siete mayores grupos armados.
«La magnitud de los desafíos es abrumadora: los conflictos y la violencia que han durado décadas, las desigualdades estructurales profundamente arraigadas, la discriminación y la exclusión, y la débil o inexistente presencia del Estado en muchas de las zonas rurales afectadas por los conflictos”, dijo en Bogotá el 25 de enero el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, en visita oficial a Colombia.
¿Quiénes son «rebeldes”, quiénes «criminales”?
La intención del Gobierno de Petro es instalar «mesas de diálogo” con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Clan del Golfo, el Estado Mayor Central de las FARC (EMC), la Segunda Marquetalia, las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN), además de bandas criminales en Medellín, Buenaventura y Quibdó, con las que ya hay «acercamientos”, según la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.
¿Cómo diferenciar entre estos grupos armados ilegales, y cómo va se va a negociar con cada uno de ellos? «Hay una clara diferenciación”, dice a DW Luis Eduardo Celis, autor del libro «Una paz sin dolientes: diálogos Gobierno-ELN 1982/2019”. Y prosigue: «el ELN se mantiene como organización rebelde política-militar. Ahora, hay que reconocer que tanto al autodenominado Estado Mayor Central de las FARC y el grupo Segunda Marquetalia tienen una historia de rebelión armada. Por otra parte, está el Clan del Golfo, que es una red de mafias solo interesada en acumular recursos. Los demás son grupos criminales más locales que están ubicados en la Sierra Nevada de Santa Marta, Buenaventura, Medellín y Chocó”, explica el sociólogo Celis, y agrega que «para cada grupo habrá un tratamiento diferencial y acompañamiento internacional, en el que participará Alemania, entre otros”.
Críticas y consejos de la oposición: acabar con la pobreza y la corrupción
El escepticismo de la oposición ante los planes del gobierno fue recogido por el expresidente Álvaro Uribe, quien, el pasado 1.° de mayo, advirtió en el diario La Nación de Colombia que «para la paz se necesita autoridad con seguridad, superar la pobreza, manejar bien los recursos de las empresas públicas, derrotar totalmente a la corrupción, apoyar a los jóvenes desempleados, resolver el problema del hambre”.
A lo que el congresista Carlos Alberto Benavides, del Pacto Histórico, responde en entrevista con DW que «justamente la desigualdad y la pobreza se profundizaron durante los gobiernos de la derecha, cuyo modelo rentista aumentó el hambre y agudizó las dinámicas de la violencia en Colombia, sacando los recursos de las regiones y abandonando a la gente sin carreteras ni puestos de salud”.
Para el antropólogo Benavides, lo interesante de la Paz Total es que «no estamos hablando de un programa maximalista, sino de oportunidades para las regiones”. En el Congreso, según el senador, «tenemos la posibilidad de desarrollar un marco jurídico para generar salidas eficaces a quienes han estado en estos grupos armados, sin que ello signifique retroceder en los objetivos de este gobierno en términos de seguridad humana y justicia social”.
La prioridad, «proteger a las comunidades»
Tras el último revés, el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, manifestó desde Ginebra su confianza en que «la suspensión del cese al fuego en Colombia es un retroceso únicamente temporal y que la paz se impondrá finalmente en este país”. A pesar de los tropiezos, el senador Benavides también es optimista: «Parto de la premisa de que podemos solucionar un conflicto de esta naturaleza en Colombia, con todos sus múltiples factores. Este no es un lugar romántico, en el que los ángeles no se han podido poner de acuerdo. Las crisis han hecho evidente los problemas, pero también las posibles soluciones”.
Por último, el sociólogo colombo-argentino Luis Eduardo Celis cree que «tiene que haber una acción múltiple de parte del Estado; como en un tablero de ajedrez, deben darse diálogos y negociaciones simultáneas, durante las cuales no va a haber una parálisis de la fuerza pública. Es un proceso durante el cual el Estado ejerce el control de los territorios con las Fuerzas Armadas. El gobierno tiene una política pública de seguridad humana que dice que el énfasis está en proteger a las comunidades”. El gobierno de Gustavo Petro habla de una «presencia diferenciada” en los territorios azotados por la violencia, contemplada en el Plan de Desarrollo, recién aprobado.
Pero, «la Paz Total no significa que vayamos a acabar con la criminalidad en Colombia”, advierte el antropólogo Carlos Alberto Benavides, «porque, si bien este Gobierno está desarrollando políticas contra todas las formas de violencia, hasta que el narcotráfico no se legalice o desaparezca, el crimen no desaparecerá”.