El autor destaca que la comunidad internacional debe reconocer la realidad de la crisis democrática de Venezuela y trabajar hacia una solución sostenible que defienda los principios de la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho.
Por Alfredo Michelena
El péndulo político, por no hablar de la montaña rusa, que vive nuestra región, sigue dando giros inesperados. De un continente repleto de gobiernos democráticos a uno caracterizado por regímenes autoritarios, como el de la “Marea Rosa” y el Socialismo del Siglo XXI. Ahora, después de decantarse los gobiernos autoritarios populistas de izquierda (Maduro y Ortega) y sus contrapartes de derecha (Bukele), han surgido nuevos líderes de lo que llamamos la “izquierda”, incluidas figuras como Petro y Boric. Esto presenta una nueva oportunidad para reconstruir un club de presidentes sudamericanos, similar a una UNASUR aparentemente desaparecida que, a pesar de desahuciada, sigue boqueando.
Así las cosas, Lula convocó a una reunión de presidentes sudamericanos, que tuvo lugar el 30 de mayo en Brasil. En última instancia, Lula busca recuperar el liderazgo que tuvo durante sus presidencias anteriores, cuando, con el apoyo de Hugo Chávez y, en cierta medida, de Estados Unidos, se posicionó como un subimperio en el sur.
Durante este encuentro, Lula expresó explícitamente su deseo de que los 12 países sudamericanos superen las diferencias ideológicas que han dividido a la región y trabajen por una mayor integración económica, cultural y social.
¿Realidad o narrativa?
Sin embargo, en su afán por congraciarse con su amigo Nicolás Maduro, Lula se atrevió a decir: “Nicolás Maduro conoce muy bien la narrativa que se ha construido contra Venezuela. Tú sabes la narrativa que se ha construido alrededor del autoritarismo y la antidemocracia. Ustedes tienen los medios para deconstruir esa narrativa”. Esta afirmación generó fuertes críticas dentro del grupo de los doce países del sur.
El líder derechista de Uruguay, Luis Lacalle Pou, fue el primero en criticar tal afirmación, mientras que el presidente izquierdista de Chile, Gabriel Boric, fue firme en su respuesta al afirmar que “no es una construcción narrativa, es una realidad, es serio, y tuve la oportunidad de ver, fui testigo de los horrores que enfrentan los venezolanos”. Varias ONG también expresaron sus preocupaciones. Human Rights Watch (HRW) afirmó que el régimen de Maduro ha desatado “una de las peores crisis humanitarias del mundo”.
Lo que Lula “olvidó”
La idea de que el debilitamiento de las instituciones democráticas en Venezuela es una “construcción narrativa” propagada por los opositores políticos pasa por alto la evidencia y el consenso sobre el declive de las normas y principios democráticos en el país. Informes de organizaciones de derechos humanos, gobiernos democráticos y organismos globales y regionales destacan un deterioro significativo de la democracia en Venezuela. Además, con respecto a la declaración de Lula de que “ustedes tienen los medios para deconstruir esa narrativa”, se debe enfatizar que la respuesta del gobierno de Maduro incluye la supresión de la oposición política, el silenciamiento de los medios independientes, los abusos a los derechos humanos e incluso una acusación en la Corte Penal Internacional que se encuentra en fase de investigación, solo falta que un fiscal produzca una acusación en caso de considerar que en Venezuela se han violado o no los derechos humanos. Los comentarios de Lula han suscitado preocupaciones sobre su compromiso con la democracia y los derechos humanos.
La comunidad internacional debe reconocer la realidad de la crisis democrática de Venezuela y trabajar hacia una solución sostenible que defienda los principios de la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho.
En un artículo anterior apuntábamos que la UNASUR podría reconstituirse. Sin embargo, no pareció haber habido consenso sobre este tema para incluirlo en una declaración final. Empero, la intención de Lula y otros líderes de izquierda es consolidar mecanismos de cooperación que apoyen políticamente a estos regímenes en el poder, como fue el caso de UNASUR.
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