Entre la lealtad a Venezuela y las acusaciones federales, la vida de Clíver Alcalá cambia drásticamente tras su lucha contra Maduro.
La figura de Clíver Alcalá, con su porte y disciplina militar, resuena más allá de las fronteras venezolanas. Sin embargo, el único uniforme que viste hoy día es el de prisionero, esperando en una cárcel de Nueva York la sentencia que podría apartarlo de su amada Venezuela por tres décadas. Este exgeneral venezolano, conocido por su firme oposición al presidente Nicolás Maduro y por intentar derrocar su gobierno en dos ocasiones, enfrenta ahora cargos federales en Estados Unidos no relacionados con sus acciones políticas, sino por supuestamente proporcionar armas a rebeldes vinculados al narcotráfico.
“Asumo toda la responsabilidad por mis acciones, pero son ellos [mi familia] quienes pagan las consecuencias”, expresó Alcalá en una entrevista concedida a la agencia AP, marcando su primera aparición pública tras las rejas. A pesar de declararse culpable de cargos menores en relación con el suministro de armas a las FARC, los fiscales instan a considerar también acusaciones de narcotráfico previamente desestimadas en su sentencia, argumentando que Alcalá facilitó el paso seguro de cargamentos de cocaína, recibiendo millones en sobornos.
Alcalá, que alguna vez fue uno de los oficiales más poderosos de Venezuela, ahora se encuentra en una encrucijada legal y moral, enfrentando el peso de la justicia estadounidense.
La sentencia de Alcalá no solo determinará su futuro, sino que también podría influir en la dinámica de poder dentro de Venezuela. Analistas como Adam Isacson de la ONG Washington Office on Latin America sugieren que un castigo severo podría disuadir a otros miembros del ejército venezolano de desafiar el régimen de Maduro, complicando aún más cualquier transición hacia la democracia.
(Con información de AP)