Para nadie es un secreto que Rusia estudia las posibilidades de introducirse en América a través de Cubazuela, es decir por medio de los lazos amistosos que sostiene con Cuba y Venezuela.
El internacionalista Alfredo Michelena asegura en su artículo publicado esta semana en El Nuevo País y enpaiszeta.com que la presencia de Vladimir Putin en nuestro continente es un asunto de seguridad regional y que con los rusos, vienen también personajes como los sirios o los iraníes, con el mayor propósito de quebrar la estabilidad de la sociedad occidental.
El proyecto amistoso con esos países supone la desestabilización de Estados Unidos, percibido esta semana por el rechazo de Donald Trump al Acuerdo de París para frenar el calentamiento global. Esta superpotencia últimamente se encuentra en un aislamiento internacional, por lo que Rusia no pierde ninguna oportunidad para avanzar.
Por otra parte otra de las preocupaciones de EE.UU es el préstamo que le hizo la empresa estatal rusa Rosneft en diciembre a la estatal PDVSA, en donde la compañía venezolana puso su gran participación de Citgo (49,9%) como fianza. Si PDVSA no puede pagar su deuda a tiempo, Rosneft tendrá casi seguramente el control de Citgo. Todo lo que Rosneft necesitaría sería comprar un poco más de los bonos de PDVSA para superar el umbral de propiedad del 50% de la compañía. Entonces quedaría en manos rusas la sexta empresa petrolera de EE.UU.
Sumado a lo expuesto, Elizabeth Burgos en su artículo Cuba le ofrece Venezuela a Rusia y a China publicado esta semana cita un escrito del “Che” Guevara que dice “el odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; (…). Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total”. Ella explica que esa doctrina es la base de la formación política de la ideología del castrismo que ha recibido Nicolás Maduro adiestrado en Cuba y es la metodología que pone hoy en práctica la represión contra la oposición en Venezuela.
Burgos menciona que tras la llegada al poder de Hugo Chávez, los cursos de entrenamiento en Cuba se convirtieron en una política de Estado, mediante los acuerdos suscritos entre ambos países. Además, lo que mueve sobre todo al régimen de La Habana, es su proyecto político/expansionista que ya llevan, pacientemente, casi sesenta años, sentando las bases de ese cometido, asegura Burgos.
Es por ello que el propósito de propagar la ideología castrense a los países del continente americano comenzando por Venezuela en alianza con Rusia no está muy lejos de la realidad.
En este sentido es pertinente resaltar que a fines de 2016 Maduro anunció que compraría más material bélico y el pasado mes, el ministro Padrino López viajó a Rusia “para fortalecer las alianzas de ambas naciones en el área técnico-militar”, así lo expone Alfredo Michelena quien dice que si Rusia cuenta con Venezuela como carta de negociación frente a los EE.UU. habrá ganado una batalla clave de su afirmación geopolítica.
La directora de la Revista Zeta, Jurate Rosales, en su articulo de opinión dijo que Padrino López «sigue la línea trazada por Fidel, al negar la participación del Ejército en la convivencia con los colectivos armados, pero la realidad es otra y aparece en videos, fotos y testimonios». Esto en relación a la norma hasta ahora respetada en Cuba, la cual es evitar a toda costa que los militares del ejército regular participen en la represión.
Los hechos no se pueden ocultar y la era digital exterioriza con cada imágen tomada por cualquier persona con un teléfono celular el sistema de mentiras institucionalizadas que funcionó en el pasado para Fidel Castro, pero que ahora para Nicolás Maduro este método es muy complicado sobre todo si enfrenta una juventud aguerrida y formada en la Era de la Información.
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