Sólo falta Trump

El jueves 8 de junio fue un día particularmente adverso para la estrafalaria y sangrienta dictadura de Nicolás Maduro. Sobre la urgencia de eliminarla se pronunciaron el Papa y la gobernante alemana, líder de Europa, Ángela Merkel. El día anterior, la embajadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas había reprochado al magno organismo internacional su lentitud para reaccionar frente a los padecimientos del pueblo venezolano, y el Ministro de la Defensa venezolano hecho saber que no toleraría más «atrocidades» por parte de la Guardia Nacional.  Remate de esta coincidencia de poderosas voluntades fue la gestión de la Fiscal General de la República solicitando al Tribunal Supremo de Justicia, esperpento de esperpentos, la nulidad de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que Maduro, Cabello y Al Aissami lanzaron como desesperada maniobra -que puede ser la última- para escapar al más gigantesco y dramático repudio que un gobierno latinoamericano ha recibido jamás por parte de su pueblo.

Cada uno de estos porrazos aplicados al lomo del régimen merece su propio comentario. El Papa canceló un período de ambigüedad de seis meses durante los cuales el Vaticano pareció contemporizar con Maduro mientras la Iglesia se resteaba al lado del pueblo. Los obispos se dejaron de pendejadas y con sus dos cardenales se fueron a la casa de San Pedro a exigir una definición. Tres horas de conversación con Bergoglio  fueron suficientes para que éste asumiera su condición papal aceptando la urgencia contenida en la penuria y sufrimiento de los venezolanos, aprobara la conducta de la Iglesia en este país y adelantara su respaldo a lo que la sagrada institución hará en los días por venir.

De viaje por Sur América, la señora Merkel fue más allá de ratificar la postura europea, ya expresada por los parlamentos nacionales y por el gobierno central de Bruselas, calificando de dictatorial al régimen madurista, de urgente la crisis alimentaria y necesario un cambio político en Venezuela. Luego de tratar el tema con Macri, la gran dama alemana hizo suya una solución originalmente planteada por el presidente argentino, la de que el tema se resuelva en Unasur, donde no figuran los estados artificiales del Caricom, famélicos aliados del castro-madurismo. Esta solución lleva implícita la posibilidad de que quienes se aferran al poder por temor a los tribunales internacionales encuentren refugio en Ecuador y Bolivia, con la aprobación de los países fuertes del área: Brasil, Argentina, Chile, Perú y Colombia.

Los pronunciamientos del Ministro de la Defensa y la Fiscal General tienen la importancia de que reflejan el repudio que en los sectores más significativos del chavismo hay por la conducta de Maduro, Cabello y Al Aissami. El general Padrino habló en un enorme salón repleto de generales y -ojo- capellanes militares. Puso cuidado en que se difundiera lo fundamental de su discurso, objetivo que se logró pese a la obstrucción de Miraflores. Al condenar la represión criminalmente ejercida, Padrino se pone a salvo de las sanciones que esa represión merecerá en el tribunal de La Haya, las cuales sanciones el general Padrino considera inevitables, a juzgar por el cuidado puesto en eludirlas.

Sobre la marcha vino el documento de la Fiscal General de la República solicitando ante el Tribunal Supremo de Justicia la nulidad de la orden -poco serio sería llamarla solicitud- para que éste ordene a su adefésico gemelo el Consejo Nacional Electoral la convocatoria a la absurda Constituyente con la cual Maduro pretende borrar la Constitución y en su lugar imponer otra que establecería en Venezuela el sistema soviético de gobierno. Esta gestión de la doctora Ortega tuvo el efecto inmediato de unir en torno suyo a la Oposición y al chavismo original, ese que aprendió socialismo en Europa y no en la Unión Soviética, juró nacionalismo en el Samán de Güere y pasó a una clandestinidad de hecho cuando a Chávez le modificaron la salud en La Habana, para emerger ahora como factor de una reconciliación nacional.

Fue durante esta misma semana en la cual ha llegado a punto de melcocha la concurrencia contra el madurismo, que Estados Unidos se pronunció -a través de su embajadora en la ONU- sobre el cambio político en Venezuela como caso de urgencia humanitaria. Al momento de escribir esta nota se filtra la información de que el próximo viernes 16 el presidente Trump vendrá a Miami para anunciar la posición de su gobierno sobre Cubazuela. Teniendo en cuenta que de sonrisa en sonrisa China le ha sacado el cuerpo a Maduro y Putin ha llegado a decirle que no siga matando muchachos, tenemos un gobierno repudiado por la humanidad con las decrépitas excepciones de Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, lo cual no suma gran cosa. Sólo queda esperar a Trump, ver qué hará la Iglesia con la carta blanca que recibió del Papa y cómo actuarán en consecuencia los generales limpios de narcotráfico que pusieron esa cara de aprobación cuando Padrino califico de «atrocidades» lo que, por orden de Maduro y beneplácito de Cabello y Al Aissami, ha venido haciendo el aparato represivo de madurismo.