Al momento de escribir este informe, se conmemora en Venezuela el Día del Ejército. La institución castrense no pasa por su mejor momento ante los ojos de sus compatriotas, quienes ven como los uniformados, herederos del Ejército libertador, ahora solo conocen las batallas libradas contra quienes juraron defender. «- General, ¿en cuál batalla peleó usted que tiene tantos soles? – En la Batalla de la autopista Francisco Fajardo. -¿Contra cuál ejército? -¡El del pueblo!». Parece un chiste, pero no lo es. Las fuerzas militares están en sus horas más bajas, lo cual puede terminar causando un quiebre de magnitudes insospechadas dentro de sus filas.
Si Maduro ha logrado mantener la unidad de las Fuerzas Armadas, debe agradecérselo a Vladimir Padrino López. Debemos recordar aquel episodio del 6 de diciembre del 2015 en Fuerte Tiuna. Estaban en un mismo cuarto el presidente, el ministro de la Defensa y Diosdado Cabello Rondón, quien estaba dispuesto a perpetrar el mayor fraude electoral de la historia venezolana con tal de no perder la Asamblea Nacional. El general Padrino López, a pesar de las amenazas del capitán Cabello Rondón, se negó y tuvo que reconocerse la aplastante victoria opositora.
No es que Padrino López sea un héroe. Su valor radica en la capacidad que tiene para leer el ánimo de los cuarteles y ejercer una posición de mensajero efectivo de los mismos. Fue lo que ocurrió el 6 de diciembre. Por eso, en el momento en el que el ratificado ministro de la Defensa deje de ser un interlocutor válido entre los cuarteles y Miraflores se producirá el quiebre definitivo de los militares con el régimen.
A modo ilustrativo, viene al caso una anécdota en particular. En octubre de 1987, el periodista Rafael Poleo, entonces también diputado y miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, cenaba en casa de Pedro Estrada en París tras viaje en el marco de sus funciones parlamentarias. Mientras departían quienes se habían enfrentado políticamente cuando uno era gobierno y el otro activista opositor, suena el teléfono en la residencia parisina. La voz al otro lado del auricular informa desde Caracas que unos vehículos blindados de la Fuerza Armada acababan de rodear el ministerio del Interior y Justicia. Ahí se encontraba el presidente encargado Simón Alberto Consalvi, ya que Jaime Lusinchi estaba de viaje. Es el episodio que fue llamado en la prensa «el paseo de los tanques», el cual no pasó a mayores porque uno de los jefes militares encargados de la intentona entendió mal una seña. Al recibir la información, Estrada llamó a Marcos Pérez Jiménez a Madrid. Tras relatarle lo que estaba sucediendo en Venezuela, le pasa a Poleo. «Como antiguo conspirador, le digo que en estos casos, lo primero que hay son las murmuraciones, que son como una cosa muy basta, un ruido de gente que dice cosas que uno no puede oír muy bien qué son pero que por el tono son expresiones de disgusto. Después viene el rumor, que son falsas informaciones y noticias sobre hechos adversos al gobierno, que no son verdad pero indican lo que la gente quisiera que fuera verdad. Luego viene el conato, que es una explosión aislada de golpe muy localizada y que generalmente se disuelve sin mayores consecuencias, pero son síntomas de descomposición en las Fuerzas Armadas. Después, viene la asonada, que es un golpe que fracasa porque algunos de los comprometidos se echan para atrás a última hora. Y después de eso es que viene el gran carajazo», ilustró el ex dictador. ¿Sabrá Padrino López leer en cuál fase estamos?
Un tema de seguridad regional
La crisis venezolana ocupa al mundo por su importancia geopolítica. Esto lo ha entendido mejor la administración de Donald Trump que la de Barack Obama. El madurismo es un proyecto político que se propone convertir a Venezuela en un centro de operaciones anti-americanas que desestabilice y antagonice contra Estados Unidos a toda la región. Lo que ocurra en Venezuela afectará a toda América Latina y, en consecuencia, los intereses estadounidenses.
Como en la región no hay nadie que le llegue a los talones a Estados Unidos en cuanto a influencia y poderío militar, de lo que hay que estar pendientes es de si en el norte tosen. Para Washington, es de especial importancia la penetración e instrumentalización de Venezuela como base de operaciones del terrorismo islámico. También inquieta a la Casa Blanca la penetración de Rusia en áreas de sensibilidad estratégica como la energía. La hipoteca de CITGO a una petrolera rusa supone la presencia de Moscú en los surtidores de gasolina que mueven el parque automotor de Estados Unidos. El tema del narcotráfico es importante en cuanto a que es la caja chica del terrorismo islámico junto a la venta de petróleo en el mercado negro y, además, abre rutas que aprovechan los fundamentalistas.
Este complejo escenario es una bomba de tiempo que está llegando a la hora de su explosión. ¿Sabrá interpretarlo Padrino López, a quien ya apodan «El Ruso»?