El jefe se cree brujo sin conocer la hierba

La Constituyente, la falta de efectivo en los bancos, las adjudicaciones de las bolsas Clap con comida mexicana y la vacunación solamente a los niños con carnet de la patria todo parece reventar en problemas que nunca fueron previstos.

Desde el primer momento en que se anunció la elección de una Asamblea Constituyente conformada por 545  «constituyentistas», estaba claro que el modelo del invento era comunista, dado que la Asamblea Nacional del Poder Popular Cubano es de 612 diputados, el parlamento de China sigue siendo de 3.000 diputados, y la «duma» (parlamento) ruso, consta de 450 miembros, herencia del sistema anterior soviético.  Cabe agregar que en muchos casos, al igual que en la Constituyente venezolana, los miembros son elegidos,  la mitad con un sistema «proporcional» y la otra mitad por «pluralidad en distritos de miembros únicos», lo cual  se parece más a la designación a dedo que a una votación donde participan todos los votantes inscritos en el padrón electoral nacional.

La finalidad de esos gentíos sentados en una sala (inmensas en Cuba, China o Rusia, apretada en Venezuela) es que ninguno de los diputados posea poder de decisión alguno, pues están diluidos por ser un montón de gente.  En la Asamblea Nacional Constituyente venezolana, un viejo militante de la izquierda como Earle Herrera, acaba de descubrir que ni reuniendo entre los 545 «diputados» un grupo deseoso de imponer sus propuestas, tiene la posibilidad de que por lo menos, esa iniciativa fuese discutida. Elemental, mi querida Watson.

Cuidadosamente calculadas para servir de parapeto a los respectivos regímenes dictatoriales, esas «Asambleas» que evitan llamarse parlamento y menos senado, suelen servir de barniz «electoral» a las decisiones del Ejecutivo.

Volviendo ahora a las «asambleas» citadas de ejemplo, la de Cuba fue hechura de Fidel, la de China de Mao, la de Rusia sigue siendo de Stalin. Todas fueron instauradas a velocidad relámpago, sobre las ruinas del sistema anteriorvencido por las armas y todas datan del inicio o la mitad del siglo XX.  La actual venezolana, en cambio, nació en un país de fuerte arraigo democrático, en una época en que en todo el mundo occidental no se acepta ninguna dictadura, y sobre todo, fue instaurada en circunstancias escandalosamente fraudulentas, como ya fue denunciado por quien contó los votos que es la empresa Smartmatic y por la fiscal general Luisa Ortega Díaz, quien afirmó que el número de votos que eligieron la constituyente fue de 2 millones y que los empleados públicos fueron chantajeados con amenazas de perder el trabajo si no acudían a votar.

Con la constituyente venezolana, no estamos en el siglo XX, sino en una época en que todo se sabe y todo se difunde, fuese por los medios abiertos de radio y TV, o por las redes sociales. Esconder los deseos y las desaveniencias que necesariamente deben surgir cuando 545 personas no comparten los mismos criterios, se podía antaño, pero es imposible en la era del internet, por más que el gobierno intente acallarlo.

Obviamente, con esa ANC venezolana, se quiso imitar a los maestros y lo que salió es un error en el tiempo, las circunstancias y  los adelantos técnicos.

Metas y tareas inaceptables

Así como las imitaciones improvisadas a destiempo suelen traer resultados inesperados, también el funcionamiento de esa constituyente venezolana intentó imitar a sus poderosas antecesoras, sin tener ella prudencia y el decoro de ellas. La primera meta de todas esas asambleas, siempre ha sido que la obediencia al ejecutivo debe ser ciega. A menudo, ni siquiera hay un debate, -¿se imagina a 500 o 3.000 diputados pidiendo por turno un derecho de palabra para debatir sobre alguna ley? ¿Cuántos meses tardarían para pronunciarse en un solo punto?

Ese tipo de asamblea está concebida para no debatir, mucho menos censurar. Su finalidad es aparentar una separación de poderes, sin jamás ejercerla. El problema es que si el Ejecutivo sin control  se equivoca, toda la nación pagará por el error. Si el jefe se cree brujo y no es sino un aprendiz, lo más inesperado pueden ser las consecuencias.

El aprendiz de brujo

El cuento del aprendiz de brujo fue  ilustrado por un famosísimo corte musical de Walt Disney, donde el aprendiz es un  personaje popular y simpático, pero cuando esto ocurre en la gestión de un país, los percances creados por la ineptitud dejan de ser divertidos.

Un ejemplo sencillo de esos ensayos a ser brujo sin conocer las hierbas, ha sido el fallido intento de retirar de la circulación el billete de Bs.100. Todavía recuerdo la acumulación de gente desesperada, con pacas de billetes de 100 en la mano aglomerándose frente al Banco Central en Caracas, cuando Maduro declaró en diciembre del 2016 que si no son declarados en 72 horas, al cabo de ese lapso ya no podrán circular más. Fue justo para amargarle la Navidad a toda la nación, porque si no me equivoco, esa orden fue dada el 10 o 15 de diciembre. ¿Y qué pasó? Estamos en septiembre del 2017 y el famoso retiro del único billete que sirve en la vida diaria, el de 100, sigue vivito y coleando, renovada su circulación cada dos o tres meses.

Igual pasó con el repetido aumento del dinero circulante. Cada vez que deciden aumentar los sueldos que a su vez aumentan los precios, hubo que poner a «circular» en las cuentas electrónicas sumas de bolívares que el Banco Central no está en capacidad de imprimir en una cantidad por lo menos proporcional a la masa circulante.  El caos bancario que existe hoy en día en Venezuela frente a los cajeros que limitan la entrega de efectivo, la ausencia de puntos de venta que acepten las tarjetas de débito y la necesidad que tiene la gente de lo estricto mínimo en dinero efectivo, amenaza a paralizar al país.

Aquello es otro ensayo que termina en un embudo y se transforma en un calvario para la población.

El carnet de la patria

Muy ingenioso fue el control de la población chavista con un carnet de la patria dotado del chip electrónico que registrará cada movimiento importante del beneficiario en cuanto a su obediencia al régimen. Es ese carnet, el sueño  hecho realidad de cualquier dictador para controlar a la población.

Nadie pensó en que algún día, el carnet será una prueba acusatoria en los tribunales, por la violación de Derechos Humanos desde el momento en que se le utiliza como instrumento discriminatorio de la población (ojo, la discriminación en un delito universal), para dotar a unos y discriminar a otros. De todo lo que se ha dicho hasta ahora del carnet de la patria, lo más grave para el gobierno es el haber anunciado que sólo serán vacunados los niños que tengan ese carnet: «con el carnet de la patria se le administrará la vacuna», dijo el vicepresidente Tarek El Aissami públicamente en consejo de ministros. Me pregunto si se dio cuenta de que de ser así, incurre en un grave delito de discriminación y lesa humanidad, porque no se trata de vacuna pagada versus la gratuita, sino de que vacunas no hay y las que llegan, el vicepresidente anuncia que serán distribuidas discriminatoriamente.  Creo que con el carnet, alguien agarró la escoba, pero no le resultó mágica y ahora hace de las suyas.

Las bolsas Clap

Para cuando aparecieron las bolsas Clap, así llamadas por ser producto del «Comité Local de Abastecimiento y Producción», Venezuela ya había olvidado los tiempos cuando la producción nacional de alimentos en muchos aspectos era autosuficiente y en otros hasta podía exportar (ej. café, cacao, arroz y maíz). Para cuando llegaron los clap, hace tiempo que la producción nacional ya estaba destruida.

Al igual que las vacunas, el remedio de entregar comida en bolsas Clap es selectiva. Pero hay algo peor: resultó ser una fuente de irregularidades en su adquisición y venta, debido al juego de los cuatro tipos de cambio que afecta al bolívar. La denuncia hecha por la Fiscal Luis Ortega Díaz de que la traída de los alimentos de las bolsas Clap, comprada en México era un negocio donde estaba involucrado Nicolás Maduro y la subsiguiente preocupación del gobierno de México de verse involucrado en lo que se denunciaba como grandes ganancias poco santas para quien las obtenía, amenaza a convertir los Clap en otro escándalo internacional de millonarias cifras. Pareciera que también en eso, el aprendiz manejó mal la escoba. Veremos en qué para eso. Temo que pronto habrá escasez de Clap, oficialmente por culpa de las sanciones provenientes de Estados Unidos y Europa, pero de hecho, ventiladas en los tribunales.

Allí me paro. Faltaría revisar uno por uno, los demás trastornos creados a la ciudadanía por los errores de los aprendices, tales como el baile de los bolívares con en pareja con el dólar libre, el semi libre y el de a Bs.10, pero es que se cansa uno de tantos temas candentes, sobre todo cuando revientan todos al mismo tiempo.