Venezuela

Le Monde: Un fenómeno totalitario se está instalando en Venezuela

De Chávez a Maduro, Caracas ya es un caso ejemplar de post-verdades repetidas en Francia por (el partido de) los Insumisos y otros agentes de influencia, advierten tres intelectuales venezolanos en una tribuna del “Le Monde”.

Tribuna de LE MONDE | 18.09.2017

Traducido para Zeta.

Elizabeth Burgos, Pedro José García Sánchez y Sarai Suárez. Historiadora, sociólogo, periodista : somos tres venezolanos de distintas generaciones, que vivimos y trabajamos en Francia. Dedicados a las Ciencias Sociales y las Humanidades, por décadas seguimos manteniendo una estrecha relación con Venezuela, encuestamos sobre sus problemas sociales, ciudades y patrimonios; nos hacemos preguntas acerca de sus casos de violencia, su democracia y sus paradojas. Los tres hemos cultivado nuestras sensibilidades y la práctica de la izquierda al lado de guerrilleros que pasaron a ser icónicos, en los barrios en los que algunos de nosotros crecimos, con la experiencia en el terreno en los diversos estratos que componen esa sociedad.

 Es por eso que nos invade la indignación cuando en desmedro de toda la realidad de los hechos, unos revolucionarios de salón, unos políticos negociantes y unos expertos bajo contrato intervienen en el debate francés para martillar sus contraverdades acerca de Venezuela.

¿Qué es hoy Venezuela? Un país reducido a instituciones carcomidas por la corrupción, sistemas de salud y educación desmantelados. Un país sin estado de derecho, donde reina la impunidad con la excepción de los 600 prisioneros políticos a veces juzgados en tribunales militares y con frecuencia torturados. Un país donde la economía en ruinas está controlada con mano de hierro desde hace casi 20 años, por un gobierno dispuesto a lo indecible para mantenerse en el poder.

Un país cuyo pueblo está hambriento, engañado, maltratado, amordazado. Un pueblo cansado de las continuas tensiones y de las penurias propias de un país en guerra, que sin embargo ya no existe en Venezuela desde el siglo XIX. Mientras las auténticas democracias europeas y las de las Américas por fin salen de su entorpecimiento y denuncian, sin ambigüedades, las mafiosas y deshumanizantes prácticas gubernamentales que ya son normales en Venezuela, aparecen entonces los portavoces del régimen con una ofensiva para edulcorar y relativizar la tragedia en curso. Su misión: enredar los datos, difundir en Francia y Europa un contenido de pura propaganda.

La desinformación va a toda marcha. A los tradicionales “Insumisos” (partido político francés afín al chavismo) y otros acólitos, se les agregan ahora los formadores de opinión que se atribuyen a si mismos una competencia auto proclamada. Unos pretendidos expertos asaltan los medios. Con una extraña obstinación, recitan en la televisión, la radio, la prensa y en los sitios de información, el breviario chavista. ¿Qué es lo que dicen? Que no hay dictadura porque hubo elecciones; que la oposición es mayoritariamente de la extrema derecha y además, no es capaz de ser gobierno ; que los prisioneros políticos son unos agitadores, unos criminales e incluso terroristas; que la caída de los precios del petróleo y la guerra económica llevada por la oligarquía venezolana y el imperialismo norteamericano son las causas de la crisis y las penurias; que las interpelaciones acerca de la justicia y la democracia, efectuadas por la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea y numerosos países son una injerencia que hiere a un país soberano y por lo tanto, esto constituye una fuente de inestabilidad. En el mejor de los casos, los problemas son a veces reconocidos como una deformación “madurista” del proyecto chavista, cuya pureza y pertinencia se mantienen intactas.

Mientras el Alto Comisionado de las Naciones Unidos por los Derechos del Hombre, o la ONG Human Rights Watch, ya han revelado públicamente la abrumadora responsabilidad del Estado venezolano y sus bandas armadas en la asesina represión de los manifestantes, la desinformación actúa. Instala metódicamente una telaraña que no es solo comunicacional.

Para el poder y sus aliados, se trata de juntar en un paquete ideológico un número escogido de tácticas cínicas y violentas, destinadas a esconder la verdad desnuda, que es la voluntad de mantenerse en el poder a cualquier precio. ¿A qué apunta ese festival de postverdades? ¿Qué gana la corte castro-chavista francesa al rechazar el razonamiento de investigadores franceses (historiadores, sociólogos…), cuyos trabajos son sin embargo una autoridad? ¿A quiénes les convienen los términos de ese debate? No se trata de un conflicto más. Se trata de reforzar la polarización y resguardar el poder existente de cualquier acercamiento a una serena consideración de la crisis venezolana.

Entretanto, el pueblo venezolano huye de su país: más de dos millones de ciudadanos ya han escogido el exilio – el éxodo más numeroso de toda su historia. ¿De qué huye? Del ahogo por falta de libertad, de la hiperinflación (récord mundial por tercer año consecutivo) y de una tasa de homicidios entre las más altas del mundo.

Si el bolivarianismo pasó a ser “salvaje” con Nicolás Maduro, esto significa fundamentalmente que el chavismo, como proyecto de sociedad, fracasó.