Orlando Viera-Blanco: «El Gobierno se ha burlado de la Comunidad Internacional»

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Traje a rayas con una cinta tricolor en la solapa y lentes de montura rojos.  Así lucía Orlando Viera-Blanco en el café madrileño donde acordamos la entrevista. Era un día lluvioso de otoño, pero eso no era importante. Lo que predominaba eran las ganas de hablar de Venezuela, de mostrar una visión particular, propia de este venezolano que reside en Canadá, donde ha constituido una ONG llamada Canadian Venezuelan Engagement Foundation, desde donde lucha por los Derechos Humanos en nuestro país. Es abogado, politólogo, columnista, profesor de cultura política y asesor de la Asamblea Nacional de Venezuela. Y hemos querido hacerle una entrevista exclusiva para Revista Zeta y así conocer sus puntos de vista con respecto a la situación actual del país y de la Comunidad Internacional, luego de las elecciones regionales del pasado 15 de octubre.

¿Quién es Orlando Viera-Blanco?, le hemos preguntado, a lo que ha contestado lentamente: “Me defino como un venezolano quijotesco, apasionado de mi país, a quien la vida ha llevado a cabalgar de lo que vivo, que es el ejercicio y práctica del derecho a nivel internacional en propiedad intelectual, así como la defensa de la vida republicana, la Democracia y la restauración de la libertad en Venezuela. De manera que soy un incansable luchador por la recuperación del país y por el retorno de esa diáspora que, de algún modo, tanto sufre fuera de nuestra Venezuela, creo en esa posibilidad, soy un creyente de la recuperación del país; no solamente de la recuperación republicana sino del rebote país que no se ha visto jamás en la historia de Latinoamérica. Ese es el potencial de Venezuela: su gente”, comenzó Viera-Blanco, quien tenía ya enfriando el café.

Para profundizar en esa lucha que ha llevado a cabo por la defensa de las libertades y los derechos de los venezolanos, le hemos pedido más detalles sobre su trabajo. “Yo me he enfocado en ser un enlace entre la dinámica política interna de Venezuela, con lo que yo creo puede ser el factor decisivo de desenlace en el país, que es la Comunidad Internacional. A lo interno, he sido asesor de grupos y líderes políticos y actualmente, de la Asamblea Nacional, a partir de su instalación en 2016, cuando empezamos a perfilar, junto a la Comisión Permanente de Política Exterior de la AN, lo que es nuestra visión sobre la intervención decisiva de la Comunidad Internacional, que no es otra cosa, primero, que caracterizar el régimen que tenemos en el país, lo cual hasta hace nada era difícil de determinar, ya que parecía que hablar de Dictadura en Venezuela era un tabú. Segundo, a partir de esa caracterización y de subirle el velo a lo que ocurre en Venezuela, que no es una Dictadura convencional sino que es una Dictadura que además acumula otra serie de elementos de orden criminal y además de orden radical, como ser centro de acopio de grupos terroristas, bueno, a partir de allí, empezar a manejar los conceptos internacionales que comporta esa actitud”, señaló el letrado.

“Venezuela va mucho más allá de lo que fue en su momento el Manuel Noriega de Panamá o el Ceausescu de Rumanía; Venezuela es un estado criminal ausente absolutamente de instituciones y secuestrado por una suerte de ocupación mafiosa que debe ser reconocido así, no como una neodictadura gendarme, convencionalmente policial, sino como una dictadura que además arrastró y saqueó a toda una República hasta confines de tenencia y de control geopolítico”, enfatizó.

Entonces, ¿cómo encaja en ese ajedrez la Comunidad Internacional? Y es aquí donde Viera-Blanco comienza a exponer más detalladamente su visión. “Si la Comunidad Internacional reconoce que estamos en presencia de un Estado Paria que merece la aplicación de principios internacionales, como el Principio de la responsabilidad de proteger, que es el principio que, según el capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, justifica la intervención Humanitaria, eso, articulado con un basamento jurídico de enjuiciamiento y procesamiento de delitos de lesa humanidad, es mucho lo que tiene que decir la comunidad internacional en materia de intervención, de defensa de DDHH y de delitos de lesa humanidad, porque no podemos seguir en este siglo XXI hablando de no intervención o de autodeterminación de los pueblos, cuando los pueblos no comen, cuando en los pueblos no hay libertades ciudadanas y cuando los pueblos se ven defraudados. Un país que está siendo exterminado humanamente necesita que intervenga una comunidad internacional”, ha explicado el politólogo y ha parado a tomar un sorbo de su café.

Pero los últimos acontecimientos en Venezuela, luego de las tan controvertidas elecciones regionales del pasado 15 de octubre, se parecen menos a un café y más a un ron seco.  El acontecimiento ha sacado a la palestra todos los trapos sucios de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), esa gran coalición que tanto ha costado construir para poder luchar, al menos, como David contra Goliat. ¿Cómo queda entonces parada la oposición venezolana frente a la Comunidad Internacional, de la que que tantos apoyos -en conjunto- ha conseguido para luchar contra el tirano? “La política es diacrónica, la política no se reduce a un día ni a un mes. Ha habido toda una cadena de decantación de acontecimientos que permiten concluir hoy que todas esas elecciones fueron siempre, de alguna manera, fraudulentas, maniqueas, aventajadas por un Gobierno que en términos de propaganda, recursos, manejo y movilización de la gente, presión al voto vigilado y un largo etcétera, generó, no solamente victorias que a lo mejor se las puedo reconocer a Chávez, pero digamos, unas holguras que de pronto no tenía y, últimamente, convirtió en victoria realmente derrotas electorales. Entonces, la Comunidad Internacional empieza a generar una ruta que es: vamos a agotar, diplomáticamente hablando, los últimos elementos nuevamente de diálogo, de negociación –si es que puede haberla- para lograr el menor costo ciudadano posible y la restauración, no solamente de la Democracia, si no de la vida, de la dinámica normal, la devolución a la gente de un mínimo de protección y seguridad”, explicó Viera-Blanco.

“Es la propia Comunidad Internacional la que dijo “hay que votar”, pero en una votación justa y transparente. Cuando se da cuenta de que no fue así y de que este Gobierno se ha burlado de la buena fe de esa propia Comunidad Internacional, entonces hemos avanzado un paso más en esta interminable espera de lo que es el caso venezolano para que la Comunidad Internacional diga: se te han dado todas las oportunidades, se ha creído, incluso, en la buena fe de ir a unas elecciones que mínimamente resultasen transparentes, justas e imparciales y no fue así, y ahora tenemos un mega fraude y la Comunidad Internacional tiene un nuevo elemento más, una gran acumulación de elemento no solamente de violación de DDHH, de torturas, de detenidos, de encarcelados, de exterminio humano, entonces es cuando esa Comunidad Internacional dice: tenemos que hacer algo”, enfatizó.

Los errores y aciertos de la MUD

En los últimos días, han crecido de manera exponencial las críticas a la Mesa de la Unidad Democrática, dentro y fuera del país. Y es muy fácil criticar cuando hay errores claros y la mayoría del país está cansado, agotado de tanta montaña rusa emocional. Pero no todo ha sido malo. La MUD ha sido un factor clave en la lucha contra el régimen de Nicolás Maduro. Y Viera lo ve de esta manera: “A lo interno, los venezolanos tenemos que reconocernos nuevamente como una sociedad fragmentaria y desagregada donde los actores políticos no han sido la excepción. Se apostó a la unidad hasta un momento en que las cosas llegaron a un punto climático y yo te diría que es el típico caso donde cada quién tuvo razón para sentirse conforme o frustrado con lo que fue el desenlace de la protesta. Se hizo un esfuerzo muy grande desde el punto de vista ciudadano, para que de pronto no se viesen cumplidas las expectativas que se vendieron. Eso, sin duda alguna, generó una fractura que colocó a la oposición prácticamente en dos bandos: los abstencionistas y los pro-electorales. ¿Qué hay que hacer? Bueno, la negociación y el diálogo no es ahorita necesariamente Oposición-Gobierno”.

Los venezolanos y este liderazgo político tienen que sentarse a tratar de salvar esa unidad, porque sin unidad va a pasar lo pasó en las elecciones ahorita, que al haber un mega fraude en tus narices todo ese sector de oposición que llaman radicales, simplemente, no estuvo presente para salir a la calle y defender ese voto, porque además, no votó; entonces a quien está agrietando realmente esta situación de fragmentación y división es a la oposición que está a riesgo, por cierto -y esta es mi preocupación- que así como te digo que la Comunidad Internacional puede intervenir, también se va a preguntar: bueno y ¿cómo intervengo, con quién construyo yo una transición consensuada, con quién genero yo realmente un Gobierno de consenso alternativo? Que no te sorprenda que ante una oposición dividida, esa ANC ilegítima hasta de pronto se piense anticipar elecciones presidenciales con una oposición dividida. Esto, los políticos que tienen en este oficio una profesión tienen que sentarse y decantarlo. El liderazgo tiene que ser proporcional a ese esfuerzo ciudadano, tanto el que se abstuvo como el que votó”, ha reflexionado el entrevistado.

Ante este panorama, nos preguntamos: Y entonces, ¿Qué va a pasar ahora con la oposición venezolana?. “Yo creo, honestamente, que este ejercicio de mea culpa implica no caer en el lugar común de decir: ´yo no fui´ o ´yo te lo dije´. Lo que va venir es una suerte de reacomodación o de re aglutinamiento de esa incidencia, creo que se va a calentar la calle nuevamente y creo que el que se pliegue rápidamente a ese sentimiento combinado de captar un liderazgo, de captar a una población que quiere de sus líderes que le digan: primero, soy responsable; segundo, asumo esa responsabilidad; tercero, es verdad, la protesta tiene que ir a un punto que traiga resultados y cuarto, aquí es poco posible que se negocie porque ya habiéndolo hecho no sucedió nada; quien se enfoque en esos parámetros logrando un ejercicio supremo de reunificación, va a captar entonces en este momento una incidencia acéfala de liderazgo”.

Finalmente, Viera-Blanco insistió en la importancia de la Comunidad Internacional para la reconstrucción del país. “Tenemos que hacer un esfuerzo en nuestra política para que no se pierda la credibilidad ante la Comunidad Internacional, porque si a lo interno no se es capaz de superar diferencias, aquí hay que recoger esos vidrios rotos o pegar esos vidrios rotos de una manera noble y elevada, porque estamos a riesgo en este momento de que todo el trabajo logrado internacionalmente se pierda en diferencias irreconciliables, lo cual sería -diría Camilo José Cela- un absorto de estupidez”, finalizó.

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