Levantemos nuestras miradas desde el ombligo para ver el horizonte

El vicepresidente nacional de AD, Antonio Ecarri Bolívar llama la atención sobre la necesidad de crear un programa de gobierno inclusivo, con un candidato único para la Presidencia de la República.

Desde Acción Democrática nos hemos empeñado en proponer un pacto de gobernabilidad; un programa mínimo de gobierno y un candidato único escogido en elecciones libérrimas, universales, directas y secretas como le corresponde ejemplarizar al campo democrático. Hacer lo contrario sería seguir viéndonos el ombligo y exhibir unas carencias que ya son del dominio público y, de no corregirse, va a continuar incrementándose el desaliento en la mayoría democrática venezolana. Y esa -la mirada gacha opositora- es la única arma, ni tan secreta, que tiene éste régimen minoritario para continuar en el poder.

El tema de la mirada hacia el ombligo me recuerda una anécdota que me refirió, hace años, Manuel Caballero. Una vez me dijo, palabras más o menos, lo siguiente: “En un acto del MAS les dije a mis compañeros que no crecíamos, que no conectábamos con las grandes mayorías nacionales, porque nuestros dirigentes se la pasaban viéndose el ombligo.  Como me parecía que no entendían, les anuncie que se los iba a graficar conmigo mismo. Acto seguido, continúa Manuel su relato, me subí con mi inmensa humanidad a una mesa y poniéndome de espaldas al público y doblándome para verme el ombligo, les pregunté: ¿Se dan cuenta qué ocurre al verse el ombligo? Pues se enseña el lugar donde la espalda pierde su nombre. Hubo carcajadas, pero al fin me entendieron”. La anécdota viene a cuento al ver a una parte de la oposición arriesgando enseñar lo que indicaba Caballero, con su ingenioso ejemplo.

En pleno siglo XXI hemos girado nuestros talones en sentido contrario al progreso. Hemos retrocedido a la época de las montoneras del siglo XIX y deben quedar venezolanos que le pongan coto a esta situación con seriedad, coherencia, sentido de grandeza y no seguir apostando a quiméricas ilusiones, como las de quienes apuestan a que vengan fuerzas extrañas a salvarnos, por el albur de un golpe de Estado o un supuesto desembarco de marines en nuestras costas. A estas alturas, seguir creyendo en caudillos que vendrán con sus proclamas salvadoras, como los Monagas, Guzmán, Zamora o Falcón, es hacer pipí contra el viento de la historia.

Vamos a hacer el esfuerzo de empinarnos por encima de nuestras aspiraciones parciales, por muy legítimas que sean, para pensar en esta pobre y querida nación que se nos despedaza a ojos vista. Levantemos nuestras miradas desde el ombligo para ver el horizonte. Vislumbremos, aunque sea por un instante, una alternativa democrática unida, coherente, con un programa de gobierno inclusivo, con un candidato único que será el seguro Presidente de la República y todos detrás de ese gobierno, apuntalándolo para que tenga éxito y reconstruya a Venezuela. ¿Será mucho pedir? porque si lo es, sería una mezquindad irresponsable y se perderá Venezuela. Ya que hoy hablamos de nuestras fatalidades históricas, recordemos la terrible premonición del Libertador: “Unión, unión o la anarquía os devorará”.

aecarrib@gmail.com

@EcarriB.

Salir de la versión móvil