El movimiento militar que se inició en los cuarteles pudiera ser el gran enterrador de la Fuerza Armada, tal y como la conocemos. Su desprestigio se ha acentuado con Maduro quien los ha responsabilizado de áreas en las que el régimen ha fracasado, creando una complicidad crematística para asegurar su permanencia en el poder.
Por ALFREDO MICHELENA
Al grito de “Llegó la hora de una nueva revolución en PDVSA”, Maduro nombró a un general de la Guardia Nacional como presidente de lo que fue “la gallina de los hueveos de oro” de Venezuela, confirmando la tendencia de militarización del régimen.
La militarización del poder
En 1958 se inició el período más largo en que los civiles han gobernado en los 200 años de la República. Con Chávez volvió el militarismo. La constitución de 1999 no solo le dio el voto a los de verde sino participación en el desarrollo del país y por ende en el gobierno, lo que estaba reservado a los civiles anteriormente.
La idea de una revolución cívico-militar no es de Maduro, pero ha sido él quien más la ha cultivado por la necesidad de asegurar un apoyo de este sector al compartir responsabilidades y “beneficios”.
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De las 20 empresas militares existentes, que van desde lo agrícola a lo petrolero, pasando por construcción y finanzas, 14 se han creado con Maduro. Además la ONG Control Ciudadano reportaba que ”para noviembre de 2016, los militares controlan el 29,03% de los ministerios del gabinete presidencial”, para junio de 2017 esa proporción alcanzó el 37,5 %, más 52 % de las gobernaciones en Venezuela. Es la ”colonización militar de la administración pública”, según el profesor de la USB, Luis Alberto Buttó, quien señala que ellos “… terminan con más poder aunque no sean mayoría con respecto al total del gabinete. (sino)… porque ocupan los cargos de mayor impacto, por lo que tienen más preponderancia en términos cualitativos”.
Maduro dice que los nombra por su “capacidad para cumplir órdenes”. Benigno Alarcón, de la UCAB, prefiere hablar de “compra de lealtades” que ”lo hace pagándoles mucho más o dándoles posiciones desde las cuales se puedan enriquecer”. Ese “saber obedecer”, es más bien una “obediencia negociada” que en cualquier momento puede cambiar y de hacerlo coordinadamente provocaría un Golpe de Estado
Poder, negocios y desprestigio
Según las encuestas, hay un creciente desprestigio de la corporación en especial, pues Maduro los ha hecho responsables de asuntos claves y críticos como la distribución de alimentos y medicinas. Ellos han estado involucrados desde la Misión Mercal de 2003 en el tema de la alimentación. De los siete ministros de alimentación seis han sido militares. Y 36 oficiales superiores del Ejército, según una investigación de Armando.info son responsables de la “importación, producción y distribución de alimentos en Venezuela” entre 2013 y 2016. En junio de 2016, esto cambia y es la corporación militar la que se encarga de la creación de la “Gran Misión Abastecimiento Soberano”, con un ”Comando” responsable de “dictar resoluciones sobre la compra, comercialización y distribución de alimentos, medicinas y productos de higiene personal y aseo del hogar, subordinando a su control los ministerios encargados de esas labores” como lo resume Reuters. Lo que los convierte en responsables del hambre y la escasez en el país.
Una investigación de Associated Press (AP) revela que “… el tráfico de alimentos se ha convertido en uno de los negocios más grandes de Venezuela…Y desde los generales hasta los soldados de infantería, los militares están en el corazón de esto, según documentos y entrevistas con más de 60 funcionarios, empresarios y trabajadores, incluidos cinco ex generales”. Los militares no han sido nada eficientes, recordemos como se perdieron miles de toneladas de alimentos en el caso “Pudreval”. En cuanto a la corrupción, AP señala además como el Gen. Marcos Torre, ministro de Alimentación, sancionado por la AN, entregó contratos a empresas de dudosa condición y que al menos su entorno habría recibido sobornos.
Militares y petróleo
El primer presidente de PDVSA fue el general Rafael Alfonzo Ravard, ingeniero graduado en Harvard, que había sido presidente de Corporación Venezolana de Fomento y de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), donde inició todos los grandes desarrollos de esa zona como la represa del Guri, el complejo siderúrgico y Ciudad Guayana. Fue miembro de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela. Simplemente no hay comparación posible con MG Manuel Quevedo nombrado como presidente de PDVSA y Ministro de Petróleo, quien hasta ahora se le había conocido por su acción en la represión de este año a los manifestantes, tanto que ha sido incluido en las listas de sancionados por Canadá. Pero no en la de los EE.UU.
Camimpeg
En 2016 Maduro crea la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y Gas (Camimpeg) con una gran autonomía de gestión ya que el TSJ dejó a la Contraloría Nacional sin la facultad de fiscalizar estas empresas.
A Camimpeg le asignaron el Campo Urdaneta, ubicado en el estado Zulia y los muelles Alí Primera y Pedro Lucas Urribarrí. A estos fines debió contar con el concurso de la firma de ingeniería Southern Procurement Services (SPS), registrada en 2011 en el Reino Unido por venezolanos. Lo insólito es que esta inexperimentada empresa que vino a darle sustento técnico a la militar, logra en esta asociación un contrato para reactivar 1 mil 500 pozos petroleros. En consonancia con Quevedo, el general Benavides Torres, directivo de Camimpeg, fue sancionado por EE.UU. en 2015 por represor de las protestas de 2014. También en esa directiva está la vicealmirante, Maribel Parra, quien es a su vez Vicepresidenta ejecutiva de PDVSA.
Corrupción
Según la Comisión de Contraloría de la AN, en la gestión de Rafael Ramírez habrían irregularidades por al menos US$11 millardos. Pero para Maduro es algo nuevo. “He descubierto corrupción en sectores que se les entregó el poder de la nación, en PDVSA”, dice. Y nombra a Quevedo para combatirla. La “olla” habría sido destapada por Tarek William Saab, al denunciar irregularidades en PDVSA y proceder a detener a 42 empleados incluyendo siete altos funcionarios.
Para la periodista Maibort Petit, estas denuncias no tocan el corazón de la corrupción que se ha venido descubriendo en EE.UU. con el juicio contra los empresarios venezolanos Roberto Rincón y Abraham Shiera por sobornos a PDVSA. Lo sucedido en PDVSA Oriente más bien “obedece a retaliaciones y a guerras internas por el control de la compañía que ahora se encuentra bajo la tutela de Nelson Martínez, un veterano ejecutivo que reemplazó a Eugenio Del Pino”, nos dice.
A Maduro esto se le da muy bien pues, por esta vía puede justificar lo injustificable: la precipitosa caída de la producción petrolera y tener como chivo expiatorio a los militares. Haciéndolos cómplices los hace leales, pues saben que no se salvarán del escrutinio al salir el régimen y se aferrarán a las mieles del poder.