El hambre del pueblo no provocará la salida de Maduro, porque esté la ha usado a su favor con el Carnet de la Patria. Necesitamos una oposición unida, con una estrategia eficaz para salir de este régimen.
Hace 20 años, Irene Sáez, Miss Universo 1981, era favorita para ganar la presidencia con 40% de intención de voto. Luego venía Claudio Fermín con un 14% y en la cola con un 10% Henrique Salas y Hugo Chávez. Un año después el coronel golpista ganaba la presidencia y empezaba este largo camino de destrucción a que nos han sometido estos aprendices de brujos.
De las vacas enanas y de los conejos gigantes de Fidel Castro, pasando por los gallineros verticales y los cultivos organopónicos de Chávez, hasta Petro (la cryptomoneda de Maduro) los comunistas han querido inventar algo para romper la lógica del desarrollo de la historia y del capitalismo, y han fracasado. Algunos pueblos hemos sido conejillos de indias de estos dementes voluntaristas. La historia está llena de estas nefastas experiencias, desde Camboya hasta Corea del Norte, pasando por Cuba.
Nuestro caso es el más desgarrador. El país más rico y próspero de América Latina ha sido reducido a la miseria. Maduro, por cuyas venas no corre una gota de sangre venezolana, declaró que «Venezuela no es un país de mendigos, como han pretendido algunos con aquello de la ayuda humanitaria. Nosotros producimos”. Doble mentira: el castrochavismo sí nos ha convertido en mendigos. Lo somos cada vez que tenemos que hacer cola para comprar lo poco que nos venden, para no hablar de quienes escarban en la basura. Es el Holodomor criollo, producto no de la colectivización forzosa de Stalin que mató de hambre a millones en Ucrania sino de un modelo económico que destruye la propiedad privada y estatiza la producción (es decir, comunismo). Y no somos productivos. El aparato productivo lo devastaron y la producción de petróleo la tumbaron en más de 1 millón de b/d.
Como hace 20 años, el próximo será un año clave para recuperar la democracia y la libertad. Ya no sabemos si será por la vía democrática, pacífica y electoral que tanto propugnamos; lo cierto es que, si en 2018 Venezuela no cambia, lo peor estará por venir. Y sin un “plan B” más contundente estaremos fregados.
El hambre por sí sola no sacará a Maduro. Por el contrario, ellos han logrado poner el hambre a su favor con el Carnet de la Patria. Quien lo tiene come, es decir, recibe las bolsas CLAP y otros beneficios -bono navideño. El que no pasa hambre. Este carnet es el centro de un denigrante control social y político. En lo electoral es una manera de control real y sicológico utilizado en las regionales con mucha eficiencia. “Toda persona que vaya a ejercer su derecho al voto en las elecciones debe llevar su Carnet de la Patria y chequearse en los puntos rojos adyacentes a sus respectivos centros de votación. Ahí estará el Carnet de la patria. Te pasan el scanner y ya se sabe que fuiste a votar”, dijo Maduro.
Con este método, más una oposición desunida, sin un discurso coherente e incapaz de animar (liderar), en 2018 Maduro convertirá su ahora 70% de rechazo en un triunfo electoral. Lo acaba de hacer. No importa cuán bajo esté en las encuestas. Así sucedió hace 20 años cuando por la antipolítica y nuestra desunión y torpeza pusimos al golpista en Miraflores para nuestra ruina y sometimiento.