Entenderá la MUD que en una negociación si no se está en situación de poder es necesario trabajar en coordinación con los poderes fácticos de la oposición.
Salvo demostración en contrario, el oficialismo en los encuentros en República Dominicana está logrando sus únicos dos objetivos: ganar tiempo y lavar su imagen ante la comunidad internacional, pero planteándose estas reuniones como un diálogo “sine die”, bajo la teoría de los juegos como un modelo “no cooperativo, suma cero” en el cual lo que gana el gobierno es a costa de la oposición; mientras que esta última, también en una lucha contra el tiempo, se encuentra atrapada ante la necesidad de demostrar que la negociación es su única vía, en particular bajo la metodología del “modelo de negociación de Harvard, modelo conductista basado en la cooperación de las partes en conflicto de forma que ambas ganen: ganar-ganar.
El modelo Harvard, sin duda, es altamente exitoso como se vio en el caso de los “narcosobrinos”. La fiscalía de New York hizo uso de la Teoría de los Juegos, aplicando el “Dilema del Prisionero”, cuyo propósito es romper la confianza entre las partes, a fin de que una de ellas delate a su compañero. La prueba de lo efectivo de este modelo está, no en los 18 años a que fueron sentenciados los angelitos, sino en lo que cantaron para que el juez Crotty les redujeran la pena a solo 18 años sin beneficios. Así cantarían de bien.
Sin embargo, ante las imposibilidades de la oposición de convencer al oficialismo de trabajar bajo el modelo cooperativo y la poca disposición del gobierno de lograr una salida negociada, la dirección política y técnica de la MUD debería pensar en: primero, cambiar de estrategia; segundo, coordinar con los poderes fácticos de la oposición acciones de presión que hagan ver al oficialismo que la única vía es la negociación, y hacer uso de un modelo más agresivo como el del profesor Charles Lindblom, quien afirma que para salir de un régimen autoritario que linda con una dictadura es necesario que se den dos condiciones: Elevar el costo de la represión, para lo cual es necesaria la coordinación operativa entre la dirección política del equipo de negociadores de la MUD y los poderes facticos de la oposición, a fin de provocar al régimen protestando contra las medidas que perjudican los intereses de los no enchufados. Las protestas pacíficas ante una inflación producto de una política pública dirigida a hambrear al pueblo y el aumento de servicios básicos son medios de sentar al gobierno en la mesa de negociaciones. La segunda condición para el profesor Lindblom es bajarle el costo a la salida. En otros términos, facilitar la salida como a Pérez Jiménez en el 58. Es decir, no hay que pretender sacar al régimen y a la ves castigarlo como sucedió el 11A, porque hará todo lo posible para no dejar el poder, lo cual elevará mucho más los costos de salida, incluyendo la posibilidad de que se atornille en el poder mediante la represión; por ello, ante la posibilidad de una salida de un régimen autoritario lo más sabio es tomar en cuenta el refranero popular: al enemigo cuando se retira hay que ponerle alfombra roja.