La falta de resultados de la pasada ronda de negociaciones dejó claro que el gobierno de Nicolás Maduro juega al gato y el ratón con la MUD.
Cuarto round de negociaciones sin resultados. El fin de semana pasado los viajeros a Quisqueya regresaron con las maletas vacías, lo cual no significa que las negociaciones fracasaron pero sí que la estrategia seguida hasta ahora por los negociadores de la MUD no ha sido la correcta. Los responsables de esta crisis tienen nombre y apellido: Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
El origen de la crisis es político. Mientras no exista voluntad del gobierno de cambiar o se le force a negociar bajo ciertos términos y condiciones, no habrá solución ni en República Dominicana ni en Pekín y el gobierno seguirá jugando al gato y al ratón con la oposición para ganar tiempo y salvar su pellejo, si hay algo de la revolución que se pueda salvar. Por ello, el gobierno primero planteó el diálogo y ahora las negociaciones como un recurso distraccionista, propio del circo de los hermanos Valentino, en el cual la MUD cayó al plantear una agenda multitemática. La solución a la crisis humanitaria, a la libertad de los presos políticos, al desabastecimiento, son consecuenciales de un cambio político. La multitemática solo le sirve al gobierno para enredar el proceso de negociación. Por ello, el único punto de agenda debería ser la realización de unas elecciones libres y transparentes, no para votar, sino para elegir.
El ABC de la teoría de las negociaciones indica que para llegar a buen puerto, primero debe haber -por la razón que sea- el compromiso de sentarse a negociar de buena o mala gana, pero las partes cuando se sientan a la mesa deben tener la convicción de que esa es la única vía de una salida al conflicto.
Casos hay muchos. La historia pasada y reciente está llena de ellos. La guerra de Vietnam representó un proceso inédito en París, hasta la mesa de negociación fue parte de las negociaciones. En Centroamérica (ante el juego trancado) primero el Grupo de los Ocho y luego Contadora condujo un proceso interesantísimo, el cual incluso recibió el premio Príncipe de Asturias por su desempeño en la solución de un conflicto sangriento que cobró la vida incluso del canciller Calvani. Más recientemente, las negociaciones de Paz en Colombia dieron como resultado la renuncia de las FARC a la lucha armada y su incorporación a la vida política, proceso que igualmente se está dando con el ELN. Sin embargo, en todos ellos ha habido dos elementos comunes. El primero: la derrotada militar que ha permitido hacerles entender que la única alternativa es la negociación, con una salida honorable y con garantías; la segunda es la presión o participación internacional para garantizar el cumplimento de los acuerdos alcanzados.
Llegar de República Dominicana con las maletas vacías no significa una derrota; pero si una lección: para negociar con “esta gente” -como la novela de Suniaga- hay que cambiar de estrategia. Hay que hacer uso de fuerzas combinadas entre la calle, los partidos políticos, la sociedad civil y la presión internacional. Por ello se hace necesario un cambio de estrategia.