El Petro: ¿Una criptomoneda o un simple título de deuda?

El domingo 3 de diciembre de 2017, el mandamás de Miraflores, Nicolás Maduro, anunció la creación del petro, una criptomoneda que, según él, está respaldada por las reservas de petróleo, oro, gas y diamantes que hay en el país. No así, el término es poco común para el venezolano de a pie que, por vez primera, debe familiarizarse con una moneda de este tipo. Y es que dentro de los planes del Gobierno, según ha revelado Bloomberg News, se encuentra pagar el salario de los empleados públicos con el petro y recurrir a incentivos fiscales para fomentar su uso. De allí que se vuelva necesario comprender su funcionamiento.

Las criptomonedas son denominadas así porque están basadas en códigos criptográficos, encriptados (del griego, criptos, (oculto), y grafé, (escritura), literalmente: escritura oculta. Hasta la fecha, hay cientos de criptomonedas en el mundo, pero la más usada es el bitcóin.

Cada bitcóin se asocia a una dirección única, perteneciente a una persona (una billetera virtual). Es como una dirección de correo electrónico, que permite al usuario enviar y recibir “X” bitcoines de manera rápida y sencilla. La moneda solo existe en la Web y se utiliza a través de un sistema de pagos electrónicos encriptados sin necesidad de intermediarios. Esto quiere decir que las transacciones no están controladas por ningún Estado, banco central o empresa. De hecho, las criptomonedas no tienen país de origen ni son emitidas por gobiernos. Tampoco cuentan con un respaldo jurídico. Son únicamente plataformas electrónicas que permiten hacer transacciones.

Su condición descentralizada es un desafío al poder político y económico globalizado porque, en principio, amenaza el monopolio de los Estados a través de los bancos centrales de acuñar monedas e imprimir billetes.

Al igual que las monedas nacionales, el bitcóin se somete a las leyes de la oferta y la demanda, elevando o disminuyendo su valor sobre la base de bitcoines disponibles o no en el mercado. Se sabe que el número máximo de bitcoines que se pueden crear está definido: 21 millones.

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Otra característica de las criptomonedas es que son dinero fiduciario que carece de respaldo. Esto quiere decir que dependen de la confianza (Fiat Money) que otros lo acepten como medio de pago y de la posibilidad de ser convertido después en dólares, euros u otras monedas.

Para darle seguridad al proceso, las criptomonedas emplean un tecnología llamada “Blockchain” (cadena de bloques) generada por algoritmos criptográficos. Se trata de una especie de “libro contable digital descentralizado y encriptado” en donde todas las transacciones son verificadas por una extensa red de computadoras sin necesidad de instituciones que compensen o liquiden los pagos entre las partes.

Red Bitcóin: ¿cómo funciona?

Todo participante de la red Bitcóin tiene una cartera electrónica que contiene un número arbitrario de claves criptográficas. A partir de la clave pública, se obtiene la dirección bitcóin, que funciona como la entidad remitente y receptora para todos los pagos. Su clave privada correspondiente autoriza el pago solo para ese usuario. Las direcciones no tienen ninguna información sobre su dueño, son generalmente anónimas y no requieren de ningún contacto con los nodos de la red para su generación.​ Las monedas digitales, a diferencia de las bancarias, no son de curso obligatorio, es decir, nadie tiene por qué aceptarlas si no lo desea. Además, no existe garante en última instancia. En el caso de las monedas “reales” son los bancos centrales los que siguen dando crédito cuando nadie más está dispuesto a ello. Las criptomonedas están basadas en la tecnología de la cadena de bloques, lo cual no es más que un banco base de datos descentralizado, formado por unidades diseñadas para evitar su modificación una vez que un dato ha sido publicado. Eso permite identificar a los participantes en las transferencias monetarias y asegura una detallada documentación de los procesos.

El petro

Su nombre se debe a la estrategia financiera del Gobierno venezolano de iniciar la comercialización de una nueva criptomoneda, la cual debe su valor al costo de un barril de crudo. Esto ocasiona que mientras mayor sea la demanda del petróleo incremente respectivamente el costo del petro, beneficiando así a sus inversionistas.

Para asegurar la confiabilidad del petro, Maduro asignó como base de la moneda 5 mil millones de barriles de petróleo, para así demostrar a los inversionistas la capacidad de la nueva criptomoneda.

Las normas señalan que para adquirirlo es necesario inscribirse en el Registro de Mineros de Criptomonedas, cuyos miembros participarán en subastas de asignación. Según el Superintendente de la Criptomoneda, Carlos Vargas, el petro también se podrá cambiar por el bolívar, divisas internacionales o cualquier otra criptomoneda.

Aún no está claro cómo se va a negociar. También el Gobierno, a través de la Superintendencia, realizará la actividad de «minería», que son los procesos tecnológicos que aseguran las operaciones de asignación del activo.

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No es una criptomoneda

El petro no califica como una criptomoneda por todos los elementos analizados anteriomente. Aunque puede que el elemento más contrastante es que está respaldado por un barril de crudo venezolano, lo cual ya genera, per se, una serie de implicaciones, pues si el petro está respaldado en materia prima, le otorga al tenedor – al menos teóricamente- el derecho de intercambiar una unidad de la moneda por el activo subyacente, es decir, por petróleo. Este último no ha sido extraído del subsuelo, por lo tanto, es físicamente imposible para el Gobierno darle al tenedor del petro un activo a cambio de su moneda.

Lo tachan de ilegal

La Asamblea Nacional de Venezuela, de mayoría opositora, declaró el petro como ilegal en la primera sesión ordinaria de 2018. Sostienen que la denominada criptomoneda es más un título de Deuda Pública que otra cosa, con la cual el Gobierno busca tener acceso a financiamiento internacional. No así, consideran que la criptomoneda no tendrá impacto en la economía, pues requiere del elemento de la confianza, algo que, según el Parlamento, no tiene.