Cuando se consultan los innumerables hechos de sangre ocurridos desde la llegada de Hugo Chávez al poder, queda la sensación de haber asistido a una orgía de sangre. La última, que pudimos ver en directo quedará como una fuente de historia que caracterizará al régimen de Maduro, al igual que la Noche de los Cuchillos Largos durante el régimen nazi. La comparación no viene al caso por el número de asesinatos ni el alcance de la masacre, sino por el método perverso que emplearon en ambos casos y el uso del rumor como cortina de humo para disimular los hechos.
La decisión de Hitler de liquidar al grupo armado SA (Sturmabteilung), – más conocido como Las Camisas Pardas; grupo paramilitar a su servicio que ejerció una política del terror decisiva para su acceso al poder, dirigida por Ernst Röhm cuyos efectivos llegaron a los dos millones y medio de combatientes -, se debió a la política del kleenex utilizada por todos los regimenes totalitarios. Una vez que un aliado se hace innecesario, lo hacen desaparecer. Hitler decidió deshacerse de Röhm y su banda, cuando tuvo que escoger entre la Reichswehr, la fuerza armada oficial que rechazaba una fuerza rival paramilitar y la SA de Röhm que ejercía la violencia y el terror en la calle. El momento de estabilizar el régimen había llegado y Hitler necesitaba el apoyo del ejército y de los grupos políticos y empresariales. Ya estos grupos conservadores, mediante el terror, tenían la prueba de quien poseía el monopolio del poder con el que debían negociar. Entre el 29 y 30 de junio de 1934, por orden de Hitler, Himmler, Reichsführer de los SS y de todas las policías alemanas, inclusive la Gestapo, con el apoyo del Ejército, desencadena la eliminación de las SA. Los jefes SA eran miembros de la pequeña burguesía «anticapitalista» y creían en la demagogia socialista de Hitler.
En Venezuela, país menor, con un gobierno que lo ha dotado de un estatus inédito de colonialismo voluntario, la dinámica del poder se da en tono menor en relación a la Alemania hitleriana, pero no deja de ser menos perversa. Los grupos paramilitares, los llamados colectivos, a la imagen de las SA, ejercen el terror en los barrios y en las calles como se les ha visto actuar a lo largo de los años contra los manifestantes.
Sin embargo, dos episodios recientes me vienen a la mente que demuestran semejanzas con lo ocurrido en Alemania en 1932. La liquidación física de José Miguel Odremán, líder del colectivo 5 de marzo (fecha supuesta del fallecimiento de Hugo Chávez). Odremán murió el 7 de octubre de 2014. Poco tiempo antes de ser asesinado, en un video fácilmente consultable, se le ve declarando a la prensa y dirigiéndose al Ministro del Interior, General Miguel Rodríguez Torres, quien lo «responsabiliza por su integridad física», y le pregunta: «¿Por qué está usted haciendo esos escenarios. Ya basta que nos sacrifiquen más camaradas combatientes, ya basta camarada». Fueron las últimas palabras de Odreman antes de ser abatido en un enfrentamiento con el Cicpc. Odreman parecía referirse al asesinato del diputado chavista Robert Serra, ligado a los colectivos armados, ocurrido días antes, el 1º de octubre 2014. Crimen aún no esclarecido. El ministro, que por cierto tras esos acontecimientos perdió su cargo y hoy aparece en actitud de oposición, en declaración a la prensa negó que «el caso Miguel Odremán tuviera relación alguna con el caso Serra».
En relación a la masacre de El Junquito, si nos atenemos a lo que vimos gracias a las filmaciones de las propias víctimas ejecutadas, intervinieron las fuerzas oficiales y los paramilitares. Es innegable que voluntariamente se ha querido dificultar la versión del asalto, y de quién emanaron las órdenes. La versión más difundida es la del mayor negociando por orden de Nicolás Maduro, que lo quería preso y no muerto, con Oscar Pérez el «Pacto de Rendición», y culpa a Freddy Bernal, por orden de Diosdado Cabello, de enviar a los paramilitares (Heyker Vásquez) para ultimar a Oscar Pérez y compañeros y ante este incumplimiento de la orden presidencial, Heyker Vásque habría sido eliminado por las fuerzas oficiales. Y curiosamente, entre los muertos del asalto se cuenta a Heyker Vásquez, paramilitar, líder del grupo «Tres Raíces», del 23 de Enero y se ignora quien lo asesinó. Se contempla la acción de las fuerzas que intervinieron desde el punto de vista operativo. Versión que sería creíble de no haber intervenido en el asalto, las poderosas lanzagranadas que suelen utilizar los ejércitos contra los tanques de guerra. Si Maduro los quería vivos y quedó demostrado que Oscar Pérez ofreció rendirse sin presentar combate y la respuesta fue el asalto a la casa con lanzagranadas, armas en manos del ejército, creer en la primera versión resultaría por lo menos ingenuo. Más parece el escenario clásico de los servicios cubanos, expertos en crear confusiones en la opinión pública, para que los hechos queden en la niebla de las conjeturas. La muerte del paramilitar Heyker Vásquez, parece la receta que Hitler le aplicó a los SA, pero con cuentagotas, que parece ser la técnica que han decidido emplear los militares en Venezuela.
En cuanto a la aplicación del hambre como método para doblegar la voluntad popular y la Iglesia ortodoxa, que aplicó Lenin, entre 1921-1922 la hambruna causó 5 millones de víctimas. El gobierno rechazó la ayuda internacional porque un «estado obrero» no debía recibir ayuda de «estados imperialistas». Entre 1932-1933, Stalin decreta la «exterminación por hambre» (Holodomor) de la población ucraniana. En Venezuela, la penuria de alimentos y de medicinas, y el rechazo de la ayuda humanitaria, tiene muchas semejanzas con los métodos empleados por Lenin y Stalin.
El laboratorio político/social en el que han convertido los expertos cubanos a Venezuela, no tiene ejemplo en la historia. Ser objeto de las técnicas nazis y soviéticas al mismo tiempo, es demasiado reto para una dirigencia política egresada de escuelas y universidades identificadas con una vocación de modernidad.
Venezuela ha regresado al siglo XIX venezolano (las luchas de caudillos) y soporta métodos similares a lo má tenebroso que produjo Europa en el siglo XX: el totalitarismo nazi y el soviético.
La crisis de gobernabilidad de Venezuela es un hecho; el Estado ya no existe. Las instituciones desmanteladas, la economía destruida, el tejido social deshecho. Profundizar el escenario de conflicto llamando a elecciones, como lo acaba de anunciar Diosdado Cabello, responde a la dinámica cubana, Toda acción política para los formados en la escuela del castrismo, es vista desde el prisma militar. A las sanciones adoptadas por la Unión Europea contra ciertos personajes del gobierno venezolano, y no contra Venezuela, que el gobierno considera el punto uno de una escalada, éste responde con el número sesenta, con el objeto de descolocar al enemigo, aún antes de que comience el combate.