La farsa electoral está montada, aceitada y lista para servir a los intereses de continuismo de Nicolás Maduro y de los suyos

La farsa electoral está montada, aceitada y lista para servir a los intereses de continuismo de Nicolás Maduro y de los suyos.

La palabra farsa tiene distintas acepciones o significados, pero el que nos interesa es el de una acción realizada para fingir o aparentar… De eso se trata la convocatoria de elecciones presidenciales efectuada por la llamada “plenipotenciaria” asamblea constituyente. Se busca fingir o aparentar que en Venezuela habrá unas elecciones presidenciales de corte competitivo, cuando todo el mundo sabe -o debería saber, que eso no es así- pues esos comicios son confeccionados para darle continuismo a Maduro al frente de la hegemonía roja.

Sin embargo, ya se barajan varios nombres de protocandidatos en el ámbito de la oposición política, y como el madrugonazo electoral hace casi imposible la celebración de unas primarias, tal parece que el método de escogencia de la candidatura sería el consenso entre los factores político-partidistas que pertenecen a la Mud. Y quién sabe, a lo mejor hay más de un candidato que se considere representativo del no-oficialismo.

En esta ocasión, aún más que en las previas a lo largo del siglo XXI, la convocatoria electoral es notoriamente favorable a los intereses del poder establecido. Y desde luego, el CNE ya empezó a colocar los consabidos obstáculos, y otros nuevos que se están agregando al repertorio que configura un “sistema electoral” al servicio de la hegemonía despótica. Lo cual es mucho más antidemocrático que el mero ventajismo.

Todas estas cosas se repiten y repiten, y sin embargo no parecen hacer mucha mella en los que se adhieren a la premisa de que una salida constitucional a la tragedia venezolana, sólo puede iniciarse a través de unas elecciones manejadas por el CNE, en su conformación presente. Esa premisa es inválida, y por lo tanto los sesudos razonamientos que se deriven de ella, podrán sonar sugerentes, pero están equivocados, porque el fundamento sobre el cual se asientan tiene la solidez de una arena movediza.

La Constitución, por cierto, es muy amplia en cuanto a los caminos que se pueden y deben transitar para encontrar una salida constitucional a la tragedia venezolana. No es fácil entender el empecinamiento en darle legitimidad a unas elecciones ilegítimas, no sólo por el convocante, sino por su caracterización de proceso en conformidad con el poder hegemónico.

Una farsa tiene, por definición, a unos participantes, o los farsantes que realizan la acción para fingir o aparentar. De éstos hablaremos en una próxima entrega.

flegana@gmail.com

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