Magistrado TSJ Nuñez en el exilio: En Venezuela se verifica una lucha entre el bien y el mal

El Tribunal Supremo de Justicia legítimo, como se autodenomina, fue designado por la Asamblea Nacional en el mes de julio de 2017. Tras persecuciones por parte del régimen se encuentra funcionando desde el exilio. Sus 33 magistrados, distribuidos en cuatro países, sostienen encuentros de trabajo vía Skype.

Cuentan con el respaldo de la Organización de Estados Americanos, OEA, y de la solidaridad de naciones que les han dado asilo como Chile (6), Colombia (7), Panamá (4) y USA (13). Estos últimos adelantan sus trámites de asilo. Son países que les abrieron sus puertas para rehacer sus vidas tras la persecución del régimen. Solo uno de ellos permanece en Venezuela: Ángel Zerpa. Estuvo preso desde el 22 de julio hasta el 25 de agosto de 2017 en un baño del Helicoide, sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, Sebin, de manera inhumana.

Además de ser magistrado, Zerpa fue acusado supuestamente por ser uno de los abogados defensores de la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, en el proceso de antejuicio de mérito que lleva la Sala Plena del máximo tribunal. Actualmente tiene medida cautelar de libertad bajo régimen de presentación cada ocho días.

Aunque estos jueces pretendían aportar su grano de arena para alcanzar un cambio en el país, fueron perseguidos por los organismos del Estado, acusados de “usurpar funciones”, luego que la Sala Constitucional del TSJ declaró la nulidad de la acción de la Asamblea Nacional que los había nombrado para sustituir al TSJ designado por el chavismo justo antes que la AN pasara a manos de la oposición en enero de 2016.

Para conocer cómo avanza la jornada de trabajo de los magistrados, El Nuevo País y Revista Zeta conversó en exclusiva con el Dr. José Fernando Núñez, quien, por lo momentos se encuentra en Chile.

─ ¿Qué está haciendo en Chile? 

Terminé al detalle un relato novelado que incorpora aspectos importantísimos de la historia contemporánea de Venezuela, y que había comenzado hace un par de años. Ahora mismo estoy trabajando en algo de carácter académico, y esperando el mes de marzo, cuando comenzaré con cátedras en dos universidades santiaguinas.

─ Tras su salida de Venezuela, ¿cómo cambió su vida?

Aplico en el país que me brindó asilo las mismas normas de vida que practicaba en Venezuela, mucha disciplina y mucha sobriedad. Por supuesto extraño a mi familia, sobre todo a mis nietos, pero de alguna forma internet alivia esa falencia.

─ Cuando usted fue juramentado como Magistrado, ¿sabía sobre los peligros a los que se exponía? ¿Por qué tomar esa decisión cuando era de esperar que el régimen los atacara?

Yo estoy enfrentando a los líderes de la mamarrachada que se hace llamar socialismo del siglo XXI, desde el propio 4 de febrero de 1992, cuando el grupo de comandantes traidores insurgió contra la democracia venezolana. Fui defensor de cuatro de los policías metropolitanos enjuiciados y condenados por los hechos acaecidos en Puente Llaguno el 11 de abril de 2002, y también fui uno de los defensores del alcalde metropolitano de Caracas,  Antonio Ledezma, en el fraude procesal que se instauró contra él. Mi postulación al TSJ guarda estrecha relación con la posición de lucha contra la dictadura que he mantenido a lo largo de los años.

─ ¿Cuáles han sido las decisiones de peso que ha tomado el TSJ en el exilio?

Las de más peso han sido la anulación de la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente, la orden al presidente de la República Bolivariana de Venezuela para la implementación de un canal humanitario con solicitud conjunta de dicha implementación a los países iberoamericanos, y la nulidad de la creación del Arco Minero.

─ ¿Qué pasa justamente con esas decisiones? ¿Cómo hacerlas cumplir?

Por los momentos nuestras decisiones no tienen carácter coercitivo, son exhortos, llamados revestidos de un profundo y sólido contenido principista, ético y moral, que esperamos que, con la ayuda de los pueblos democráticos y civilizados del mundo, puedan ser ejecutados en un futuro cercano, y que serán de ejecución inmediata una vez que se recupere la democracia en nuestro país.

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─ Ustedes, por ejemplo, ordenaron la inmediata disolución de la ANC, pero ¿qué pasó con eso? ¿Cómo procede?

Desafortunadamente, algunos sectores políticos nacionales no se desempeñan con la coherencia y valentía que requiere la hora actual. Tal es, por ejemplo, el caso de los gobernadores elegidos por el pueblo de sus regiones que acudieron a juramentarse ante la Asamblea Nacional Constituyente fraudulenta, que sigue funcionando y atropellando al pueblo, sencillamente porque es la creación de un Gobierno dictatorial que no tiene recato ni pudor alguno para imponerse por la fuerza.

─ El CNE debió ser renovado, pero fue ratificado ¿Cómo pueden ustedes proceder ante esta irregularidad o ante el TSJ ilegal que sigue en funcionamiento?

En Venezuela se verifica una lucha entre el bien y el mal, este último proveído en la actualidad de un poderoso mecanismo de fuerza, y el bien, contrariamente, inerme y atemorizado por las actuaciones crueles y perversas de los líderes del Gobierno. El Gobierno hasta ahora ha podido neutralizar todas las acciones de la oposición, y el CNE, por ejemplo, sigue actuando arbitrariamente, pero en ningún país del mundo este tipo de situaciones pueden ser indefinidas. En Venezuela el pueblo opositor ha hecho todo lo que humanamente ha podido y no ha logrado derrotar al Gobierno, pero seguimos en pie de lucha y en algún momento se impondrá el pensamiento democrático.

─ ¿Qué validez tienen las decisiones que ustedes han tomado? ¿Realmente son valederas ante algún organismo internacional? ¿Pueden ellos hacer algo?

Se están dando todas las condiciones para que los países democráticos del mundo puedan torcerle el brazo a la dictadura venezolana. Cuando comience a producirse la esperada acción concertada de la democracia mundial aparecerá muy claro el poderoso efecto de las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia legítimo en el exilio.

─ ¿Siguen contando con el apoyo de la OEA?

Sí, los países que conforman la OEA, mayoritariamente siguen apoyando al sector democrático venezolano, pero recuerde que hay algunos pocos países, como Cuba, Nicaragua, Bolivia, y algunas islas del Caribe que apoyan al Gobierno.

─ Siempre se dice que los casos de lesa humanidad no prescriben y por eso se sigue denunciando ante los organismos correspondientes. En el caso del TSJ en el exilio, ¿es lo mismo? Es decir, ¿ustedes siguen tomando decisiones porque esperan que en algún momento sean valederas?

Uno de los más deseados y buscados propósitos de un inmenso sector de la humanidad ha sido el logro de la justicia internacional, lo que ha comenzado a concretarse con la creación de la Corte Penal Internacional como producto de la elaboración y promulgación del Estatuto de Roma, pero hay una característica universal fundamental de la justicia, que es la lentitud, la justicia siempre es lenta, circunstancia que se agudiza cuando el que comete el crimen se encuentra en funciones de Gobierno.

─ Una vez que cambie el poder en Venezuela, ¿ustedes retomarían esos casos y volverían a funcionar en el país o se elegirían nuevos magistrados?

Nosotros fuimos constitucional y legalmente elegidos por la Asamblea Nacional, los principales por un período de doce (12) años, y los suplentes por períodos renovables de seis (6) años. A todos nos anima el indeclinable propósito de ocupar los cargos  para los que fuimos designados, y por supuesto, hacer justicia.

─ ¿Han podido trabajar en la renovación del sistema de justicia? Ustedes habían anunciado que lo harían  mediante un plan conjunto con las universidades, colegios profesionales, la academia de Ciencias Políticas y Sociales, y con los grupos que conforman la conciencia jurídica del país. ¿Ha sido posible?

Por la razón fundamental de que nos encontramos fuera del país, en condiciones de bastante precariedad no hemos podido comenzar todavía a trabajar sobre ese aspecto, pero es uno de nuestros objetivos principales y más temprano que tarde lo acometeremos.

─ ¿Qué le diría al pueblo de Venezuela?

Al glorioso pueblo de Venezuela le recomiendo prudencia, confianza y paciencia. Prudencia en su cotidianidad para que evite, hasta donde le sea posible, ser víctima de las crueldades, abusos y arbitrariedades del oprobioso régimen que hoy desgobierna la patria; Confianza en el liderazgo político, cuya actuación, que lógicamente debemos presumir realizada de buena fe, siempre se ve rebasada por la acción deshonesta y desleal del Gobierno, cuyo temerario, leonino y marramunciero desenvolvimiento desconcertaría a los más lúcidos exponentes de la ciencia política; y paciencia, porque la situación venezolana no puede prolongarse indefinidamente. Ahora es insostenible y esa condición de insostenibilidad seguirá aumentando a medida que los gobiernos civilizados del planeta sigan propugnando y ejerciendo las medidas de presión que finalmente le torcerán el brazo a la dictadura. Ya el mundo vio cómo se ejecutó en el paredón de la antipolítica al grupo de jóvenes soñadores que dirigía Óscar Pérez, y a diario, está viendo también el mundo como fallecen nuestros niños y nuestros ancianos frente a las alacenas y anaqueles vacíos de alimentos y medicinas. El cerco democrático tendido alrededor del Gobierno más temprano que tarde brindará sus frutos, la caída de la narcodictadura venezolana es inminente.