En el corto y mediano plazo aumentarán las sanciones a la cúpula del pranato y a sus familiares y luego vendrán sanciones económicas más fuertes.
Desde que Trump dijo que no descartaba la opción militar, muchos de los venezolanos como secuestrados al fin pensando en las películas de SWAT, fantasean con una intervención armada que acabe con los secuestradores. ¡Viva Hollywood! Ahora no se habla de invasión sino de intervención humanitaria. Entendemos que no será la prevista en la ONU, pues el Consejo de Seguridad no lo permitiría con China y Rusia vetando. Así que sería unilateral o colectiva como la de EE.UU. en Granada, 1983, o la OTAN en Kosovo en 1999. La pregunta es ¿qué país o grupo de países pondrá a su juventud a luchar (y morir) por la causa de una libertad que nosotros no hemos sabido reconquistar?
Una serie de eventos recientes han creado expectativa, entre ellos la insistencia de Trump en no descartar la opción militar; el periplo de Tillerson por la región armando una coalición para enfrentar al pranato; la presencia del Comando Sur en Colombia y el despliegue de tropas colombianas y brasileras en la frontera. Sorpresivamente, tanto algunos de la oposición como del pranato han visto en ellos la concreción de la intervención internacional. Los primeros se alegran de que el fin está cerca. Los conchupantes del pranato están muy preocupados y deben estarlo porque hay una espada de Damocles sobre sus cabezas. Chaderton y Saad vociferan que desde Colombia se prepara una invasión junto con los yanquis, mientras Maduro pide al Papa que no permita tal invasión.
Estos eventos son parte de un plan para crear un “cordón sanitario” (Rómulo Betancourt dixit) alrededor de la Venezuela castrochavista, pero repotenciado con una fuerte presión internacional proveniente de sanciones a miembros del pranato, por EE.UU. y Europa, así como económicas, que apenas han empezado con las financieras de Trump. Ya la eurocámara pidió expandir las sanciones incluyendo a «el presidente, el vicepresidente, el ministro de Defensa, los miembros de más alto rango del Ejército», a su «círculo más estrecho» y a sus familias. Y podría ir más allá e imponer sanciones económicas o una posición común como la que tuvo con Cuba. Por su parte, la política T&T (Trump/Tilerson) de EE.UU. ya ha anunciado aumento de sanciones personales así como sanciones petroleras.
¿Es posible una intervención militar? Sí lo es en la medida en que el pranato se convierta en un “clear and present danger” para EE.UU. y los vecinos, por ejemplo que pueda poner en peligro la estabilidad de Colombia, o que su nivel de involucramiento con las “organizaciones delictivas transnacionales” sea considerado una “amenaza … inmediata para nuestro hemisferio”, como dicta la política T&T. Pero esto es poco probable. Maduro y los cubanos saben hasta dónde estirar la cuerda.
En el corto y mediano plazo se aumentarán las sanciones a la cúpula del pranato y a sus familiares. Luego vendrán sanciones económicas más fuertes como las petroleras. La intención es debilitar al régimen para que nosotros desde adentro aprovechemos estas circunstancias para promover el cambio. De no lograrlo, terminaremos peor que los cubanos aislados y sometidos no solo el hambre y a la policía política sino por la delincuencia común y paraestatal.