La situación ha llegado a un punto de no retorno que hace urgente la creación de mecanismos adecuados para iniciar una negociación entre EEUU y Venezuela.
La escalada de tensiones entre el gobierno de Estados Unidos y el de Venezuela se eleva cada día más. Desde que en 2014 el Congreso estadounidense aprobó la Ley de protección de los venezolanos, que sirvió de base para el decreto del presidente Barack Obama en el que se declara a Venezuela como un peligro para la seguridad, hasta las recientes decisiones de la Casa Blanca expuestas por el secretario de Estado Rex Tillerson, las fricciones han ido aumentado sin que se hayan establecido mecanismos diplomáticos para procesar las controversias.
La situación ha llegado a tal punto que se hace indispensable y urgente que se creen los mecanismos apropiados para que se inicie una negociación entre los dos países. Se trata de divergencias entre Estados, por lo que no puede considerarse que las negociaciones entre factores internos de Venezuela, como las que han tenido lugar en República Dominicana, puedan sustituir un diálogo directo entre representantes de los dos países. En particular desde el momento en que se han decidido sanciones concretas, que solo la Casa Blanca está en capacidad de revertir, sobre la base de acuerdos y concesiones mutuas que pudieran hacer ambos gobiernos.
La gira por varios países de América Latina de Tillerson pudiera ser el preludio de un agravamiento de las tensiones. En Austin, Texas, el secretario de Estado dijo, al ser interrogado sobre la situación venezolana, que “seguirían ejerciendo presión” y señaló que “en la historia de Venezuela y los países de América del Sur, muchas veces los militares son agentes de cambio cuando las cosa están muy mal y los líderes ya no pueden servir al pueblo”. Ya con anterioridad el propio presidente Donald Trump había señalado que no estaba descartada una intervención militar en Venezuela.
Ambas vías, la de un pronunciamiento militar interno o la de una acción bélica por parte de fuerzas armadas extranjeras, han sido mencionadas como opciones válidas por las principales autoridades estadounidenses, lo que ha generado un clima de incertidumbre y expectativas en toda la región. Pudieran, por supuesto, considerarse como simples técnicas de presión sicológica, pero resultan creíbles como opciones de probable ejecución, en la medida en que Washington ha recurrido a esas modalidades de acción en numerosas oportunidades.
En Argentina, Tillerson aseguró en rueda de prensa que se estudiaban sanciones para el petróleo venezolano, lo que agudizaría todavía más los problemas económicos del país y se incrementarían las carencias y privaciones de la gente. El efecto concreto sería el de potenciar un caos social, que pudiera ser la pieza desencadenante de un pronunciamiento militar o el argumento para una intervención extranjera. Ambos senderos son contrarios a un procesamiento pacífico de las diferencias que existen entre los dos países. De modo que la alternativa no es otra que la negociación.