La ANC metió a Maduro en un paquete al no acompañarle en su comedia electoral ni en la ONU ni en la OEA. Solo le queda de aval los turistas del “Foro de Sao Paulo”.
Así como existe un principio en negociaciones que dice «nada esta negociado hasta que todo este negociado» existe otro que aconseja que «es mejor no firmar nada que firmar un mal acuerdo». El primero de ellos fue desconocido por Maduro; el segundo, si bien la oposición no cayó en la trampa montada por Zapatero tampoco tenía su MAAN (Mejor alternativa a un acuerdo no firmado), al momento de rechazar la firma de un acuerdo leonino.
El problema de estas negociaciones estuvo en que el gobierno se planteó un juego “suma cero”; mientras que la MUD lo consideró un juego cooperativo, no teniendo en cuenta que entre las condiciones para lograr una negociación “ganar-ganar” está la especificidad de los planteamientos. El uso de términos imprecisos tiende al fracaso o a que “uno gane y el otro pierda”. Esto recuerda aquello del gobierno en el 2016: “sin agenda y sin plazo” (y, entonces, ¿de qué se iba a hablar y para cuándo?). De igual manera, la oposición cambió algo tan concreto como el referendo revocatorio por unas “elecciones generales”, proceso que no aparece en la Constitución, recientemente solicitado arbitrariamente por Maduro. La pregunta es ¿por qué mezclar elecciones presidenciales, regionales y municipales que tienen plazos constitucionales?).
El desespero de Maduro ante la posibilidad de medirse electoralmente así mismo en un “yo con yo” o eventualmente con unos candidatos esquiroles es patético. Esta semana, en un acto público, imploró la presencia de la ONU con una misión de acompañamiento y observación electoral para el 20 de mayo, a lo cual el secretario general de la ONU, Antonio Guterres le respondió que dentro de sus competencias no está el envió de misiones electorales si no son facultades de la Asamblea General o del Consejo de Seguridad. Este pelón de Maduro demuestra la soledad en que se encuentra, su falta de conocimiento del funcionamiento de las Naciones Unidas y de un Ministro del Exterior que le asesore.
Maduro sabe que esta comedia electoral no terminará bien y que no contará con el reconocimiento internacional; que el acompañamiento de los turistas del “Foro de Sao Paulo” no tiene ningún valor, como tampoco el de los representantes de los consejos electorales de Cuba, Nicaragua o Bolivia. La única instancia reconocida son las Misiones de Observación Electorales (MOE) de la OEA, con 56 años de experiencia, que promueve el ejercicio de los derechos civiles y políticos de la ciudadanía teniendo como fundamento de sus actividades la independencia, rigurosidad y objetividad; los estándares internacionales de elecciones libres, justas y transparentes; y una estrecha colaboración con todos los actores que promueven los valores democráticos. Sin embargo, para la mala fortuna de Maduro, bajo las actuales condiciones, tampoco vendría al no existir ni las condiciones ni los tiempos necesarios para su despliegue e instalación. Esto solo sería posible si las elecciones se llevaran a cabo cuando lo establece la Constitución.