EE.UU. retoca posición sobre Venezuela y equipo de María Corina echa chispas

Estados Unidos (EE.UU.) ha dicho que no reconoce las elecciones presidenciales venezolanas que se celebrarán el 20 de mayo. Sin embargo, pueden estar echando para atrás, algo que no gusta en los sectores más radicales del exilio venezolano, sobre todo en el más conectado a poderosos intereses tanto políticos como económicos en Washington.

La candela la encendió Todd Robinson, actual encargado de Negocios de EE.UU. en Venezuela, cuando fue entrevistado en Unión Radio por Vladimir Villegas, el veterano periodista y cercano a la campaña de Henri Falcón. Como en Caracas no hay embajador estadounidense, el mencionado diplomático es el jefe de la delegación norteamericana. “Creo que hay muchas teorías sobre los resultados de las elecciones y al final del día los venezolanos van a decidir si las elecciones tienen credibilidad o no, y nosotros vamos a esperar la decisión de los venezolanos”, dijo el funcionario de Washington en el espacio radial.

Básicamente, los estadounidenses recogen las palabras y esperan conocer los resultados. Era de esperarse que Falcón, cuyo asesor económico es el tiburón de Wall Street Francisco Rodríguez, pudiera llegar a una especie de acuerdo con influyentes grupos financieros y políticos en suelo norteamericano.

«La participación de los partidos políticos, depende de la participación de la población venezolana, depende de lo que dicen los vecinos de Venezuela sobre las elecciones y los organismos internacionales», abundó Robinson. Pero no solo eso escoció en el proyecto radical operado desde Miami. El máximo representante de la Casa Blanca en Caracas consideró que los venezolanos «tienen que dialogar entre sí» y que los partidos políticos, el régimen y el Consejo Nacional Electoral deben «buscar puntos en común para dejar libre la vía” para que todos puedan participar.

Sobre las relaciones entre Venezuela y EE.UU., Robinson dijo que «hay que buscar espacio para hablar, para dialogar, sobre los temas más importantes entre los dos países», manifestando también su disposición a reunirse con Nicolás Maduro.

El contraataque de Rodil

La entrevista de Robinson con Villegas fue el viernes 23 de marzo. El domingo 25 de marzo, en el programa «Al punto Florida» de Univisión, el senador Marco Rubio aclaró sobre una posible intervención militar en Venezuela que “eso no está realmente considerado por nadie. Eso no va a pasar, pero las sanciones sí funcionan. El propósito de las sanciones es quitarle a la cúpula que rodea a Maduro los beneficios. La razón por la cual una serie de oficiales que rodean a este régimen siguen apoyando a Maduro es porque él les protege su habilidad de seguir vendiendo droga y controlando la comida con altos precios».

Entre Robinson y Rubio aclaraban el panorama, aunque no necesariamente hayan estado coordinados. La posición de la Casa Blanca es estrechar el cerco financiero al régimen venezolano para presionarlos hasta que se celebren unas elecciones en el marco de la Constitución. En ese sentido, no ha cambiado mucho el enfoque que expuso en 2017 el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson. Sin embargo, no es la posición de un grupo que impulsa el proyecto político de María Corina Machado.

Inmediatamente después de la entrevista de Rubio en Univisión vino la respuesta del grupo de Machado, el mismo domingo. El periodista venezolano Antonio María Delgado, pluma del grupo radical, utilizó la plataforma de El Nuevo Herald para publicar una nota titulada «Tono conciliador de jefe de embajada de EE.UU. en Venezuela genera dudas entre exiliados». Para sustentar ese titular entrevistó a Martín Rodil, el presidente del Venezuelan American Leadership Council y mano derecha de Otto Reich, ex embajador estadounidense en Venezuela. Lo curioso es que este personaje, radicado en Washington, suele ser esquivo a la prensa y al público en general.

Rodil fustigó al encargado de Negocios en Venezuela, asegurando que «las declaraciones de Robinson van claramente en contra de la posición del propio secretario de Estado, del vocero de la Casa Blanca, del Consejo de Seguridad Nacional, y del mismo presidente y vicepresidente de Estados Unidos».

Delgado también entrevistó a Carlos Ponce, jefe del programa de América Latina de Freedom House, también radicado en Washington, quien, según el periodista Delgado, «enfatizó que el verdadero mensaje que el régimen debería estar evaluando son las recientes designaciones del nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, y el nuevo asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, quienes desde hace años han advertido sobre los riesgos que representa el régimen chavista para la seguridad de Estados Unidos».

La respuesta de Rodil tuvo efecto. Al día siguiente, el lunes, Rubio compartió en su cuenta en Twitter la nota de Delgado, comentando que «no hay ningún cambio en la política de el Presidente Trump y EEUU sobre #Maduro y Venezuela. Pero lo que si puede cambiar es el jefe de embajada de #EEUU en #Venezuela».

Puerto Rico entra en juego

El miércoles 28 de marzo, Luis Florido recibe una misiva de Luis G. Rivera Marín, secretario de Estado de Puerto Rico, en la cual la isla estadounidense propone ser la sede para que se instale una «Comisión de Diálogo para el Regreso de la Democracia en Venezuela». Según el texto, la Casa Blanca ya estaba al tanto de la iniciativa. El funcionario puertorriqueño también le dice al presidente de la comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional que propone a la administración de Trump como acompañante del eventual proceso.

La carta desató pasiones, entre ellas las de la dirigente Machado, quien fustigó a sus pares opositores por buscar otro proceso de diálogo. Sin embargo, la tormenta pasó pronto y Florido pudo aclarar que él no había buscado una nueva ronda de negociaciones, que simplemente había recibido una propuesta de Puerto Rico y que no aceptarían hasta que el régimen cumpla con las condiciones acordadas en los últimos encuentros organizados en República Dominicana. Esta aclaratoria fue respaldada por el secretario de Estado puertorriqueño, quien retuiteó la respuesta del diputado venezolano en su cuenta en Twitter.

Pero las noticias no paran ahí. Este jueves 29 de marzo, poco antes de publicar el presente informe, el portal argentino Infobae aseguró que un alto funcionario del Departamento de Estado, pidiendo mantener el anonimato, que la prioridad de Trump en la venidera Cumbre de Las Américas, a celebrarse en Lima el 13 y 14 de abril, será lograr compromisos concretos contra la corrupción en el continente y mejorar las condiciones comerciales para los negocios estadounidenses.

«La cumbre dará un espacio para que nuestros líderes aborden los temas más urgentes del continente, y creemos que la crisis política, económica y humanitaria en Venezuela es el tema más urgente del continente en este momento», dijo el funcionario.

Lo cierto es que la posición de EE.UU. empieza a ser ambigua. Bien puede tratarse del desorden normal en la administración Trump, ahondado por la actual transición que hay en el Departamento de Estado entre el saliente Tillerson y el entrante Pompeo, pero también puede ser que la Casa Blanca ha decidido jugar en todos los terrenos, dejando la puerta abierta a que en Venezuela ocurra un milagro el 20 de mayo que pueda abortar la crisis que ya es regional.

Sin embargo, el madurismo ya sabe que tiene dos opciones: o hacen posible el milagro de la salida electoral o tendrán que enfrentarse a los nuevos halcones de Trump. Como hemos expuesto en anteriores informes, Pompeo y Bolton, el nuevo asesor de Seguridad Nacional, son firmes exponentes de la tesis del presidente de EE.UU. sobre el nuevo eje del mal: Corea del Norte, Irán y Venezuela.