Maduro va a tener que rendir cuentas

El coordinador nacional de Primero Justicia y diputado a la Asamblea Nacional Julio Borges realiza una gira internacional para conseguir apoyo contra las elecciones convocadas por el chavismo para el próximo mes de mayo. 

Por INÉS SANTAEULALIA

Julio Borges (Caracas, 1969) se convirtió en la cara más visible de la oposición venezolana en los diálogos con el Gobierno de Nicolás Maduro celebrados en la República Dominicana a principios de año. La negativa del Gobierno a liberar a los presos políticos para permitir su candidatura a las elecciones o a abrir un canal humanitario condujo al fracaso a unas conversaciones en las que el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero ejerció de cuestionado mediador. Con la vía del diálogo rota, Borges está embarcado desde entonces en una gira internacional para recabar apoyos contra las elecciones convocadas por el chavismo, con la ausencia de la mayor parte de la oposición, para el próximo 20 de mayo

¿Qué papel juega la oposición en el contexto actual de Venezuela?

La oposición, como el resto del país, está en un momento crítico. El objetivo ahora es unir a todas las fuerzas sociales dentro y fuera de Venezuela para poder hacer algún tipo de contrapeso a un Gobierno que ha ido adquiriendo todo el poder de hecho.

El 20 de mayo se celebrarán las elecciones. ¿Qué cree que va a pasar después?

La lucha actual es buscar el pronunciamiento de todas las democracias del mundo para desconocer y deslegitimar el resultado electoral y que a partir del 20 de mayo tengamos un régimen más aislado, más sancionado, con más fracturas internas y con un apoyo decidido de la comunidad internacional para que en Venezuela tenga un proceso democrático este mismo año.

Hay voces que apuntan a que no presentarse a los comicios legitima a Maduro. ¿Existe división dentro del partido sobre ese punto?

Obviamente hubo un debate y no ha sido fácil. Nosotros siempre hemos tenido tradición de participar y recorrer todos los caminos: el voto, la negociación, la calle. Pero el Gobierno siempre le ha cerrado la puerta a la solución democrática. Nos pareció que era un mensaje mucho más nítido no participar y dejar claro previamente que estamos frente a un fraude.

Henri Falcón sí decidió dar un paso al frente y presentarse. ¿Qué le parece?

Falcón no ha sido nunca un icono de la oposición democrática del país. Los líderes opositores o están presos, como Leopoldo López, o están inhabilitados, como Henrique Capriles, o están en el exilio, como Antonio Ledezma. El Gobierno deja vivos a quienes le son cómodos e ilegaliza a quienes le son incómodos. Falcón le está haciendo el favor más grande a Maduro.

¿Qué hizo saltar por los aires el acuerdo entre el Gobierno y la oposición en la República Dominicana cuando se veía tan cerca?

Se llegó al absurdo. Era imposible que nosotros avaláramos un acuerdo con los candidatos inhabilitados o presos, los partidos ilegalizados, con la negativa a abrir un canal humanitario o a reconocer las instituciones como el Parlamento.

¿Qué papel jugó en aquel diálogo el expresidente Zapatero?

Yo creo que tuvo en sus manos una gran oportunidad. Se lo he dicho a él, creo que el papel del mediador es equilibrar los abusos del poder y creo que este caso, lamentablemente, la presión estaba puesta sobre nosotros, que éramos los débiles. Al Gobierno todo se le justificaba y al final no estaba cediendo en nada.

El ministro de Comunicación e Información de Venezuela le dijo el mes pasado a este periódico que ustedes no concurrirán a las elecciones a petición de EE UU.

Los únicos que reciben órdenes de un país distinto del venezolano son Nicolás Maduro y Jorge Rodríguez, que de manera vergonzosa siguen a un sistema fracasado como es el cubano.

La oposición ha dado muestras de división muchas veces ¿Se han impuesto los personalismos a la unidad?

Yo quisiera explicar que somos como víctimas de un naufragio. Hemos sido víctimas de un terremoto que nos lleva a tener que estar todos los días reconstruyéndolo todo. Más que división es un proceso de represión que termina teniéndonos a todos aturdidos.

¿Hay ahora algún canal abierto con el Gobierno?

No hay ningún tipo de relación con el Gobierno, que ha seguido en su proceso de persecución y represión. Un gobierno al que el miedo es lo único que le queda, se convierte en un gobierno débil. Lo que necesitamos es ese apoyo internacional para lograr el quiebre que permita el desenlace democrático del país.

¿Por qué está convencido de que ese quiebre está cerca?

Tengo la convicción de que todas las crisis que Maduro ha sembrado están eclosionando este año: la hiperinflación, la caída de la producción petrolera, la crisis y la fractura militar, la destrucción productiva, el fraude presidencial, la conciencia internacional para ejercer mayor presión. Siento que Venezuela está viviendo los últimos capítulos de un proceso lento y doloroso. No hay manera de que Maduro se pueda sostener en el poder. La unión de la presión internacional, con las sanciones, y la presión interna de los ciudadanos pueden acabar de sacar a esa mafia del poder.

¿Cree que hay disidencia en las filas del chavismo?

La hay, pero también hay mucho miedo. Está también el divorcio entre las fuerzas armadas y el Gobierno por la decisión de Maduro de llevar a Venezuela a ser una segunda Cuba.

¿Hay riesgo real de un golpe militar?

Yo veo tres escenarios muy concretos. Primero, que su propia gente le pida a Maduro que se vaya y se forme algún gobierno de transición. Otro es que la presión internacional y la presión interna sean tan fuertes que el Gobierno se vea forzado a negociar de verdad. La tercera es que se termine de producir una ruptura militar o política que lleve a un desenlace en el poder.

En diciembre, la MUD reconoció en que uno de sus mayores errores era no haber estado al lado de los ciudadanos que sufren la crisis. ¿Están más cerca del pueblo ahora?

En Venezuela al final todos somos víctimas. Los únicos que viven ese mundo de aviones privados, apartamentos en Nueva York y Londres y cuentas en el extranjero son los jerarcas del Gobierno. Lo que le toca ahora a la oposición es profundizar en la organización social para vencer al miedo.

Las protestas de 2017 debilitaron al gobierno y sacaron a la calle a miles de personas ¿Considera que podría volver a darse un estallido como aquel?

Entonces hubo un proceso de movilización que originó las protestas más grandes de América Latina. Fueron 130 días con millones de personas en la calle. Y la respuesta del régimen fue asesinar [murieron más de 120 personas]. Eso dejó miedo, pero también hay descontento. Creo que el día menos pensado podría volver el estallido.

¿Las clases más acomodadas del país también sufren la crisis?

Quienes han sufrido tanto o más que las clases más humildes la crisis son las clases medias. Un profesional venezolano puede cobrar al mes 5 o 7 dólares al mes y no tiene subsidios ni protección clientelar por parte del Gobierno. Ese sueldo de miseria en el contexto de una hiperinflación destruye la expectativa de cualquier persona. Y lo más trágico es que Maduro disfruta de eso. La tragedia humanitaria es lo mejor que le está pasando por dos cosas: se van del país la clase media y los jóvenes, que son quienes más oposición le hacen, y al mismo tiempo se quedan los más débiles, a los que él quiere someter a través de la comida y los subsidios para tener al final un país de esclavos.

¿Le afectan al Gobierno de algún modo los numerosos casos de corrupción?

En el momento actual de impunidad que vive Venezuela parece que son todopoderosos, pero apenas cambie unos milímetros esa realidad, Maduro va a tener que rendir cuentas.