Offshore, la cara oculta del socialismo cubano

*¡Olviden Odebrecht! El entramado de los offshore cubanos, revelado por el periodista investigador Ulises Fernández, supera en edad, amplitud y ausencia de controles todo lo imaginable, además de que sirvió de modelo a su comparsa venezolana.

En un extenso trabajo de investigación, el periodista cubano Ulises Fernández publica en CubaNet, – un medio de prensa digital, dedicado a promover la prensa alternativa y a apoyar al periodismo alternativo y la sociedad civil en Cuba, un extenso reportaje en el que sale a la luz el entramado de empresas en paraísos fiscales montado por testaferros de la familia Castro, que operan bajo la supervisión directa de las principales figuras del poder político en la isla. Pese a que comenzaron a operar desde el inicio de la toma del poder por los hermanos Castro de forma muy secreta, el motivo inicial era el de esquivar las consecuencias del embargo económico de los Estados Unidos, y luego, tras la suspensión de las partidas adjudicadas por Moscú bajo la era de Gorbachov y la instauración del Periodo Especial, esas entidades offshore se multiplicaron. Como era de esperarse, se impuso la corrupción y las ganancias que generaban esas empresas, no retornaban al país. Con la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela y  Lula Da Silva en el Brasil, este tipo de negocios ilegales cobró una fuerza espectacular. Poder político y negocios fraudulentos de alto monto. El aporte de PDVSA al entramado, transformó a la mafia incrustada en Miraflores y en Fuerte Tiuna en un elemento de poder económico a nivel planetario.

Según Ulises Fernández, estas operaciones tuvieron su comienzo en los años 60, cuando Estados Unidos impuso a Cuba un embargo comercial, económico y financiero como respuesta a las expropiaciones realizadas por el gobierno de Castro a ciudadanos y empresas estadounidenses radicados en la isla. No fue hasta los años 70 que se crearon las primeras offshore de envergadura. Según el autor, se puede afirmar que el sistema de empresas offshore ha caracterizado la economía cubana del periodo castrista desde sus comienzos y cobró un auge mayor durante el Periodo especial, cuando sobrevino la caída del bloque socialista del cual dependía la economía cubana. Sin embargo, según datos recientes, el monto de las transacciones comerciales actuales entre Venezuela y Cuba, son muy superiores a las registradas entre la antigua URSS y la isla: “las offshore han jugado un papel central en el esquema económico del gobierno cubano”.

El poder cubano se sirve de testaferros o de personas inocentes del papel que juegan, para registras estos entes financieros offshore. Un ejemplo, el caso de tres mujeres que residen actualmente en un barrio humilde  de La Habana y que en el curso de su investigación el periodista logró contactar: ellas aparecen como directoras de cuatro sociedades conectadas con Caribbean Queen Shipping Ltd., una entidad fantasma creada por el gobierno cubano en Chipre. Ignorantes de su papel de directoras oficiales de cuatro sociedades, las tres mujeres recuerdan vagamente, cuando eran unas humildes oficinistas de la empresa Navegación Mambisa, perteneciente al Ministerio de Comercio exterior, el día en que las llamaron a la oficina del director comercial para que firmaran unos documentos sobre los cuales no les dieron explicación alguna acerca de haber prestado sus identidades. Era  habitual que se firmaran documentos a favor de la revolución y a nadie se le ocurría negarse. Es un método que forma parte del aparato de propaganda del régimen.

El caso de estas tres oficinistas no es único. Centenares de cubanos que aparecen como directivos de empresas navieras registradas por Cuba en paraísos fiscales, ignoran el papel que han jugado en jugosos negocios en los que no han tenido el más mínimo beneficio. Viven en la pobreza al igual que la mayoría de los cubanos. Se trata de una ilustración cristalina del sistema de instrumentalización de la población por el régimen. Para el castrismo, la noción de ciudadano desaparece convirtiéndolos en simples pobladores  dóciles, a los que se les utiliza a su guisa y el país es una simple plataforma, o base de operaciones a partir de la cual operan y ejercen un poder de influencia en el mundo. Si la primera verdadera mundialización comenzó en 1492 tras la llegada de Cristóbal Colon a América, convirtiéndose Cuba desde entonces en el enclave principal del poder comercial de la Monarquía Católica,  el papel de Cuba en el entramado financiero offshore, al que se ha asimilado Venezuela, aparece hoy como una continuidad del modelo que se instauró a partir del siglo XVI en el que La Habana servía de punto de llegada y de salida de la flota española. Modelo que no comporta el sentido de país o de nación: se trata de simples plataformas que sirven de base para desarrollar ganancias y ejercer poder.

A esta manera de proceder, el castrismo ha sumado el empleo de la piratería que se sumó a la economía de la isla, como una manera de soslayar el control estricto impuesto por la Corona que prohibía el comercio con otras latitudes que no fueran ciertas regiones de España. La Piratería sirvió entonces, como hoy  las compañías offshore, para soslayar la normativa española, como a partir de los 60, sirvió para soslayar el embargo decretado por Washington. Volver a épocas históricas del pasado es una de las características del castrismo. Podría afirmarse que Cuba es hoy una plataforma de imperios y una base de operación internacional.

El origen de las empresas offshore cubanas, seriamente encauzadas, se supone comienza en 1986, cuando la estatal Empresa de Navegación Mambisa adquirió dos buques mercantes Caribbean Queen y Caribbean Princess. Se creó entonces la Caribbean Queen Shipping Ltd, que fue registrada en varios países y se conectaba con la Anglo-Caribbean Shipping Co. Ltd, fundada en 1973 en el Reino Unido.

En la actualidad, existen empresas registradas en Panamá según el mismo modelo, por exfuncionarios del Ministerio de Transporte de Cuba relacionados al entorno familiar de Raúl Castro y de su yerno, Guillermo López Rodríguez López-Callejas y funcionarios de PDVSA, en Venezuela. Entre ellas Cuvenpetrol S.A., Transportes del ALBA-Transalba, Trocana World Inc. y Tovase developpement.

El gobierno cubano adjudica a la evasión del embargo la práctica de estas operaciones capitalistas “ocultas”, pero existe otro motivo: el de evadir la propia burocracia socialista  del Banco Nacional de Cuba, cuyo control evita la elasticidad necesaria a la práctica de la economía. Así, el control burocrático quedaba para el común de la población sometida al socialismo, mientras que la oligarquía que ejerce el poder se enriquece gracias a un capitalismo sin límites ni reglamentación, similar al ejercido antaño por la piratería.

Además de burlar el embargo, estas empresas offshore realizaban operaciones encubiertas para burlar convenios regulatorios sobre oferta-demanda establecidos por las organizaciones internacionales. Las célebres causas 1 y 2 que tuvieron lugar en 1989 y culminaron con el fusilamiento del general Arnoldo Ochoa y del Teniente-coronel Tony de La Guardia, tienen este trasfondo.

Los Panama Papers contienen una ingente información sobre las empresas offshores creadas por La Habana. Es imposible resumir el inmenso trabajo de investigación realizado por el periodista Ulises Fernández. Invito encarecidamente a los lectores interesados de conocer la manera cómo se mueve la economía cubana a la cual se ha asimilado la de Venezuela, a leer los amplios reportajes que explican detalladamente el funcionamiento y muestran a los actores que intervienen en esta economía paralela. Pueden consultarlo libremente en el portal CubaNet que además cuenta con un amplio capítulo dedicado al entramado de corrupción montado por la brasileña compañía Odebrecht en Cuba, bajo la dirección personal y activa del expresidente Lula Da Silva en relación directa con el general presidente Raúl Castro.