*La Cumbre de las Américas no trajo grandes cambios, pero sí mostró un recio compromiso de los gobiernos de la región alineados con la defensa de la democracia en el continente, con urgente atención a la crisis venezolana.
El domingo 15 de abril concluyó la VIII Cumbre de las Américas realizada en Lima, Perú. Para muchos el evento marcó un hito en la retirada del castrochavismo, bolivarianismo, y en general el retiro de esa “marea rosada” que tiñó a la región latinoamericana durante casi un siglo. La pregunta es: ¿en qué se avanzó en dicha cumbre?
La corrupción y Venezuela
El Compromiso de Lima, documento aprobado por los mandatarios regionales sobre “Gobernabilidad democrática frente a la corrupción”, se desarrolla en unos 60 puntos, organizados en seis secciones: gobernabilidad democrática, transparencia y derechos humanos, financiamiento de partidos y campañas electorales, la prevención de la corrupción obras públicas y contrataciones, cooperación jurídica internacional y fortalecimiento de los mecanismos anticorrupción. Sin embargo, el tema que opacó estos acuerdos formales, no fueron los escándalos de corrupción trasnacionales de la firma brasilera Odebrecht, sino la crisis venezolana.
Los que no fueron
Antes de comenzar la Cumbre, el Grupo de Lima pidió al gobierno de Perú cancelar la invitación a Maduro a la reunión. Algo parecido, pero contrario, sucedió cando el grupo de la ALBA presionó para que Raúl Castro fuera invitado a la pasada reunión en Panamá. Maduro anunció inmediatamente, que nadie lo detendría y que allá estaría, buchipluma nomás.
Tampoco fue Donald Trump, aduciendo que tenía que lidiar con el tema de Siria, lo que algunos consideraron una excusa banal, hasta que rugieron los misiles Tomahawk en las ciudades de Damasco y Homs, dándole razón a la excusa. Su ausencia resultó favorable, pues Trump no tiene muchos admiradores entre los latinoamericanos y fue reemplazado por el vicepresidente Mike Pence, quien ya había visitado la región. Esto permitió centrarse más en el tema de Venezuela, que atacar a Trump.
Tampoco asistió Raúl Castro, quien se perdió su última aparición como presidente de Cuba en este tipo de eventos. Según fuentes, Raúl no está cómodo en este ambiente, pues la mayoría de sus carnales ya no asisten, por lo que mandó una delegación de bajo nivel, al Canciller, cuando habría podido enviar a algún vicepresidente. Entre esa delegación, también envió una pandilla de agitadores que junto a la correspondiente edición venezolana, intentaron sabotear varias reuniones de la sociedad civil.
Venezuela en la mira
Por Latinoamérica los presidentes de Argentina, Colombia y Chile fueron los más contundentes frente al régimen de Maduro.
El argentino Mauricio Macri expresó su “… preocupación… por los millones de venezolanos que se han visto obligados a dejar su tierra, y por aquellos que diariamente sufren la carencia de alimentos y servicios sanitarios básicos”, e insistió que “va a desconocer cualquier elección que surja de un proceso de este tipo” porque “eso no es una elección democrática”.
Para el presidente colombiano Juan Manuel Santos, el régimen de Maduro, “quiere perpetuarse en el poder” por “… unas elecciones que… tenemos que desconocer todos los aquí presentes”. Pidió a Maduro que deje de negar que existe algo tan evidente y permita la ayuda humanitaria internacional. Fue muy categórico al decir “Seremos generosos con el pueblo venezolano, pero implacables con su régimen opresor”.
Para el presidente chileno Sebastián Piñera: “… en Venezuela no hay democracia,… ningún país… puede reconocer una elección que no está siguiendo las reglas básicas de una elección democrática”.
Contra estas posiciones salieron en defensa de Maduro, el presidente boliviano Evo Morales y el canciller cubano. Morales atacó a la OEA por la ausencia de Maduro y condenó “… las sanciones unilaterales y las amenazas de invasión realizadas por el gobierno de EE.UU. “. En esta misma onda, pero más florido, estuvo el representante cubano, quien denunció el interés de ”… restablecer la dominación imperialista, destruir las soberanías nacionales con intervenciones no convencionales, derribar gobiernos populares, revertir las conquistas sociales y restaurar, a escala continental, el neoliberalismo salvaje”.
Los norteños
Para el primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, es “completamente inaceptable que en Venezuela “… no haya democracia, ni respeto a los derechos humanos”. Y mandó el siguiente mensaje: “ser un verdadero amigo de Venezuela hoy debe significar ser un amigo del pueblo venezolano, y no solo del Gobierno autoritario de Maduro”.
El Vicepresidente norteamericano Mike Pence se reunió con la oposición venezolana con la asistencia de Julio Borges, Antonio Ledezma, David Smolansky y Carlos Vecchio quienes trataron los temas de la crisis humanitaria y las cuestionadas elecciones del 20 de mayo. También el Canciller encargado, John J. Sullivan, y el director de USAID, Mark Green, sostuvieron reuniones con la sociedad civil venezolana. EE.UU. informó que aportará US$16 millones más para ayuda a los desplazados venezolanos a través de la ACNUR.
En sala plena Pence dijo que “9 de cada 10 venezolanos ahora son pobres. Los almacenes están vacíos. Los hospitales no tienen servicios médicos básicos. 5.000 venezolanos huyen diariamente de su país, en el mayor éxodo de nuestro hemisferio. Venezuela es un Estado fallido y el colapso de su economía está afectando otras economías. EE UU no se va a quedar con los brazos cruzados al colapsarse Venezuela”. Y señaló que ”La dictadura en Cuba no sólo afecta a su propia gente, sino han tratado de exportar sus fallidas políticas y están apoyando en este momento a Venezuela. La tiranía de Venezuela y Cuba es evidente”. Esto generó una respuesta virulenta de Cuba.
Un problema regional
Los norteamericanos ya han entendido que lo de Venezuela no es un hecho aislado, sino la exportación de “fallidas políticas” cubanas al hemisferio. Es la vieja ambición cubana de expandir su revolución al hemisferio. Lo trágico es que muchos de los dirigentes regionales directa o indirectamente apoyan esta política cubana al lanzar odas a los Castro y permitir el mantenimiento del régimen castrochavista en Venezuela, haciéndose cómplices de una política muy bien dirigida a esos fines.
El Grupo de Lima no ha logrado avanzar más allá de un conjunto de declaraciones. Su nuevo documento firmado por 15 países del grupo más EE.UU. aún no utiliza la palabra dictadura para categorizar al régimen, pero insiste en tres puntos importantes: que no reconocerán las elecciones del 20 de mayo, que apoyan a la AN y finalmente que los actos que por constitución esta AN deba autorizar y no lo haga no serán reconocido por ellos. Entonces Maduro será doblemente deslegitimado: por ganar una espuria elección y por no poder juramentarse ante la AN como exige la Constitución. A partir del 20 de mayo Maduro no será reconocido como nuevo presidente de Venezuela, por al menos en 16 países del continente.
Sin mucho progreso
Como vemos, aún no se ha avanzado mucho como para decir que esta Cumbre es un hito histórico en cuanto al retiro de castrochavismo del hemisferio. Hasta ahora, solo Panamá se ha unido a EE.UU. y Canadá en las sanciones. Es todavía incomprensible que de los 35 gobiernos de la región, 20 sigan sin entender la importancia de apostar por la democracia y oponerse a la existencia de gobiernos dictatoriales que además, como en este caso, han creado una crisis humanitaria que los afecta y los puede llevar a una cierta desestabilización interna, y sin duda a una pérdida de prestigio internacional.