Informe desde España con Alberto D. Prieto.
Recuerdo cuando Bill Clinton llegó a la Casa Blanca en 1993, entonces se destacó de él que era el primer presidente nacido después de la II Guerra Mundial. Si ETA lleva existiendo 50 años, soy de los dos tercios de españoles que no conocemos un país sin terroristas en ejercicio. Ese año en el que Clinton juró sobre la Biblia en las escalinatas del Capitolio todavía en España era normal que una banda terrorista tuviese un partido político legal defendiendo a cara descubierta sus postulados y, peor, sus atentados.
No soy ningún tipo raro por poder contar que me he despertado más de una vez sobresaltado por un bombazo, por suerte no tan cerca como para romper mis ventanas y herir a mis hijas. Tampoco creo ser un madrileño distinto de ningún otro de mi edad si puedo escribir aquí que alguna vez tuve que marcar las teclas de un teléfono controlando el temblor de los dedos porque un coche bomba había reventado una calle por la que pasaba cada mañana mi mujer. Sí, con la buena suerte de estar casi seguro de que no tenía por qué haberle ocurrido nada malo, el pepinazo etarra había sido 15 minutos después de la hora a la que ella pasaba en transporte público por allí, como cada mañana. Pero, ¿y si precisamente hoy ella se ha retrasado, no ha encontrado el champú y ha tenido que salir de la ducha a por otro, o se ha olvidado el libro y ha debido volver a subir a casa? ¿Y si justo hoy ha perdido el autobús? ¿Y si hoy ha sido el día en que se le han pegado las sábanas a mi lado? ¿Y si a los “al menos siete muertos” que dice la radio les ha pasado lo del champú, lo del libro, lo de las sábanas?
Este viernes, ETA —que lleva unos años sin matar, desdibujada, ridiculizada, humillada, derrotada— ha emitido un comunicado. Recuerdo cuando, como jefe de cierre de ‘El Mundo’, levantábamos una edición entera, parábamos las máquinas y los asesinos nos cambiaban la portada con sus palabras, las que fueran. Hubo una racha de un par de meses en los primeros 2000 en que, de la mano de Rocío Galván —la mejor periodista que conozco—, nos tocó rehacer varios periódicos varias noches a los dos solos.
En 2004, ya no estaba Clinton, sino George W. Bush, y con él el terrorismo yihadista global. Cuando los 192 muertos en los trenes de Atocha, la marca política de ETA, Batasuna, por fin había sido ilegalizada, pero su líder, Arnaldo Otegi, era un hombre libre, y salió corriendo a los medios a decir “ETA no ha sido, ETA no ha sido”… muerto de miedo porque se les acabara el poco crédito social que les quedaba. Y yo me lo creí: los argumentos de un terrorista son sus muertos, y los etarras no iban a renunciar a éstos si la masacre del 11-M iba a ser su mayor aportación dialéctica.
Decía que este viernes ETA ha emitido un comunicado. En aquellas noches con Rocío, imaginábamos juntos el día en que todo ese trabajo acelerado pudiera ser para titular algo así como “ETA deja de matar y pide perdón por el dolor causado”. Nos mirábamos y, comentábamos, exhaustos al acabar la faena a las 4.00 de la madrugada, “joder, sería maravilloso, ¿verdad?”.
Pues este comunicado del viernes ha sido ése, y nadie ha parado sus máquinas, ningún periódico ha cambiado su edición, ni siquiera los digitales han reaccionado abriendo con ello, no al menos muchos de ellos. ETA deja de matar y trata de estirar el chicle de su trascendencia en los medios anunciando el anuncio de que lo va a anunciar. Emitiendo comunicados como el que va a estrenar una película esperada y va publicando ‘teasers’ en las redes sociales…
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Pero mira no, etarras de mierda. Uno, os podéis ir al carajo: ya perdisteis, os derrotamos, primero con el desprecio social y luego con la poli —o al revés—. Dos, nos importa un pimiento lo que digáis, porque es asqueroso: ¿cómo que “conflicto”, cómo que no merecíais ser “humillados”? ¿Qué patraña es ésa de que pedís perdón a las “víctimas inocentes”, pero que a las que sí “formaban parte del conflicto” sólo les presentáis vuestros “respetos”? ¿Qué coño es lo de que en el País Vasco aún no hay “democracia” ni “libertad”?
No era un “conflicto”, erais —sois— unos terroristas; por tanto, todos vuestros muertos, secuestrados, extorsionados eran —son— “inocentes”; porque esto es una “democracia” y somos “libres”, no hay más que ver que gentes con vuestras mismas ideas gobiernan hoy en Navarra, lo han hecho en San Sebastián, y no han dejado de hacerlo en muchos pueblos. Y no pasa nada, nos aguantamos —y hasta está bien— mientras cumplan la ley.
Titula ETA su comunicado ‘Declaración sobre el daño causado’ y pretende con esto dar por finiquitado el asunto, pero no. Copia descaradamente la retórica del IRA irlandés en sus palabras, pero se queda en eso, en una falsa dialéctica llena de eufemismos y circunloquios.
Señores de la capucha y la txapela, será creíble todo eso el día que os comprometáis a colaborar en el esclarecimiento de los 379 asesinatos aún sin culpables, cuando vuestros familiares y amigos se avergüencen de vosotros y dejen de homenajearos como héroes al salir de prisión tras cumplir vuestra condena. Podremos darnos la mano —como hicieron el ex terrorista Martin McGinness, entonces ya viceprimer ministro norirlandés, y la reina Isabel II de Inglaterra en 2012— cuando aceptéis la verdad, la dignidad, la justicia y la memoria de lo que hicisteis.
Uno de los ministros del Interior que más hizo por acabar con vosotros, el donostiarra Jaime Mayor Oreja, dijo una vez “ETA mata pero no miente, el criminal no necesita mentir porque el crimen es la mentira más cruel de todas las posibles”. Yo viviré por primera vez en un país sin terroristas en ejercicio, pero no hay más que leer vuestro comunicado: si ésa es vuestra verdad, seguís siendo terroristas. Aunque ya no matéis.
Alberto D. Prieto es Corresponsal Internacional de OKDIARIO