Jurate Rosales: “¡Cállate, cállate, cállate ya!”

Ventana al Mundo.-

La lluvia de bonos que de voz en cuello anuncia Maduro, provocó un deslave económico que arrastra todo a su paso. Hasta devaluó el Carnet de la Patria (condición para recibir el bono), que ahora debe ser “actualizado”. 

¿Era Kico, en la serie de El Chavo, quien utilizaba ese grito? ¿O es el “¿por qué no te callas?” del rey Juan Carlos dirigido a Hugo Chávez? Creo que es más bien la canción: “me liberaré de ti callate, ya no me mientas calláte”, con acento argentino, de las recordadas Hermanas García, pioneras de la música pop en Suramérica.

El estribillo me vino a la mente cuando en el mercadito sabatino vi que los precios dieron un salto gigantesco en comparación con la semana anterior. Alguien, en el gobierno, se fue de la lengua y aquí tenemos el resultado, pensé.

¿Ese cambio es de una semana?, pregunté al pollero. No señora, contestó, es de hace tres días.

¿Qué habrá pasado hace 3 días? La respuesta llegó fácil:  hace tres días era el 19 de abril y entró en vigencia el anuncio de Maduro de que con motivo de la fiesta patria, será depositado el Bono Independencia a 10 millones de familias, por un monto de un millón de bolívares para cada una. Cito sus palabras emitidas por cadena de radio y TV: “Este mes de abril vamos a seguir fortaleciendo el Carnet de la Patria, el próximo jueves 19 de abril en el plan de apoyo económico, con el Carnet de la Patria, verificado en el código VQR, vamos a depositar 10 millones de Bono Independencia de un millón de bolívares”. ¡Así que eso era! Lo dijo “en transmisión conjunta de radio y televisión desde el Palacio de Miraflores, en Caracas, donde culminó una movilización popular por la paz y contra el imperialismo”, según VTV. Efectivamente, allí sería válido el monárquico “por qué no te callas”.

Me di cuenta que esos “bonos de la Independencia“ llegaron para sumarse a los entregados por el Ejecutivo entre diciembre de 2017 y enero de 2018, que  fueron “el Navideño y el Niño Jesús”, ambos para 4 millones de familias, y el de Reyes para 8 millones de hogares. Todos fueron por un monto de Bs.500.000, pero eso era antes, cuando Bs.500.000 todavía podían comprar un kilo de queso (según la prensa de aquel momento, el Kg. de queso blanco estaba en Bs.445.000.-, pero, repito, eso era hace 4 meses. Este sábado en el mercadito, el más barato había saltado a los Bs.900.000 el kilo y los demás estaban del millón en adelante).

Lea también: Jurate Rosales: El triunfo de la post revolución

Luego, en febrero, Maduro aprobó el Bono del Día de la Juventud para 2.500.000 jóvenes; el Bono por el Día de la Mujer a cinco millones de féminas; el Bono de Carnaval para ocho millones de venezolanos y recientemente el de Semana Santa a 10 millones de familias, todo por un monto único de 700.000 bolívares.

Además del inmenso daño que hizo a toda la nación emitiendo pagos que no tienen cobertura en el Banco Central, – lo que nutre la megainflación porque es dinero inexistente, sacado de la nada y para nada – pues además de eso, esas bonificaciones ilusorias terminan de desquiciar la economía. El gobierno aprendió que puede emitir bonos y más bonos con sólo declararlo desde Miraflores, sin siquiera tomar  la precaución de si ese dinero existe o no. Como de hecho nada de esas sumas corresponde a un valor tangible para comprar y vender, aparece el otro problema: si bien el dinero de la tarjeta bancaria de débito no es físicamente visible, el efectivo sí lo es, y como todo es sacado de la nada, no hay billetes. En  otras palabras: los “aumentos” y “bonos” de Maduro multiplican el circulante, pero el Banco Central no logra emitir la cantidad de billetes necesarios para cubrir siquiera una pequeña parte del circulante teóricamente lanzado a la calle con los anuncios presidenciales.

El dinero en efectivo se hizo muy escaso y como toda mercancía escasa, subió de precio. Los billetes en efectivo se venden hoy en la calle con el 100% de recargo, o sea, uno los compra con tarjeta de débito y, por ejemplo, Bs.50.000 en billetes cuestan Bs.100.000 con tarjeta.  La gente necesita el dinero en efectivo para el transporte público, pese a que ya es usual para un trabajador informar que no pudo ir al trabajo, porque no consiguió efectivo “para el busete”. En cuanto al pago del estacionamiento, también ese debe cancelarse con dinero en efectivo y el resultado es que nunca hubo tantos vehículos parados en la calle en doble fila, mientras los estacionamientos permanecen medio vacíos, porque la gente no lo puede pagar. No es por falta de plata, sino por no tener dinero en billetes. (De monedas, ya ni se habla – eso dejó de existir y hasta el billete de cien ya es casi desechable).

Los bonos emitidos por Maduro tienen todos una condición: son exclusivamente pagaderos a los beneficiarios que poseen el Carnet de la Patria. Están por ejemplo los “bonos protectores” cuyo monto varía según el número de miembros en cada familia (por ej. familia de 6 miembros recibe Bs.1 millón y las “tarifas” son escalonadas según las familias, siendo el máximo para la de 10 “integrantes” – Bs. 1.680.000).

En todos los bonos y otros pagos, Maduro dijo claramente que todo Carnet de la Patria deberá ser “verificado en el código VQR” y un aspecto sorprendente ha sido la “devaluación” del mencionado carnet, lo cual obliga al gobierno a exigir su “actualización”. Esto podría indicar que la carrera entre megainflación y entrega de bonos, la estaría perdiendo Maduro.

Finalmente, esa carrera entre quien llega primero – bonos con votos o megainflación contra votos – , es la que incidirá al final, cuando el gobierno decidirá sí mantiene la fecha de las elecciones. Pareciera, al fin y al cabo, que allí está el “quid” de todo ese asunto, con la megainflación como el resultado de un esfuerzo electoral, cuyas consecuencias el gobierno no había previsto.