Por.- Alex Vallenilla / @alexvallenilla
Ni con el CLAP, ni con los productos que llegan en “combos” por las redes privadas pueden sostener una dieta aceptable por la hiperinflación
La crisis económica tiene ya tiempo causando estragos en la capital venezolana. En la mayoría de los barrios la situación de escasez de alimentos e hiperinflación han hecho inviable la vida de las personas quienes sufren los efectos de una situación nunca vista en Caracas. En Ruperto Lugo, cerca de Gato Negro, un kilo de tomates se conseguía la semana pasada en 1,5 millones de bolívares, las papas en un millón de bolívares, un solo plátano en 100 mil bolívares, el medio cartón de huevos en 900 mil bolívares y se trata de los más pequeños.
Los habitantes han estado acostumbrados a la caja del CLAP, la cual no llega al resto del país con la periodicidad que si ocurre en Caracas. La misma lleva cereales como arroz y harina de maíz mexicana. Las compras en un abasto caraqueño han entrado en la modalidad del “combo”, es decir, si alguien va a comprar un paquete de harina de maíz, debe llevar adicional otro producto como un yogurt, una gelatina, algo más de la línea de la empresa que distribuye todavía alimentos en algunos sectores. Esta modalidad de los “combos”, de dos paquetes de harina y una salsa de tomate suele venderse hasta hace unos días en 1,2 millones de bolívares, lo que a muchos no les alcanza el dinero de una quincena para cubrir sólo los tres productos.
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Marianela Ponte, habitante del sector, relata que los “bachaqueros”, que son personas desempleadas que se dedican a revender todo tipo de productos, en los alrededores de la Plaza Pérez Bonalde ofrecen mercancía a precios inalcanzables para la mayoría, “son detenidos, la policía hace una farsa que los agarran y al rato tú los ves otra vez sueltos, vendiendo de nuevo”. La situación que describe de lo que ocurre en los principales barrios caraqueños es mucho más “terrible” de lo que se piensa y el hambre sigue apretando.
Al preguntar a Ponte sobre los precios de la carne y el pollo, revela que tiene más de un mes que no sabe lo que es consumir esta proteína porque el precio sube demasiado, “apenas logra uno comprar sardinas frescas, que están en 250 mil bolívares el kilo y el queso, el que no es tan bueno, en 1,8 millones de bolívares, ya se ha hecho difícil comprar por ejemplo zanahorias, pimentón, para poder tomar algo de leche hay que esperar el CLAP, igual con el aceite, hay demasiada desesperanza y de paso aquí todavía hay mucha gente oficialista”.
Los “combos” que se han implementado responden a una política de las empresas que distribuyen alimentos, las hipertiendas como Makro y Alimentos Polar para vender un bulto de harina de maíz, le ponen condiciones a los bodegueros y dueños de abastos, deben comprar también todo en combos y estos hacen lo mismo con las ventas al detal, esto junto a las fallas del CLAP, han complicado las posibilidades de alimentación de los venezolanos, sumado a la hiperinflación que hace imposible comprar.