Por Rafael Beyed
***La gran mayoría del país, en la cual me incluyo, continuaremos haciendo largas colas para comprar un rollito de papel toilette.
Creo que aquí radica uno de los problemas más graves: nos acostumbramos a la ruina y a la anarquía. Estamos pagando lo que sea, lo que sea, por los precarios productos básicos que conseguimos después de andar un maratón. Y el gobierno lo sabe: nos propuso la anarquía y se la compramos completica. Si no hay papitas fritas en el Mc. Donald no importa; comemos Yuca. Ese ha sido uno de los más graves problemas. Todos, en la práctica, nos convertimos en cómplices de esta locura. Ahora todos actuamos como si fuéramos delincuentes, es decir, para adquirir los medicamentos, entre otros productos de primera necesidad, utilizamos métodos inimaginables: nos disfrazamos, hacemos la cola, le picamos el ojo al vendedor, llevamos una bolsa extra, el tipo pone el producto en un estante cualquiera, lo recogemos como si lleváramos drogas o cualquier otra sustancia prohibida.
¡Por Dios! He visto cientos de personas hacer colas para que les despachen zapatos deportivos. Qué otro fondo debemos tocar para que reaccionemos y en función de qué reaccionar. Nos dejamos faltar el respeto y punto. Maduro, el regente, y los demás miembros de la banda deben reírse de nosotros a garganta batiente. Eso que ellos llaman guerra económica no es más que un plan que los rojitos diseñaron para mermar nuestro poder adquisitivo y sobre todo, mantenernos distraídos, humillados e inmensamente preocupados. Es increíble. Ahora tenemos que usar el papel sanitario con precaución y al bañarnos no podemos disfrutar del jabón como años atrás. Ya nadie habla de qué detergente usas para tu lavadora o con qué desinfectante limpia la señora los pisos de tu casa. La respuesta es obvia: de tapa amarilla para arriba ya es bastante.
Ante este panorama tan desolador abundan los rumores. Los juicios de valor van desde el golpe militar hasta la huelga general y hasta los saqueos en masa. Que si ten cuidado mañana cuando vayas a salir de tu casa; que tal día habrá un zaperoco; que si una amiga que tiene una prima casada con un general dijo tal o cual cosa; que están sacando a los cubanos por todos los aeropuertos; que los nuevos Comacates están arrechos; que si tal banco está quebrado; que más nunca habrá azúcar; que ojalá haya otro 27 de febrero y, por supuesto, que los colectivos arrechos le pusieron condiciones a Diosdado Cabello y han anunciado que no dejarán entrar al país a Nicolás Maduro cuando regrese de China. ¡Por Dios! No podemos seguir cayendo en esas trampas filtradas desde el propio gobierno.
Aquí el régimen es una regencia de La Habana, y no pasará nada mientras todos los de aquí tengan sus respectivos expedientes en el G2 cubano para su debida extorción; ni militares; ni la supuesta guerra entre Diosdado y Maduro; ni colectivos ni bachaqueros oficialistas molestos; ni nadie moverá este régimen si un solo pueblo no toma las calles cívicamente. Somos mayoría, pero lamentablemente no hay quienes convoquen a una huelga general y que tengan credibilidad.