La corrupción es el infierno de los chavistas

Por JAIME GRANDA

Muchos que se creían “sobrados”, ya sienten el fuego dentro y fuera de Venezuela.

Mucho se ha hablado de las semejanzas entre las promesas del socialismo que llegó a Cuba hace 60 años impulsado desde la Unión Soviética y las de las religiones, especialmente de la Iglesia católica que domina en América Latina.

La Iglesia Católica promete un paraíso para todos los sumisos a sus mandamientos, pero después que abandonen la Tierra. El socialismo soviético-cubano se aprovechó de ese discurso y comenzó a prometer un paraíso similar a sus sumisos, pero aquí en nuestro propio planeta. Al final, se ha demostrado que el paraíso solo es alcanzable por la cúpula en el poder que se aprovecha de los bienes del Estado cuyos habitantes caen en sus promesas.

Los socialistas prometen un paraíso terrenal pero ni siquiera respetan gran parte de los 10 mandamientos de la Iglesia Católica, especialmente los últimos. El quinto: No matarás; séptimo: No robarás; octavo: No darás falso testimonio ni mentirás, y el décimo: No codiciarás los bienes ajenos.

Así que la cúpula, supuestamente socialista, que se apodera del poder en alguna de las naciones latinoamericana consigue casi de inmediato su propio paraíso, pero sin darse cuenta también labra su camino hacia el peor de los infiernos: la corrupción.

Antes de 1999, los funcionarios cuyas actividades ilícitas con los dineros del Estado trascendían hasta el pueblo, pagaron un alto precio. Ese alto precio no tenía que ver con su envío a prisión o la pérdida del cargo, sino el peso de esa acusación entre los ciudadanos. Esa mala fama se extiende hacia sus descendientes por varias generaciones. Todavía en Venezuela hay descendientes de Juan Vicente Gómez que se cuidan de hablar de su parentesco.

Los seguidores del desaparecido Hugo Chávez que se han aprovechado de los bienes del Estado que prometieron liberar de los ladrones de la llamada IV República, comienzan a pagar sus abusos y entran en ese infierno de la corrupción. Muchos ya sienten el calor de las pailas de ese infierno, dentro y fuera de Venezuela.

Algunos casos

Son muchos los expedientes que se acumulan en el exterior en contra de funcionarios del gobierno de Chávez y del gobierno de su sucesor. Son muchos los funcionarios de esos gobiernos que hicieron acto de contrición, es decir que están mostrado su arrepentimiento por sus faltas contra Dios, contra ellos mismos y contra su prójimo, ante los confesionarios de Estados Unidos.

Esos arrepentidos han nutrido al gobierno norteamericano de suficientes pruebas y con ello han logrado salir de su infierno y asolearse en el purgatorio, en vez de quemarse en las pailas del infierno.

Entre los casos más sonados que se ventilan en el “maluco” imperio, está el de los sobrinos de la pareja presidencial. Cada día salen más detalles a la luz pública. Esos apellidos serán señalados por los dedos acusadores donde se refugien.

Esta semana, se han revelado cifras de lo que se ha aprovechado el segundo del régimen que desde años ha tratado de evitar que se publiquen sus andanzas con los dineros públicos. El Nuevo Herald de Miami publicó el miércoles pasado toda la acusación que el diputado venezolano Ismael García y otros hicieron ante las autoridades norteamericanas contra Diosdado Cabello, actual presidente de la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente (ANC).

El meollo de la acusación y las pruebas presentadas es que Cabello encabeza una sofisticada red de lavado de dinero que ha hecho uso de cerca de 350 empresas panameñas, europeas y estadounidenses para legitimar más de 1.300 millones de dólares norteamericanos producto de la corrupción. Esas son cifras preliminares que las autoridades norteamericanas ampliarán a medida que avancen las investigaciones.

En esa red de lavado de dinero mal habido aparecen los primos de Cabello, Luis Alfredo Campos Cabello, Jerson Jesús Campos Cabello y Alfonso Pérez Cabello, así como el ex ministro de Economía Comunal y Turismo, Pedro Morejón, y el empresario Rafael Sarría Díaz.

El gobierno de Estados Unidos ya había sancionado a Diosdado Cabello en mayo, por delitos vinculados con el lavado de dinero, contrabando de minerales y el narcotráfico.

En esa oportunidad, las autoridades de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro dijeron que en su lista negra de sanciones también estaban introduciendo a su hermano, José David, y a su esposa Marleny Josefina Contreras, al igual que a Sarría.

Todo eso encaja en lo que otro arrepentido como es Rafael Ramírez, ex presidente de PDVSA y ex ministro petrolero, escribió el domingo pasado en su ya acostumbrado artículo de opinión en el diario zuliano Panorama. Ramírez dijo: “La cúpula que gobierna, ha entrado en su fase más peligrosa: la desesperación. Han llevado de manera tan irresponsable y desacertada la conducción de los destinos del país, que el daño que le han causado es irreversible en muchos aspectos, ellos lo intuyen y pueden medir en la calle el extendido rechazo a su actuación y a sus nombres, sienten el desprecio del Pueblo al que le han fallado. Están aterrados”.

Luego agregó: “Por eso apelan al recurso de la violencia y el miedo. Lo único que les queda, es aterrorizar a su propio pueblo, a toda la sociedad, extinguir y acallar sus fuerzas morales, utilizar todo el poder del Estado, todos los recursos económicos de los que disponen, para inducir el miedo en la población. Han hecho las más extrañas alianzas, en un círculo vicioso de abuso, corrupción, intereses y entrega, conformando un grupo de poder, que hace con el país lo que le viene en gana, y que se burla de nuestra Constitución, nuestras leyes y sobre todo, de nuestro pueblo sin ningún tipo de decoro, se sienten ‘sobrados’ en su accionar, ante el silencio cómplice y el miedo de los cobardes”.