Trump: La mala hora

Por Alfredo Michelena

Para muchos el presidente estadounidense Donald Trump está enfrentando uno de los momento más críticos de su período presidencial cuando dos de sus más cercanos colaboradores  han sido, casi al unísono, condenados por múltiples delitos que no sólo pueden comprometer a Donald Trump políticamente, sino judicialmente.

Los condenados 

Los indiciados que el día 21 de agosto fueron declarados culpables en diferentes cortes, son Michael Cohen y Paul Manafort.

Michael Cohen fue abogado y hombre de confianza (“fixer”) de Trump desde 2006, así como vicepresidente de la  Trump Organization  y subjefe de finanzas del Comité Nacional Republicano.  Este hombre era conocido como el “pit bull” de Trump, más de una vez dejó claro que “Si alguien hace algo que no le gusta al Sr. Trump, hago todo lo que esté a mi alcance para resolverlo en beneficio del Sr. Trump”.  Inclusos llegó a decir que aceptaría recibir una bala por su jefe.

Por su parte, Paul Manafort no es extraño a la política ni al partido republicano, participó en las campañas de Ford y Reagan, del que fue coordinador de campaña para los estados del sur y segundo del Comité Nacional Republicano. De allí ingresó a la Casa Blanca como Director Asociado de la Oficina de Personal de la presidencia. Durante la campaña de Trump asumió la dirección de la campaña en el año 2016, pero al salir a flote el tema de las relaciones con Rusia, en especial en la búsqueda de elementos para atacar a Hillary Clinton, Manafort renunció a ese cargo. Se supo que había hecho lobby para varios países y dignatarios, entre ellos algunos de dudosa reputación, por lo que su empresa fue ubicada entre las cinco principales firmas de cabildeo que reciben dinero de regímenes que violan los derechos humanos,   según aparece en el documento del Centro para la Integridad Pública,  en su informe «Lobby de los torturadores». Pero y especialmente, asesoró  al ex presidente ucraniano pro ruso Viktor Yanukovich y a su partido, por lo cual Manafort pudo haber recibido US$12,7 millones en fondos extraoficialmente, lo que establece una relación pro rusa.

Las acusaciones

En general ambos acusados – Cohen y Manafort –  fueron condenados  por fraude fiscal y bancario, aunque Cohen  lo fue además por violaciones en el  financiamiento de la campaña electoral y por pagar el silencio de dos mujeres , vinculadas a la pornografía con las que supuestamente Trump tuvo relaciones. Cohen ni nombró a Trump, ni tampoco a las dos mujeres por sus nombres. Sin embargo, según el  abogado  de Cohen: “los abogados del Sr. Trump dijeron que él había ordenado a Michael Cohen que hiciera ese pago. Él (Trump) es también  culpable de un delito grave, si bien simplemente no lo ha reconocido». Además informó que su defendido tiene más información que sería de interés para la justicia.

Estas no son las primeras personas del círculo cercano a Trump que han sido acusadas de prácticas ilegales. Desde su elección, su asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, el subdirector de campaña, Rick Gates, y el asistente de política exterior, George Papadopoulos,  han admitido haber cometido faltas, o han sido condenados por delitos.

 Lo que empezó a deshilar la madeja ha sido la investigación del abogado especial Robert Mueller,  quien fuera director del FBI, designado por el Departamento de Justicia para investigar la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016. Trump acusó y acusa a Mueller de cacería de brujas  y se planteó despedirlo, pero desde el Congreso respondieron con una ley que establece que éste solo puede ser despedido por “una buena causa”.

 ¿ Y los rusos?

Trump se jacta de que Mueller aún no ha podido probarle nada. Y es cierto, al menos en relación a la complicidad de él con los rusos.  Hace unos tres meses, el Comité de Inteligencia del Senado afirmó que después de una investigación sobre si Rusia había interferido en las elecciones para ayudar a Trump, hubo discrepancia  con las agencias de inteligencia que han mantenido esta posición en contradicción con las conclusiones de la Cámara de  Diputados, controlada por los republicanos.

En todo caso como resultado de las investigaciones de Mueller, éste ha inculpado a 13 individuos y tres entidades rusas por injerencia en las elecciones presidenciales, en especial  la famosa granja de trolls rusa, Internet Research Agency.  Según un informe de 36 páginas, el «objetivo estratégico” de esta interferencia habría sido el de  “sembrar la discordia en el sistema político de Estados Unidos» a través de la creación de perfiles y noticias falsas.

Sin embargo, aunque Trump  sancionó a cinco entidades y tres ciudadanos de Rusia, el estadounidense se reunió con Putin un mes después, en julio, y afirmó: “me dijeron (las agencias de inteligencia) que creen que fue Rusia. Y el presidente Putin me acaba de decir que no es Rusia. Diré lo siguiente: no veo ninguna razón por la que deberían serlo”. Y luego tuvo que desdecirse y decir, que lo que quiso decir fue todo lo contrario.

Sigue la investigación

Entretanto, Mueller prosigue en su investigación. Lo hace sin prisa, pero sin pausa. Tiene por delante otras tareas, entre ellas: la revisión de los documentos que obtuvo a principio de año de la Organización Trump, en especial los relacionados con Rusia; concluir las investigaciones que se han hecho  al equipo digital de Trump con el objetivo de comprender si se había coordinado con los esfuerzos rusos en línea; las donaciones vinculadas con Rusia al comité inaugural de Trump y el «acceso inusual» que ciertos rusos tuvieron a eventos inaugurales; una reunión en Seychelles de Erik Prince, que sin ser miembro de su equipo informalmente funge como asesor de Trump, con un administrador de fondos ruso y otras reuniones de esta persona donde habría participado el hijo de Trump; también se investiga a  Roger Stone , asesor político que participó en la campaña, quien habría estado en contacto con WikiLeaks y el personaje de Guccifer 2.0 (que estuvo a cargo de la inteligencia rusa) y podría brindar información sobre la publicación de esos correos electrónicos demócratas robados; está la posible acusación a Trump por obstrucción a la justicia en relación al  director del FBI James Comey, la presión al fiscal general Jeff Sessions y otras acciones; y finalmente Mueller está detrás de una entrevista con el presidente, a la que Trump se ha negado sistemáticamente hasta ahora.

Efectos políticos

 Para muchos analistas, el actual  sería el peor momento para Trump.  «Esta es la peor hora de toda la presidencia de Trump, o quizás de toda su vida», tuiteó Norman Eisen, un ex asesor especial del presidente Barack Obama en asuntos de ética y reforma del gobierno.

 En todo caso ya ha empezado un distanciamiento de algunos republicanos de Trump. Por ahora en forma de “wait and see”, mientras esperan cómo se desarrolla la investigación de Mueller.

Existe gran preocupación en los medios de que si, independientemente del caso ruso, Trump está implicado en los delitos de financiamiento de la campaña electoral y en el pago del silencio de dos mujeres, como se desprende del caso de Cohen, y no hay un castigo, esto mostraría, como opina el analista de CNN Chris Cuomo,  que “la verdad ha sido politizada”, pues que Trump haya mentido una y otra vez frente a hechos que son punibles y han sido demostrados en corte y no haya consecuencias, causará un mal irreparable, afirma Cuomo.

 Ahora bien: Trump se siente seguro pues aún no se ha demostrado que él o su círculo cercano hayan trabajado con los rusos para ganar las elecciones. Y en ese sentido declaran muchos parlamentarios republicanos. Por eso, si Mueller llega a generar un reporte final antes de las elecciones de medio término que señalen la complicidad de Trump, esto podría cambiar la correlación de fuerzas en el Congreso. Y si  los demócratas ganan el control de la Cámara baja en noviembre, es probable sea el demócrata Jerrold Nadler quien presida el Comité Judicial y entonces es factible que un impeachment se ponga en movimiento.

 Las elecciones de noviembre

Sin embargo, la mayoría de las encuestadoras muestran a un Trump que parece estar protegido con una capa de teflón sin descender en su popularidad a pesar de éste y los anteriores escándalos, al menos por ahora.  Incluso luego de estos veredictos contra dos de sus colaboradores,  nada parece haber cambiado. Larry Sabato,  director del Centro de Política de la Universidad de Virginia, afirmó: «No creo que haya ningún cambio en absoluto. Esa es la parte increíble de todo esto. La base de Trump y prácticamente de todo el Partido Republicano no podrían preocuparse menos. Las encuestas me lo confirmarán.»

Trump ha polarizado la política norteamericana y si este tema se ubica en ese contexto, como lo quiere presentar Trump con sus continuas referencias a que le tienen montada una cacería de brujas, esto podría empujar a sus seguidores a salir a votar en las elecciones de medio período, las cuales  regularmente atraen menos  votantes que las presidenciales.  Si eso es así, la esperanza de los demócratas de  hacerle un juicio político a Trump, se desvanecerán.