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Venezuela es el segundo país del mundo con más operaciones de dashcoin (DSH)

Por.- Alex Vallenilla / @alexvallenilla

-Como respuesta a la crisis de pagos que hay en el país usuarios y comerciantes logran con esta criptomoneda realizar intercambios sin traumas y de manera rentable

Se dispara en Venezuela el uso de la criptomoneda DashCoin, la cual permite transacciones instantáneas y a muy bajo costos, cada operación apenas puede llegar a costar una décima de diez centavos de dólar, propicio para las operaciones de intercambio y remesas de los venezolanos, país donde los ingresos locales son tan bajos como dos dólares al mes, antes de que entre en funcionamiento la reciente reconversión monetaria.

Según Ryan Taylor, uno de los directores de Dash Core, comenzando 2018 había unos 50 comercios que recibían pagos con esta criptomoneda la cual permite operaciones punto a punto, de manera descentralizada, a través de teléfonos celulares y conexiones con computadores de escritorio. Existe una organización local que ha asumido el uso de este activo digital para promover y enseñar a las personas a utilizarla.

Se suman al menos unos 200 comercios al mes y de esta forma superan la crisis de pago que hay en el país, así como proteger el valor del dinero, ya que la criptomoneda se cotiza en dólares en el mercado internacional, para el momento de esta nota, un dash (DSH) tenía un valor de 154,04 dólares. Si bien el precio del dash ha caído en los últimos meses desde que se ha producido la corrección de precios del bitcoin, las operaciones en Venezuela van en un aumento explosivo y se registra como el segundo país en el mundo con un mayor volumen de operaciones.

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Venezuela atraviesa una crisis económica de graves dimensiones, la hiperinflación que se genera a través de la emisión electrónica de dinero fiduciario, es decir el bolívar, combinada con escasez de 80% de bienes y servicios, ha causado una crisis de pagos por la escasez de dinero efectivo, las personas han debido recurrir al intercambio de rubros, adoptar monedas de los países vecinos, realizar operaciones con dólares, o sufrir los efectos de mantenerse con ingresos en moneda local.

El surgimiento de mercados de criptomonedas se ha visto impulsado como una salida de los ciudadanos a la grave situación, luego que el pasado diciembre la administración Maduro legalizara con un decreto el uso de los activos digitales en Venezuela, con el fin de crear una criptomoneda local llamada petro que no ha podido operar por fallas en su programación y un diseño sumamente centralizado que no genera confianza a los inversores extranjeros, además de haber sido sancionada por el gobierno de estados Unidos. A pesar de la apertura que se la ha dado al uso de las criptomonedas, se trata de un sector que el régimen se ha propuesto controlar totalmente, como por ejemplo la minería, la cual penaliza a quienes no se registren en las instancias estipuladas para tal fin, la llegada de unas 4 mil máquinas mineras para bitcoin, fue confiscada meses atrás por no existir un control del Estado, el cierre del intercambio Colibit.io responde a la misma situación, no contar con la norma que regula la actividad en el país. Sin embargo las características técnicas del dash, que simplifica los procesos de minería, el uso de nodos maestros y las operaciones de intercambio, hacen muy difícil que sea regulada, tal cual se ha hecho contra los mineros de bitcoin.

Aunque el uso de la criptomoneda dash ayude a resolver algunos problemas como medio de pago la crisis continúa, ya que el fundamento principal es que los bienes y servicios siguen escasos, la desconfianza es un factor que evita que a Venezuela lleguen inversiones para revertir la escasez, en la última semana el Ejecutivo ha sancionado más de 500 comercios y ha detenido a decenas de comerciantes por ajustes de precios tras los anuncios de aumento de salario mínimo luego de eliminar cinco ceros al bolívar, el oficialismo ha continuado emitiendo bonos o ayudas que provienen de la emisión de dinero que según Nicolás Maduro se ha propuesto no utilizar más, lo que hace temer que la hiperinflación seguirá su avance.