Por J. Gerson Revanales
***“Sin tetas no hay paraíso” y sin petróleo no hay revolución.
Piensa mal y acertarás. Así como a finales de 1980, Fidel (ante la salida intempestiva de más de 10.000 cubanos huyendo de la dictadura castrista) aprovechó para expulsar a una gran cantidad de antisociales, desadaptados y malvivientes a Miami, no me extraña que la perversa sala situacional (basada en este triste episodio de los marielitos, haya plagiado la “Vuelta a la Patria” de Pérez Bonalde Peraza, considerado por la crítica como el máximo exponente de la poesía lírica del país, del romanticismo y uno de los precursores del modernismo) emplee un plan publicitario para contrarrestar las acciones de ayuda humanitaria propuestas por los gobiernos, organismos internacionales, ACNUR, Cruz Roja, ONGs y la opinión pública internacional. Piensa mal y acertarás. No cuadra que un día se les llame lava pocetas y al otro se tenga una flota aérea para ir en su búsqueda.
En este contexto, el martes pasado se dio un encuentro muy particular en la capital ecuatoriana con la intención de analizar la crisis emigratoria venezolana, el propósito ulterior fue expresar el sentido de «hermandad» y «solidaridad» de los gobiernos con el pueblo venezolano; pero también de tomar las medidas preventivas de «seguridad» para los países receptores; lo cual para este columnista es la fase dos del decreto Obama cuando advirtió que el régimen era una amenaza para la región.
La declaración en términos diplomáticos es altamente conciliatoria al exhortar al régimen para que tome de manera urgente y prioritaria las medidas necesarias para la provisión oportuna de documentos de identidad y de viaje de sus nacionales. Según el texto publicado, menciona entre estas la concesión regularizada de «cédulas de identidad, pasaportes, partidas de nacimiento, partidas de matrimonio y certificados de antecedentes penales, así como de las apostillas y legalizaciones que fueran requeridas por sus ciudadanos para viajar al exterior. En términos prácticos, se trata de medidas destinadas a garantizar la seguridad de los emigrantes, evitar el tráfico de personas, la violencia sexual contra los emigrantes y la xenofobia; pero también destinada a garantizar la seguridad de los países receptores de una migración no necesariamente de “lava pocetas” sino de jóvenes con deseo de progresar, de vivir en libertad, profesionales egresados de las mejores universidades nacionales. Solo gobiernos como República Dominicana y Bolivia, atados a la teta del petróleo, se abstuvieron de firmar una declaración que está por encima del compromiso político o ideológico.
Cuando Pérez Bonalde escribe su poema “Vuelta a la Patria” en 1877, lo hace en unas circunstancias muy particulares. El general Linares Alcántara había decretado una amnistía general. Si este fuese el caso, Maduro debería permitir a los miles de exiliados regresar al país. De lo contrario sería una comedia montada por el régimen, mal titula “Vuelta a la patria del carnet, del populismo y clientelismo político”.