Cortesía Reuters

Panorama político: Bolsonaro despeja el cuadro general.

 

Por Jaime Granda.

Cortesía Reuters

La pelea por el poder no es con Nicolás Maduro sino con Rusia y China, potencias que tienen en sus manos la posibilidad de un gobierno de transición.

Tal como indicaban las encuestadoras de Brasil, también ganadoras por reflejar lo que realmente estaba planteado más allá de las campañas con “fake news”, Jair Bolsonaro se convirtió el domingo pasado en el trigesimoctavo presidente de la nación más grande de América Latina.

Frente a esa realidad comenzaron las opiniones, incluidas en medios españoles, sobre el perfil del ex militar a quien los mismos que destruyeron la economía, abusaron de la corrupción y se burlaron de muchas leyes en Brasil, presentaban como una amenaza al juego democrático.

Llegaron a decir que el programa político de Bolsonaro pone en riesgo el futuro democrático de Brasil, pero lo cierto es que ese candidato fue la solución para buscar los cambios que Brasil está necesitando.

Los brasileños no comieron los cuentos de la campaña de desprestigio en las redes sociales y asumieron lo que los venezolanos hacen cuando van al mercado a comprar alimentos, pero no lo aplican en el escenario electoral donde también hay escasez de buenos productos.

Los brasileños entendieron que ante la escasez de un candidato ideal, lleno de virtudes, simpático para todos, había que escoger la opción que permitiera, como hicieron, salir del proyecto encabezado por Inazio Lula Da Silva e impulsado desde Rusia y Cuba con la creación del Foro de Sao Paulo y los recursos petroleros de Venezuela.

En la política latinoamericana y el mercado venezolano hay que olvidar las exquisiteces a la hora de escoger lo necesario porque no es lo que el consumidor o el elector quiere, sino lo que hay para resolver el día a día.

Panorama despejado

Con la elección de Jair Bolsonaro, con antecedentes de autoritario, como presidente de Brasil se despejan realidades que en Venezuela muchos políticos no quieren admitir.

Una de esas realidades es que después de Cuba, en América Latina ya no espacio para ensayos supuestamente socialistas. Queda claro que no hay política ni proyecto ideológico que pueda sobrevivir a errores económicos y a la corrupción.

Bolsonaro no es lo ideal, pero frente a la corrupción del Partido de los Trabajadores (PT) no quedaba otra salida.

Es evidente también que todo el proyecto promovido por el Foro de Sao Paulo se viene abajo y eso afecta también el proyecto iniciado por la Unión Soviética y rescatado por Vladimir Putin.

El despeje más interesante del panorama político es que Rusia y China asumieron directamente la defensa de sus intereses y comenzaron a intervenir abiertamente en la economía y la política de Cuba y Venezuela.

Lo primero que saltó a la vista la semana pasada es que el régimen venezolano es socio de un banco ruso y desde allí comenzó a movilizar los pagos a los inversores de Pdvsa y otras deudas. Se trata del Evrofinance Monsnarbank del cual en 2011 el fallecido Hugo Chávez adquirió el 49% de sus acciones y su costo fue de 400 millones de dólares americanos (USD), pagados en dos partes a través del Fondo Nacional de Desarrollo (Fonden). Es una entidad binacional reconocida por la Unión Europea, aunque es poco conocida en América Latina. Tiene sucursales en Londres.

Diosdado Cabello dijo en su programa de televisión que ese banco es la única entidad financiera oficializada para comercializar la moneda virtual venezolana, el petro.

Otro despeje de circunstancias después del triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil es que los rusos y los chinos admitieron los errores económicos de Cuba y Venezuela y comenzaron a manejar directamente la corrección de los mismos, incluyendo el radicalismo de expropiar empresas privadas que después son necesarias para mantener la producción nacional.

Parte de esas correcciones es la participación directa de China en la 36ª Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2018), que arrancó el lunes con la mira puesta en la captación de inversiones extranjeras.

La feria llega en momentos en que el gobierno cubano acaba de simplificar el proceso para la aceptación de los proyectos de inversión extranjera y agilizar la captación de capital foráneo que impulse la economía de la isla.

En Venezuela una delegación de especialistas y asesores económicos de Rusia trata de fortalecer el programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad iniciado por el régimen venezolano.

 

Por lo pronto, tres empresas chinas se ocuparán del sistema ferroviario, la nómina que se pagará en moneda extranjera, la asistencia hospitalaria y todo lo que necesitan los trabajadores al servicio de Ferrominera del Orinoco.

También se encargarán de la extracción del mineral en las minas de Ciudad Piar para alcanzar una meta de 20 mil toneladas anuales de mineral de hierro, además de las operaciones en Puerto Ordaz de Planta desde Pellas, Pmh y la Estación de Transferencia en el Delta del Orinoco.

Con el apoyo de rusos y chinos, el régimen pudo reunirse con representantes del Banco de Desarrollo de América Latina para mejorar sus proyectos de recuperación económica.

La lucha no es con Maduro

 

Frente a todo este despejado panorama político y económico, la dividida y desconcertada oposición venezolana debe agregar a sus múltiples problemas que la lucha ya no es con Nicolás Maduro, sino con rusos y chinos, potencias en las cuales reside la posibilidad de cualquier gobierno de transición en Venezuela, siempre y cuando no rompa esa alianza económica.

La doctora en Derecho y directora del Proyecto de Entendimiento Nacional (PEN), Eglée González Lobato, dijo este fin de semana a El Universal que las posturas de la oposición no pasan de “un frenesí inútil, sin resultados”, sin responsabilidad y mesura. 
Agregó que eso los llevó a cometer uno de los peores errores, la asfixia del liderazgo regional. Los partidos se han manejado, salvo pocas excepciones, como una franquicia en la que una élite decide los asuntos de interés nacional y aplasta los intereses regionales y municipales. Por eso sufren de una sanción cuyo efecto es casi idéntico a su cancelación por no poder participar en procesos hasta tanto se “legalicen”.

Y mientras todo eso parece marchar a su paso ruso-chino, en Estados Unidos, fuentes de la Casa Blanca confirmaron a Zeta que John Bolton, nuevo asesor de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump, estaría por aplicar mano dura a Venezuela, Cuba y Nicaragua: “Para América Latina, siempre ha hecho énfasis en cómo Cuba, Venezuela y Nicaragua han socavado los intereses de Estados Unidos en toda la región”, afirmó un vocero cercano, adelantándose a las declaraciones que se esperan de un momento a otro.