Por Francisco Poleo
No hubo «blue wave» (ola azul) en las elecciones de medio período de Estados Unidos, pero el mapa político del 07 de noviembre es muy distinto al del 06 de noviembre.
Los republicanos mantuvieron el control del Senado y hasta ampliaron su ventaja en la Cámara Alta del Congreso, pero los demócratas arrebataron a los conservadores el control de la Cámara Baja, la de representantes, con un margen considerable. Con esto, el presidente Donald Trump no podrá imponer su agenda política con tanta facilidad sino que deberá negociar cada punto. ¿Quiere muro en frontera con México? Probablemente tendrá que garantizar la ciudadanía a los hijos de inmigrantes ilegales que nacieron en Estados Unidos, programa conocido como el DACA. Y así.
Así mismo, los demócratas tienen la posibilidad de investigar a Trump y a su administración sin los bloqueos previos de los republicanos. Sin embargo, el presidente estadounidense, consciente del peligro que eso significa, ya amenazó a sus opositores que, si hacen eso, el partido oficialista contraatacará de la misma manera en el Senado.
Lo cierto es que Estados Unidos está dividido entre el extremo conservador y el progresista, un reflejo de la crisis mundial de las políticas de centro cuyos gobiernos se han desdibujado ideológicamente. El movimiento telúrico es entre los socialistas demócratas representados por personajes como Bernie Sanders y la derecha nacionalista representada por grupos como el Tea Party o el movimiento de Stephen Bannon.
Lo que se vio en la prensa durante la campaña electoral, sin embargo, fue un choque de titanes entre Trump y el ex presidente Barack Obama. Ambos se dejaron el alma en las semanas previas a las elecciones para empujar a los candidatos de sus partidos, pero ambos comparten el hecho de que no representan exactamente a los movimientos más extremistas de sus toldas, que son los que están marcando la pauta. De hecho, más representativos en ese sentido son Sanders para los demócratas y Bannon para los republicanos.
Trump ha abrazado las políticas más extremas de su partido porque es un experto en marketing. Lo mismo pudiera ser un nacionalista republicano que un socialista demócrata. Circunstancialmente, luego de haber sido demócrata y gran amigo de los Clinton, el actual presidente encontró su nicho actual y se ha dedicado a explotarlo de la misma forma que ha explotado su nombre como una marca que le ha permitido ser un exitoso hombre de negocios.
Ese fenómeno Trump planeó sobre unas elecciones que en mucho significaron un referéndum sobre él. En la mayoría de los lugares donde el presidente se volcó a hacer campaña le fue bien a sus candidatos, como también es cierto que la alta movilización del Partido Demócrata se debió al rechazo por el actual inquilino de la Casa Blanca.
Los resultados
Al momento de escribir esta crónica, los resultados son los siguientes: la Cámara Baja (los 435 escaños estaban en disputa este martes) queda por ahora en 220 para los demócratas y 193 para los republicanos; la Cámara Alta (35 escaños de 100 estaban en disputa este martes) queda en 51 para los republicanos y 45 para los demócratas; los gobernadores quedarían en 22 para los demócratas y 25 para los republicanos.
Todavía están en disputa por la cerrada votación las elecciones en Georgia, Alaska y Connecticut.
Aunque algunos demócratas están cantando victoria porque los resultados generales les son favorables, estos deben ser vistos con lupa. Por ejemplo, es cierto que la ventaja en votos populares de los demócratas en las elecciones al Senado es de casi nueve millones, pero hay detalles a tomar en cuenta. De los cien escaños de la Cámara Alta, sólo treinta y cinco estaban en disputa. De esos treinta y cinco escaños, los demócratas tenían veintiséis, y terminaron perdiendo tres. Los republicanos mantuvieron sus nueve y agregaron tres. Los demócratas ganaron, además, en lugares de mayor población como Nueva York, Vermont y Massachusetts. Por otra parte, la contienda en California era entre dos demócratas, sin representante republicano.
Estas elecciones dejan a un Estados Unidos dividido y ya pensando en las elecciones del 2020, que comenzarán a calentar motores desde el próximo año. Es de esperarse que los demócratas aprovechen el control de la Cámara Baja para hacerle una feroz oposición a Trump con vistas a debilitarlo para la carrera presidencial. El presidente, previsiblemente, se escudará en su base más leal, el extremo derecho nacionalista, por lo que podemos esperar dos años de una contienda totalmente áspera que terminará causando aún más división.
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