Por Héctor Pérez Marcano
***Como la comunidad internacional le está tejiendo un cordón sanitario al régimen para impedirle maniobrar, éste se refugia en los regímenes que se están apoderando de los recursos venezolanos.
He de insistir en el planteamiento de la OPOSICIÓN SUBVERSIVA PACÍFICA pues hay que encontrar una línea de acción opositora que saque a la sociedad venezolana de la depresión colectiva y le insufle al pueblo una conducta que permita expresar su repudio al régimen y pueda desatar un movimiento político que culmine en la desobediencia civil consagrada en el artículo 350 de la Constitución vigente.
Hoy no es posible desarrollar ninguna línea de acción democrática pues el régimen las ha confiscado todas. Desde las electorales que obligan a la inútil abstención hasta las que, resumidas en la libertad de expresión, podrían permitir que los voceros opositores pudieran explicar sus críticas y oponer soluciones a las políticas de destrucción nacional que ejerce el régimen.
En medio de la asfixia política a que está sometida la nación hay que desarrollar políticas subversivas que le permitan a la sociedad repudiar colectivamente al régimen e impedir su funcionamiento.
Por ello, como el régimen ha demostrado que es capaz de recurrir a la más cruel represión hay que desarrollar acciones pacíficas -pero subversivas- que le ahorren víctimas al pueblo.
La comunidad internacional está tejiendo un cordón sanitario alrededor del régimen que cada día le dificulta más la acción gubernamental. Así, a éste no le queda más remedio que refugiarse en aquellos regímenes que se están apoderando de los recursos venezolanos -todavía abundantes- a cambio de un tibio apoyo político como es el caso de Rusia y China. La única manera de detener esta inmoral subasta es repudiando internamente al régimen de manera tal que estos aprovechadores aliados del régimen sepan que el pueblo venezolano desconocerá tales acuerdos.
La asfixia interna facilitará un mayor aislamiento internacional que podrá llevar a acciones que pudieran parecer drásticas, pero que son necesarias para impedir el funcionamiento del régimen.