***Lo cortés no quita lo valiente; pero quien se dice canciller que asista a una audiencia por cortesía ante la CIJ, donde se dirime parte de nuestra soberanía e integridad territorial. Es alucinante.
Por GERSON REVANALES
En esta hora aciaga en que una Asamblea Nacional cuestionada en su orígenes y legalidad recomendó el camino para no asistir ir a la Corte Internacional de Justicia a defender nuestros derechos en el Esequibo, vale la pena acotar la denuncia que realizó hace 80 años el poeta, diputado y canciller Andrés Eloy Blanco, al denunciar que Venezuela “Ha perdido la quinta parte de su territorio sin disparar un tiro”.
El Congreso Venezolano en funciones (1840) rechazó el tratado Michelena-Pombo, alegando que la costa no debía estar en el Cabo Chichivacoa si no en el Cabo de la Vela, que se encuentra 40 millas al oeste del Cabo Chichivacoa. Es muy relevante destacar que en dicho tratado se le despoja a Venezuela de la mitad oriental de la Península Guajira en el norte y al sur del Río Meta, le hurtan las tierras situadas al oeste del Orinoco hasta la frontera con Brasil con lo cual: el Orinoco y parte del bajo Río Meta ya no son íntegramente parte del territorio venezolano como lo presentaba la Capitanía General para 1811. Al aceptar sustituir la ficción del Mogote de los Frailes por Castilletes, se concedió a Colombia el ingreso terrestre en la costa occidental del golfo de Venezuela, un error que ahora les anima a solicitar soberanía insular y submarina en nuestro Golfo.
En esta oportunidad, en una decisión “lesa patria” de no acudir a la CIJ, el régimen por recomendación de un letrado constitucionalista, se pone en alto riesgo la pérdida no solo de los 159.400 Km2 del Esequibo, sino que tiene efectos sobre la integridad territorial; soberanía y la seguridad nacional, considerando que al no presentarse Venezuela al juicio ha dejado abierto un Fast Track para que la Corte dicte su veredicto en corto tiempo, a favor de Guyana; y está presente un nuevo recurso dirigido a la delimitación, lo más seguro, partiendo de una propuesta de equidistancia desde Punta Playa condicionando nuestro libre acceso al Atlántico. Diga señor ministro, señores diputados si esto no es traición a la patria.
Estos dos eventos en el transcurso de 181 años, las castas parlamentarias en 1840 y en la actualidad serán responsables de la pérdida cerca de 200.000Km2; la primera por ambiciones al no ratificar el tratado Pombo Michelena y la segunda por complacencias políticas con Cuba.
En política exterior no se pueden mantener posiciones escritas sobre piedra, la dinámica de las relaciones internacionales implica y exige cambiar de estrategias para el alcance de objetivos. En el caso de la recuperación de la Guyana Esequiba; la primera estrategia de no reconocer la jurisdicción de la CIJ falló; la CIJ en una decisión cuestionada incluso por algunos de sus magistrados (Tomka, Abraham Bennouna, Gaja, Robinson, y Gevorgian), consideraron no tenía jurisdicción. En consecuencia, mantener la misma posición resulta un suicidio, por lo que si se quiere alcanzar el objetivo primario hay que cambiar de estrategia y atender a juicio en la CIJ. De lo contrario le deja el camino abierto a Guyana para que la Corte se manifieste a su favor (ART 53/Estatuto de la CIJ); decisión que se compagina con los intereses de Gran Bretaña; EE.UU, China, las transnacionales, el CARICON incluso a la OEA y su Secretario General por las últimas declaraciones.
En resumen, Venezuela en la reclamación del Esequibo se encuentra sola como “El general en el su laberinto”; sola sin nadie que la apoye. Es la débil jurídica, política y diplomática a causa de una diplomacia trasnochada. Si la primera república se perdió en manos del generalísimo Francisco de Miranda, la Guyana Esequiba está a punto de perderse si el Sr. Maduro no rectifica y ordena al licenciado que corra, vaya y le diga a la Corte que Venezuela, aunque no comparte su fallo, lo acata en respeto al Derecho Internacional y sus instituciones, no precisamente por cortesía.