Por FRANCISCO POLEO
¿Nos vamos a matar entre nosotros por votar o no votar? Eso parece tras el anuncio de la oposición de participar en las elecciones regionales del 21 de noviembre. Lo cierto es que, sin una estrategia detrás, la abstención o el voto no sirven parar nada. Por eso, ahora más que nunca, lo determinante es la consecución de un acuerdo político.
Si votar, con el apoyo de la comunidad internacional, forma parte de lo que se discute en México, bienvenido sea. Eso sí, con el cuchillo entre los dientes, no con bombas y papelillos, porque esto no es una fiesta electoral. Es un combate más en un largo conflicto que en unos meses cumple veintitrés años. Por ponerlo en perspectiva, la guerra más larga de Estados Unidos, la que acaba de terminar en Afganistán, duró veinte.
La oposición ahora deberá asumir el chaparrón correspondiente cuando se entona el mea culpa. Buen comienzo el de Freddy Guevara y el de Henry Ramos, pero falta. Será una dura caminata por el desierto que sólo llegará al oasis si va de la mano con la negociación en México…y si hay unidad, el talón de Aquiles opositor. Porque el colmo sería que ahora presenten mil candidaturas. Entendemos el «entusiasmo» de volver a las elecciones, pero tranquilos, ya habrá cargos para todos. Por ahora, unidad monolítica sigue siendo la receta. De paso, lo mejor, por cuestiones de tiempo, es hacerle caso a las encuestas, sobre todo en los predios más complicados.
En conclusión, la elección del 21 de noviembre debe presentarse como un paso más, no como un fin en sí mismo. El objetivo primordial tiene que seguir siendo retornar a Venezuela a la senda de la democracia y la institucionalidad.