Por FRANCISCO POLEO
Primero Justicia ha decidido lanzarse públicamente a la yugular del gobierno interino. Al final del día, es el pleito de siempre: Leopoldo López vs Henrique Capriles. En el medio, dos tipos, Juan Guaidó y Julio Borges, que no se atreven a ponerle coto a los dos mayores egos de Venezuela. Y esto, per se, no es una crítica. No se les puede pedir lo que no tienen capacidad de hacer.
Lo cierto es que PJ se viste a la moda, a la de caerle encima a Guaidó y su equipo. Paradójicamente, cuando finalmente está llevando a cabo una estrategia con alguna posibilidad de éxito, la de la negociación formal. Unos cuantos dirigentes, profesores, analistas, politólogos, intelectuales y yerbas similares ahora miran al interinato como gallina que mira sal, negándolo más veces que Pedro a Cristo. “¡No lo conozco!, ¡no lo conozco!, ¡no lo conozco!”. Son, como dice Enderson Sequera, PHD en análisis postmortem. Los forenses. Según ellos, siempre fue obvia la caída del proyecto. Pero yo, que suelo tener mala memoria excepto para estos temas, en donde la tengo de elefante, no recuerdo un sólo artículo en donde dijeran lo que presuntamente estaba a la vista de todos. De lo que sí me acuerdo, clarito, en alta definición, es de esos personajes pescueceando, en Caracas y hasta en Ottawa, para tomarse la foto con Juan.
Primero Justicia, que lleva rato bailando pega’o con intereses financieros que medran de los bonos venezolanos, publica un comunicado en el que anuncia que se retira del área del gobierno interino que se encarga de los activos en el exterior. Citan diferencias con Guaidó y Voluntad Popular en la administración de dichos activos. Borges ha ratificado esa posición en entrevista con César Miguel Rondón, pero deja en el aire una serie de interrogantes. Aunque PJ se haya opuesto a la forma en la que el equipo de Guaidó administra a empresas como Citgo y Monómeros, ¿no es Borges un funcionario de ese gobierno interino? Peor aún, es su canciller, su representante y su voz ante el mundo. Porque lo sigue siendo, ¿no?
Más allá de eso, lo más grave del comunicado es que demuestra desunión y debilidad en la coalición justo cuando negocian una transición. Le dijo Borges a César Miguel que «el problema es que nosotros no estamos diseñados ni está en nuestra meta el manejar empresas. Eso lo que ha hecho es desenfocarnos, crear fisuras y hacer ruido. Nosotros tenemos un solo propósito, y es salir de Maduro y lograr el cambio político en el país». Aunque tenga razón en lo de que zapatero debe ir a su zapato, ¿hacer esto mientras negocias una transición no es justamente desenfocar, crear fisuras y hacer ruido? ¿Cómo se logra salir de Maduro y el cambio político en el país si se dinamita al ente que internacionalmente la da peso institucional a la oposición? ¿Será que PJ no le arrienda la ganancia a la negociación en México y ya juega a futuro? ¿Será por eso que Tomás Guanipa, miembro de la delegación negociadora de la oposición, se concentra es en la quimera de alcanzar la alcaldía de Caracas?
La declaración de PJ sobre el manejo de los activos en el exterior puede tener fundamento y habrá que investigarla llegado el momento, pero el momentum es tan errado que hasta es sospechoso.
Pero ahí no para el fuego amigo entre opositores. Mientras PJ le dice de todo a VP, y Borges sigue siendo el canciller de ese gobierno interino que ahora le huele mal, hay unas elecciones regionales que van camino de ser un esperpento. Como van las cosas, en la mayoría de los estados al madurismo ni le hará falta caer en la tentación. Como se lance alguien más, se puede obrar el milagro de que hayan más candidatos opositores que votos opositores.
De paso, parece que nadie hace campaña en contra del PSUV.
Las tres plataformas que se consideran opositoras, no alacraneadas, son la MUD (G4), la Coalición Independiente (Ecarri y dos movimientos minoritarios) y Fuerza Vecinal (David Uzcátegui y los alcaldes del área metropolitana de Caracas). Bueno, los independientes y los vecinales atacan furiosamente a la unidad, pero apoyan varias de sus candidaturas. La unidad no es tan furiosa en sus ataques y, a su vez, apoya a alguno de los candidatos vecinales. Un arroz con mango en toda regla.
Mientras tanto, Nicolás y Jorge, que también tienen fuertes críticos en sus filas pero cuidan de lavar esos trapitos en casa, se refuerzan el whisky en Miraflores. Cortesía de la oposición fraticida.