El macabro juego de la frontera

Por WILLIAMS DÁVILA

Anuncian la apertura de la frontera entre Venezuela con el Norte de Santander en Colombia. Vemos un video en el cual Freddy Bernal aparece levantando con tractores los containers que Maduro ordenó poner en el año 2019, para impedir la entrada de la ayuda humanitaria que había procurado Juan Guaidó. En 2019, de hecho, cierra Maduro la frontera y rompe relaciones con Colombia porque el presidente Iván Duque había reconocido a Juan Guaidó como Presidente (e) de Venezuela.

La frontera colombo-venezolana es una frontera porosa de 2 mil 200 kilómetros. Más de 60 mil personas diariamente pasan por San Antonio del Táchira, el lugar donde Maduro cometió un delito de lesa humanidad cuando reprimió y desalojó, al estilo nazi, en el Barrio La Invasión, a más de 3 mil hermanos colombianos. Mil fueron deportados con todos los enseres que pudieron llevarse al cruzar el río Táchira. Lo peor: cada vivienda derrumbada o desalojada era marcada con las letras D y R, formato que recuerda la persecución nazi en Europa. Mucha gente sufrió y muchos comercios quebraron por el cierre de la frontera. ¿Quién paga esos daños morales y materiales?

Freddy Bernal se regocijó diciendo que él había logrado la apertura, pero sólo quiere hacer politiquería por el evento electoral programado para el 21N. Está en campaña, eso es todo. Lo cierto es que el cierre de la frontera hizo proliferar los negocios turbios en la zona y crecieron los grupos irregulares en connivencia con militares venezolanos que hicieron su agosto con la proliferación de las trochas.

En esa frontera de 2 mil 200 kilómetros, con apenas ocho pasos legales, el cierre sólo por capricho o negocios, como lo hizo Maduro, genera una economía irregular en la cual muchos ciudadanos tuvieron que moverse en una dinámica oscura y peligrosa.

Soy un ferviente seguidor de la dinámica fronteriza. La he vivido de cerca, he sufrido en carne propia los riesgos de transitar por trochas, pero igualmente esos riesgos han cimentado mi amor por la zona. Soy de los que creo que con una democracia vigorosa, sana, federal, en Venezuela podremos desarrollar una zona franca binacional entre el Táchira, Mérida y otros estados, con el Norte de Santander. Estoy seguro que sería la zona más próspera de toda América.

La gente de Cúcuta es laboriosa, lo cual nunca fue entendido por Maduro. Nunca comprendió que había una identidad, una comunidad binacional, que brota más allá de los intereses de la dictadura de Maduro con grupos irregulares. Esa comunidad está más allá de Caracas y de Bogotá, más allá de algunos políticos burocratizados.

Desde aproximadamente el 2002 se creó la Comisión de Vecindad Colombo-Venezolana para tratar temas de interés conjunto. Es vital revivir esta Comisión. Se han generado varios encuentros de los parlamentarios de las zonas fronterizas, en los cuales he participado, para escuchar las necesidades locales y crear grupos de trabajo en todas las áreas de desarrollo de la frontera.

Cada día me convenzo de la importancia de construir desde abajo un nuevo modelo político y ese es el federalismo. Con una Venezuela federal y democrática la zona fronteriza tendrá una perspectiva extraordinaria que la veremos concretada en empleo, formación, capacitación, desarrollo sustentable y paz.

@williamdavila

Las opiniones publicadas en Zeta son responsabilidad absoluta de su autor.

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