*** El levantamiento de un par de sanciones al madurismo es un trabajo fino que destranca el juego y beneficia a todas las partes involucradas, considera el autor.
Por Francisco Poleo
Lejos de ser una claudicación el alivio de un par de sanciones de Estados Unidos con respecto a Venezuela. Es un trabajo fino que destranca el juego y beneficia a todas las partes involucradas: EEUU, Europa, Cuba, la dictadura y la oposición…¿excepto a Rusia?
La llave de la negociación son las sanciones. La dictadura se ve obligada a reconocer como contrincante a la Plataforma Unitaria por la influencia de la misma sobre la Casa Blanca. Por eso no cuaja la oposición a la medida que se ha querido crear el madurismo.
Con el levantamiento de la sanción al sobrinísimo Malpica Flores, la oposición demuestra que puede influir. Se levanta sanción a un peso pesado, del círculo íntimo de los extra-pesados. Miraflores, entonces, confirma que puede lograr algo hablando con la Plataforma Unitaria.
EEUU, por otra parte, avanza en sus intereses estratégicos al permitir que Chevron pueda ir negociando con el madurismo, sin que eso signifique que pueden empezar ya con negocios, que quedan sujetos a los avances del potencial acuerdo. De esa manera, la petrolera estadounidense gana terreno si hay fumata blanca a la crisis venezolana, posicionándose especialmente para ese momento. Mientras tanto, Washington también gana el favor de Europa con la licencia especial que otorga a la española Repsol y a la italiana ENI, que ahora pueden comercializar el crudo que extraigan de suelo venezolano sin violar las sanciones.
Estas medidas, sin embargo, estarán en revisión constante. Pudimos confirmar con la Casa Blanca que retirarán estas concesiones si el madurismo no avanza en tres puntos fundamentales: respeto a los Derechos Humanos, liberación de los presos políticos y elecciones libres.
En cuanto a Cuba, la medida anunciada ayer del retiro de las restricciones a las remesas y a los vuelos desde Estados Unidos forma parte del plan macro de la Casa Blanca. La Habana puede constatar que, si facilita una salida en Venezuela, le irá mejor.
Por fuera queda Rusia, paria absoluto en medio mundo y más allá. Caracas y La Habana entienden que, tras la aventura mortal de Putin en Ucrania, se quedan sin su principal protector internacional, aunque lógicamente no brincarán de la noche a la mañana a los brazos de Occidente. Un paso a la vez.
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