*** El autor es partidario del derecho que tiene cualquier ciudadano a portar un arma para su defensa personal, pero ese derecho tiene que estar condicionado al equilibrio mental y la conducta ciudadana.
Por Comisario Atahualpa Montes
«… mientras los niños mueran, yo no entiendo la función de la muerte…«
(Miguel Otero Silva)
19 infantes fueron ejecutados fríamente, sin la menor compasión, fusilados con un AR15 por un joven que acababa de cumplir los 18 años y se había obsequiado a sí mismo esa efectiva arma de guerra capaz de disparar 756 proyectiles en un minuto.
No pudieron escapar. El asesino los encontró reunidos en un salón preparando los actos del último día de clases y los acribilló disparándoles ráfaga tras ráfaga, dándose tiempo para recargar su arma. ¡Dos maestras murieron cubriendo con sus cuerpos a sus amados niños!
Diecinueve criaturas que apenas empezaban a vivir y que no podían entender por qué les arrebataban sus pequeñas vidas.
También hay varios de ellos heridos, con sus carnes rotas por los plomos asesinos que van a estar con ellos por el resto de sus vidas porque, a esa edad tan temprana, algo tan terrible se queda como un tatuaje indeleble metido entre las neuronas, fijo en la memoria.
Un Oficial de Inmigración acudió al oír los disparos y logró acabar con el tirador mientras dos de sus colegas resultaron heridos.
Ese hombre salvó muchas de las vidas jóvenes que aún estaban inermes frente al asesino pero, tengo que preguntarme, por qué esa escuela no tenía protección armada, sobre todo si tomamos en cuenta que sólo tres o cuatro días antes en Buffalo, otro jovencito obviamente desequilibrado o bajo el efecto de alguna droga, había asesinado a varias personas afroamericanas en un supermercado.
Yo fui policía por más de 25 años y soy partidario del derecho que tiene cualquier ciudadano a portar un arma para su defensa personal, pero ese derecho tiene que estar condicionado a variantes que tienen que ver con el equilibrio mental y la conducta ciudadana. No debería ser posible que un delincuente porte libremente un arma y eso ocurre en Texas (y no sé si en algún otro estado) en donde recientemente el gobernador eliminó de un plumazo el requerimiento del permiso legal para portar armas de fuego. Decidió así que todo tejano mayor de edad puede cargar un fusil sin ser molestado y sin ningún tipo de permisología. Al ser ciudadanos, los ex presidiarios y maleantes también pueden andar libremente con una pistola al cinto o un fusil en bandolera.
En el Senado de este país reposa un proyecto de ley que obligaría a todo aquel que quiera portar un arma a solicitar su récord policial/criminal y, de tener alguno, no podría obtener el permiso legal necesario para portar dicha arma. Los señores senadores están muy ocupados tratando de que en las primarias próximas no los saquen de sus asientos y no le han prestado la menor atención a ese asunto que al menos, sería un filtro en muchos estados y salvaría vidas.
En fin, yo diría que todos los que somos padres y/o abuelos, además de estar en duelo por todas las criaturas asesinadas ayer, también tenemos un susto inmenso entre pecho y espalda por aquellos hijos y nietos que tenemos en las escuelas, liceos y universidades. Tal como están las cosas, creo que nunca se nos quitará.
Que Dios haya recibido a todos esos angelitos y que el Diablo le haya dado la bienvenida en sus dominios a quien fue capaz de quitarles la vida.
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