Cinco Días
Credit Suisse ha vivido un lunes de furia en Bolsa. La entidad, que llegó a sufrir un sonoro desplome del 11,5% en el parqué a media jornada, dejando su valor en un mínimo histórico por debajo de los 10.000 millones, ha terminado remontando y cerrando el lunes con una ligera bajada del 0,93%.
La caída se produjo después de que Ulrich Koerner, CEO de la compañía, hablara con inversionistas y empleados para tratar de llevarles calma sobre la situación de la entidad. El mercado no confió en sus palabras y comenzaron a producirse ventas masivas. La posterior remontada en Bolsa se produjo gracias a que varios analistas respaldaron los argumentos de que Credit Suisse tiene un capital amplio y liquidez para capear la incertidumbre actual y la volatilidad del mercado.
La entidad suiza vio cómo el coste de asegurar los bonos de la empresa contra el impago subió cerca de un 15% la semana pasada, hasta niveles no vistos desde 2009. Koerner aseguró a su personal que el banco tiene una «base de capital y la posición de liquidez» y prometió una actualización periódica de aquí al anuncio del plan estratégico, el 27 de octubre.
El directivo, nombrado consejero delegado a finales de julio, ha tenido que lidiar con salidas de los banqueros y dudas sobre el capital y especulaciones del mercado sobre una reestructuración a gran escala. La entidad, según Bloomberg, ultima planes probablemente radicales en la unidad de banca de inversión, que podrían incluir el recorte de miles de puestos de trabajo.
Los analistas de KBW calculan que la empresa podría necesitar recaudar unos 4.000 millones de euros para financiar la reestructuración y las medidas que adopte para recuperar el crecimiento. Hoy por hoy la capitalización bursátil de Credit Suisse se reduce a unos 10.000 millones de euros, y la prevista dilución en caso de necesidad de capital está también detrás del castigo al valor. El valor de mercado del banco superaba los 30.000 millones en marzo de 2021.
Los inversores, mientras, realizan analogías entre esta situación y la crisis de confianza que sacudió a Deutsche Bank hace seis años. En aquel momento, el prestamista alemán se enfrentaba a grandes interrogantes sobre su estrategia, así como las preocupaciones a corto plazo sobre el coste de un acuerdo para poner fin a una investigación de EE UU relacionada con el mercado hipotecario. Al igual que Credit Suisse, vio subir los seguros de crédito y bajar su calificación de deuda, y perdió clientes. La tensión se redujo una vez que la firma recaudó 8.000 millones de euros de nuevo capital y anunció un cambio de estrategia. Sin embargo, lo que el banco llamó «el círculo vicioso» de la disminución de los ingresos y el aumento de los costes de financiación ha tardado años en revertirse.
Credit Suisse no se enfrenta a un problema de la envergadura de Deutsche, pues la ratio de capital clave CET1 está en el 13,5% (cuanto más alto sea este porcentaje mejor, ya que mide la fortaleza financiera de la entidad), ante el 10,8% que tenía la empresa alemana hace seis años. En el Deutsche, el coste del CDS a un año (que asegura contra un impago) era inusualmente más alto que el de cinco años, algo que no sucede con Credit Suisse. Ahora, en el caso de la entidad suiza, la cotización de estos instrumentos arroja una posibilidad del 23% de que Credit Suisse entre en default.
La semana pasada, Credit Suisse dijo que está trabajando en posibles ventas de activos como parte de su plan estratégico. El banco está explorando la venta de su división de productos titulizados, de su unidad de gestión patrimonial en América Latina, excluyendo Brasil, y está considerando revivir la marca First Boston, según ha informado Bloomberg.