El choque entre China y Occidente luce inevitable tras el congreso del Partido Comunista Chino celebrado este fin de semana, considera el autor.
Los gobernantes chinos no comparten la esperanza de grandes intereses occidentales en que se evite el choque con el monstruo asiático. Este fin de semana lo expresaron espectacularmente echando físicamente del presidium del Congreso del Partido Comunista al ex premier Hu Jintao, que abogaba por la moderación.
Xi Jinping, presidente del Comité Central del partido, asume la jefatura total de un gobierno que ya no habla de paz y negocios sino de superar la ventaja tecnológica que le lleva Estados Unidos, la cual determina la pronunciada inferioridad de China como potencia militar y nuclear.
Los rápidos movimientos de Biden al principio de su gobierno remachan la superioridad de Estados Unidos. Alianzas con Australia, Indonesia, Filipinas, Taiwan y Japón crean un paralizante arco de protección americana en el Pacífico. En lo tecnológico, se ha restringido el comercio de la alta tecnología con destino a China. Voces autorizadas denuncian la globalización iniciada por Nixon y Kissinger, la cual ha alimentado un monstruo de Frankenstein en el continente asiático.
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