El autor considera que el debate entre los candidatos, sin importar el formato diseñado, es sumamente útil para dotar de criterio y discernimiento al elector.
Por Julio Castellanos
En días recientes Nicolás Maduro expresó su interés por debatir con la oposición, concretamente con uno de sus dirigentes, Henrique Capriles. No se ha dado a conocer si tal eventualidad se concretará, quizá sea solo uno de los tantos anuncios y promesas presidenciales sin cumplir, pero quizá sea relevante recordar lo importante que es el debate y el contraste de ideas en una democracia. Quizá el oficialismo no quiera recordarlo, pero en la oposición sí que debemos hacerlo.
Durante las primarias de la oposición celebrada con ocasión a la elección presidencial de 2012, se efectuó un debate entre los distintos precandidatos. Allí estaban Henrique Capriles (candidato de PJ y quién resultó ganador en aquellas primarias), Pablo Pérez (candidato de UNT y respaldado por AD), Leopoldo López (quién en medio del debate, renunció a su candidatura para respaldar a Capriles), María Corina Machado, Diego Arria y Pablo Medina. El debate, diseñado con ciertas reglas en cuanto a la duración de las intervenciones y el formato de las preguntas, fue respetuoso y se centró en las diferentes propuestas de los candidatos antes que en las simpatías o aversiones que entre ellos pudieran existir.
Los candidatos menos favorecidos por el respaldo popular, María Corina Machado, Diego Arria y Pablo Medina intentaron, infructuosamente, destacar con propuestas vistosas, grandilocuentes, populistas o cargadas de revanchismo. Algo muy lógico desde su perspectiva, al verse en una situación de derrota electoral, pues, llamar mucho la atención, así sea con fuegos artificiales, para ganar en centimetraje mediático lo que no ganarían en ese instante en las urnas.
Pero los liderazgos auténticamente competitivos, aquellos respaldados por maquinarias electorales con alcance nacional, demostraron ser inmunes a los “fuegos artificiales”, se mostraron responsables, no prometían villas y castillas sino lo realizable, apelaban a lograr consensos, consideraban importante integrar al país a los electores del oficialismo partiendo de la idea de la reconciliación nacional. Mi candidato en aquella ocasión fue Pablo Pérez, pero, aunque perdimos las primarias, luchamos a brazo partido por Henrique Capriles quién resultó, por la circunstancia del fallecimiento de Hugo Chávez, dos veces candidato presidencial y en ambas oportunidades derrotado.
Pese a los insatisfactorios resultados de entonces, no dejo de pensar que el debate entre los candidatos, sin importar el formato diseñado, es sumamente útil para dotar de criterio y discernimiento al elector. Hoy, María Corina Machado vuelve a ser candidata, también Henrique Capriles insiste con una tercera postulación, es posible que por primera vez Juan Guaidó se mida en ese escenario y también por primera vez, en 30 años, AD tendrá candidato propio en la persona de Carlos Prosperi, visto lo visto del 2012 para acá, me gustaría ver el debate entre todas las opciones y que el ciudadano pueda contrastar.
Seguramente habrán varias preguntas que hacer en ese debate, recomendaría hacer las siguientes: 1) ¿es posible una economía de absoluto libre mercado considerando los resultados de la ENCOVI que muestran graves desigualdades sociales y una persistente pobreza multidimensional? 2) ¿Qué programas sociales promovería o rescataría de nuestro pasado considerando que en estos son imprescindibles la eficiencia, su pertinencia y su impacto medible? 3) de resultar ganador de las elecciones presidenciales, ¿Cómo haría respetar los resultados electorales? 4) Siendo las sanciones internacionales unas medidas tomadas por Estados soberanos, ¿Cómo lograría revertirlas para que Venezuela vuelva a insertarse en la comunidad internacional? Y 5) ¿cree posible un gobierno de coalición que permita la reconciliación entre los venezolanos? De ser positiva su respuesta, ¿cómo lo diseñaría?
Los venezolanos nos aprestamos a participar en las elecciones primarias de la Plataforma Unitaria, ¿qué mejor ejercicio para el rescate de las prácticas democráticas que auspiciar uno o varios debates presidenciales?, que se contrasten los argumentos y que el juicio final corresponda al elector. De allí saldrá un candidato que enfrentará a Nicolás Maduro y, si ocurre con él un debate presidencial, pues mucho mejor, allí la pregunta clave será ¿Cómo garantiza que los gobiernos sucesivos provengan de elecciones libres y justas de conformidad con los estándares internacionales en esta materia que incluyen, entre otras cosas, libertad de expresión, el cese de la persecución política, tutela judicial efectiva y cese del peculado de uso?
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